Elecciones en Argentina

La inflación y el descontento acercan al populista Milei a la Casa Rosada

El candidato populista acaricia el poder en las elecciones del domingo, aunque las encuestas no descartan una segunda vuelta

El candidato populista argentino, Javier Milei
Javier Milei, durante un mitin electoral en Lomas de ZamoraNatacha PisarenkoAgencia AP

Hace unos años, un candidato como Javier Milei no hubiera tenido ninguna opción en Argentina. Pero en 2023, tras años de inflación, interminables negociaciones de una deuda imposible de pagar y el desgaste de las opciones políticas tradicionales, el irreverente Milei es el gran favorito para ganar las elecciones presidenciales este domingo.

Su mensaje incendiario contra los políticos tradicionales, a los que acusa de formar una “casta” que ha parasitado los recursos del país y la ha conducido a la crisis económica en la que se encuentra, y sus drásticas recetas para resucitar la economía, que incluyen hacer del dólar estadounidense la moneda oficial del país y cerrar su banco central, demostraron en las primarias del pasado agosto contar con el apoyo del público.

Milei se alzó en ellas con una sorprendente victoria e inició así una carrera hacia la Casa Rosada en la que los sondeos le sitúan con ventaja sobre sus rivales, Patricia Bullrich, candidata del centro-derecha que cuenta con el apoyo del expresidente Mauricio Macri, y Sergio Massa, actual ministro de Economía y la última esperanza de un peronismo en horas más bajas que nunca.

Los sondeos, no obstante, dejan abierta la puerta a que la victoria de Milei no sea los bastante amplia y haya que celebrar una segunda vuelta el 19 de noviembre.

La pregunta que los analistas se hacen en todo el mundo es cómo es posible que una figura como la de Milei haya emergido con la fuerza que lo ha hecho en un país como Argentina, cuya política ha estado dominada durante decenios por el peronismo y en la que también el centro-derecha tradicional ha sido superado por este economista que ganó cierta notoriedad gracias a sus apariciones en programas de televisión en los que analizaba los muchos problemas de la economía argentina.

No son pocos quienes han trazado paralelismos entre el ascenso de Milei y otros líderes populistas como Jair Bolsonaro o Donald Trump. Sus orígenes televisivos y su uso del término “casta” para desacreditar a sus rivales lo emparentan más con el español Pablo Iglesias.

Sin duda, las tribulaciones de una economía que nunca ha terminado de despegar en este siglo ni de librarse de la rémora insoportable que supuso el “corralito” de 2001 han sido el mejor combustible para un candidato que ha lanzado propuestas tan heterodoxas como adoptar el dólar y cerrar el Banco Central, cuya viabilidad cuestionan expertos de diferente signo.

La economía argentina ha recaído gravemente en una de sus enfermedades crónicas, la inflación, que golpea especialmente el poder adquisitivo de los hospitales más humildes, precisamente allí donde según los sondeos Milei cuenta con mayor apoyo. Los precios han subido un sangrante 120% en el último año, una cifra que pone de manifiesto que a factores como la guerra de Ucrania y las ayudas gubernamentales frente a la pandemia que han contribuido a la inflación en todo el mundo se suman en el caso argentino factores estructurales propios.

Pese a mejoras circunstanciales, y a que hacía años que no alcanzaba los niveles actuales, la subida excesiva de los precios es un problema del que los argentinos no logran de zafarse desde que el colapso del sistema financiero llevó al Gobierno a decretar el corralito y a solicitar ayuda del Fondo Monetario Internacional.

Una de las luchas que han desgastado al Gobierno de Alberto Fernández en los últimos años han sido los intentos de renegociar el pago de los 44.000 millones de dólares que Argentina aún le debe al FMI, un asunto pendiente que tiene ya hastiado al público argentino.

Milei no ha dudado en explotarlo, aún a costa de hacer caer aún más el peso argentino, la moneda que ha prometido eliminar y que vale ya menos de de un centavo de dólar. El candidato aseguró en una intervención radiofónica: “El peso es la moneda que emite el político argentino; por ende no puede valer ni excremento, porque esas basuras no sirven ni para abono”.

Sus palabras hicieron caer aún más la cotización del peso y obligaron al Banco Central argentino a emitir un comunicado reafirmando la solvencia del país.

La persistencia de la deuda y la inflación han ayudado además a Milei a vilipendiar a sus contendientes. El peronismo ha sido quien en estas dos décadas ha ejercido con más frecuencia el poder y ninguno de sus presidentes, Nestor Kirchner, su viuda, Cristina Fernández, ni ahora Alberto Fernández supieron enderezar el rumbo de la economía.

El paréntesis que supuso la presidencia de Macri (2015-2019) comenzó con promesas de saneamiento y racionalidad en unas cuentas públicas siempre en rojo, pero terminó con el incumplimiento de los objetivos de inflación fijados y un aumento de la deuda externa.

Agitando ese cóctel de frustraciones, a los que más recientemente se ha sumado la preocupación por la inseguridad y el resentimiento de quienes se opusieron a la despenalización del aborto en 2020, ha construido Milei su candidatura. Los argentinos decidirán el domingo en las urnas si le bastará para convertirse en el próximo inquilino de la Casa Rosada.