
Francia
Jordan Bardella, el delfín hecho a la medida de Le Pen
Con su imagen de joven de origen modesto, representa la culminación del proceso de «desdiabolización» del partido de ultraderecha puesto en marcha por la líder

Los tiempos judiciales y los políticos a veces se entrelazan y marcan calendarios impredecibles. Francia parece abocada a ello con unas presidenciales en 2027 que dependerán de un recurso contra la sentencia de inhabilitación de Marine Le Pen, primera en los sondeos, por la malversación de fondos europeos que deberá resolverse en verano de 2026. El relato oficial del partido: confianza en que la apelación anule la condena y en que su líder seguirá adelante camino al Elíseo. Pero el partido ya trabaja en un «plan B» desde hace tiempo, en el de impulsar al delfín de Le Pen, el joven Jordan Bardella. En Reagrupamiento Nacional son conscientes de que agarrarse a un recurso que tiene difícil viabilidad sería un suicidio. Bardella se enfrenta a la difícil estrategia de ser un candidato muy probable sin serlo oficialmente, al menos por el momento.
Aunque cuenta a su favor con lo que más valor tiene en un partido basado en el clan de una familia: la designación por parte de Le Pen, hay cargos de la formación que dudan de si a sus 29 años es demasiado pronto para lanzarlo a la carrera presidencial pese a haber obtenido buenos resultados en las convocatorias precedentes (europeas y legislativas). Lo cierto es que un reciente sondeo de Ipsos coloca a Bardella como el político que generaría más satisfacción si fuera elegido presidente en 2027. Su perfil de joven educado y yerno ideal dista mucho del hooliganismo de extrema derecha. Un rostro aseado que culmina el proceso de "desdiabolización" del partido emprendido hace años por Marine Le Pen cuando decidió romper con las constantes derivas antisemitas de su padre.
Bardella es el máximo producto de ese proceso ya que sería el primer no Le Pen que el propio clan adopta para ser el futuro del partido. Su biografía oficial ha sido puesta al servicio de ese relato, es decir, hay muchos datos interesados que nos llegan de Bardella, pero que muchas investigaciones periodísticas han puesto en tela de juicio. Nació en Drancy y se crió en Saint Denis, en unas de las barriadas más pobres de Francia y así se presenta como conocedor de primera mano de los problemas de inseguridad y migración, conceptos que relaciona en muchas ocasiones de forma directa. Él vende una historia de éxito y superación. De cómo creció allí con su madre, una divorciada a la que le costaba llegar a final de mes, en un barrio donde la droga campaba a sus anchas y sonaban disparos. Cierto es que él tenía allí, en la cité Gabriel Peri, su residencia postal, pero pocos vecinos (por no decir ninguno) lo recuerdan como pudo comprobar LA RAZÓN sobre terreno en junio de 2024. Un relato idealizado de joven humilde que se ha hecho así mismo, coinciden muchos analistas, por parte de los cerebros del círculo de Le Pen una vez que pusieron sus ojos en él para acabar con el proceso de desdiabolización. «Tras afiliarse con 16 años al partido fue escalando de forma rápida por su buena imagen: con traje, engominado, imagen tranquilizadora. No era ningún ‘skinhead’», explica a este diario Pierre Stéphane Fort, periodista que ha investigado durante un año a Bardella y ha publicado como resultado el libro «El gran reemplazo: la cara oculta de Bardella».
Fort señala que «esa era la estrategia de Le Pen en aquel momento, él correspondía y la vida privada también ayudó». Entró en el clan Le Pen con un noviazgo con su sobrina, Nolwenn Olivier, hija de Marie Caroline Le Pen en 2019. Cuenta Fort que es muy complicado reconstruir el pasado de Bardella, por reciente que sea en un joven como él. Y aun con todo, «se constata que sus contactos con círculos de extrema derecha radical, xenófoba, racista y violenta no le perturbaban», según el autor. A partir de su impulso en el partido, él pone tierra de por medio con esos círculos, incluso rompiendo con su anterior novia, Kerridwen Chatillon, próxima al GUD, un grupúsculo violento de ultraderecha que ha sido disuelto por el ministro del Interior, Gérald Darmanin.
La misma noche que consiguió un gran triunfo electoral en las elecciones europeas de 2019 con apenas 22 años, él pone tierra de por medio con esa relación a sabiendas de los problemas que puede conllevarle en su prometedor futuro político. Casi toda la biografía de Bardella está aseada y adecuada a ese salto político, más aún desde su entrada en el clan con el cambio de pareja.
«Es una cáscara vacía movido por el oportunismo». Con esta dureza lo define en un documental de France 2 Pascal Humeau, gurú de la derecha dura que fue «coach» de comunicación del propio Bardella hace años. Si a algo se ha dedicado Bardella durante este tiempo es a complementar la estrategia en redes sociales. Su estrellato en TikTok, con más de dos millones de seguidores, ha permitido banalizar los mensajes de la extrema derecha diluidos entre vídeos superficiales de Bardella comiendo gominolas o haciéndose «selfies». La extrema derecha simpática. Parte de un proceso de desideologización de la política en la que él además ha conectado con públicos que hasta ahora se resistían a la formación de Le Pen, como los jóvenes.
La percepción generalizada de ser una marioneta de Le Pen va quedando atrás. Bardella ha ido ganando protagonismo desde las últimas legislativas en verano pasado cuando intentó dar el salto a primer ministro antes de que el centro y la izquierda construyesen otro dique de contención. Para muchos expertos de extrema derecha, se trata de un matrimonio de conveniencia donde ambos se necesitan para llegar al poder. Ahora más que nunca.
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