Parlamento Europeo
Jaroslav Kaczynski, la pesadilla polaca de la UE
El ex primer ministro dirige a su antojo el Ejecutivo de Beata Szydlo. Sus políticas radicales se suman a las de Hungría y Eslovenia.
Detrás del partido conservador en el poder en Polonia está Jaroslav Kaczynski, quien desde la sombra dirige al país en una transformación que aterra en Bruselas. Su carácter enigmático e inspirador de las últimas políticas ultraconservadoras en el país está provocando una deriva hacia el autoritarismo y deshaciendo de manera vertiginosa el camino andado hacia la integración europea.
Los polacos optaron en las elecciones del 25 de octubre por devolver el poder a la ultraderecha de Ley y Justicia (PiS), dejando atrás la etapa del partido de centroderecha dirigido por Donald Tusk, actual presidente del Consejo Europeo. Y desde que la candidata del PiS, Beata Szydlo, asumiera el cargo de primer ministra en noviembre, entre otras medidas, ha modificado el Tribunal Constitucional para evitar que pueda impedir la aprobación de leyes enviadas por el Gobierno y ha creado una polémica Ley de Medios. Szydlo obedece los dictados del presidente de su partido. Fue designada por Jaroslav Kaczynski como cabeza de cartel del PiS y ahora es la voz de su amo. Y es sabido que el Constitucional fue uno de los peores enemigos de Kaczynski cuando éste fue primer ministro entre 2005 y 2007.
Para la UE, Polonia es un país importante. Es una potencia fuerte en el este que ha aplicado las políticas de austeridad dictadas por Bruselas con éxito desde que se uniera al club en 2004. Incluso la han puesto como modelo de cambio en muchas ocasiones entre los países del Este. Además, es uno de los grandes receptores de ayudas europeas y la sexta economía de la UE.
Pero las primeras medidas del nuevo Ejecutivo no han gustado nada en Bruselas, que no ha dudado en dar un toque de atención inmediato a los cambios repentinos que se han dado bajo el mandato de Ley y Justicia. Ha iniciado un procedimiento para investigar si la decisión de nombrar cinco magistrados del Tribunal Constitucional o cambiar la forma de tomar decisiones –ya no se pueden adoptar por mayoría simple sino por una mayoría de dos tercios– cumplen los tratados europeos. La nueva ley de medios de comunicación, por la que se quiere controlar la radio y la televisión pública, también está en el punto de mira por recordar el proceder de las viejas dictaduras comunistas.
Que Polonia esté dando un giro de euroescepticismo tiene mucho que ver con el factor del crecimiento de la extrema derecha en muchos países de Europa, que han encontrado en la crisis económica y en la inmigración o el terrorismo un caldo de cultivo perfecto. Kaczynski encontró ahí el camino hacia la victoria electoral y ahora apura su momento para introducir otras reformas y limpiar la Administración de rivales políticos.
La gestión de la crisis de los refugiados ha sido el principal escollo para los gobiernos de Hungría y Polonia, que directamente se han negado a aceptar las cuotas. Aunque Varsovia se desmarcó a tiempo del grupo de Visegrado y aceptó la cuota, el Gobierno de Ley y Justicia ha cambiado drásticamente ese compromiso. Después de los atentados de París, el Ejecutivo polaco puso en duda continuar con el compromiso de su antecesor y decidió aceptar cien refugiados cuando le corresponde 7.000. El país ha vuelto a abrazar la política del carismático primer ministro de Hungría, Viktor Orban, cuyo discurso tanto se teme en Bruselas. Éste visitaba recientemente Polonia para definir una política común que presentar en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Bruselas del 18 y 19 de febrero, donde entre otros temas se discutirá la gestión de los refugiados y las demandas del «premier» británico David Cameron para evitar una salida de la UE de Reino Unido. Existe la posibilidad, de extender la cumbre medio día más para valorar los acuerdos con Turquía.
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