Defensa
Un juego de mesa diseñado por un exmilitar imagina un escenario tan posible como temido: la invasión rusa del Báltico
Se trata de una herramienta de entrenamiento militar que ahora también llega a los aficionados
En la guerra del futuro, ser visto es ser destruido. Este es un principio táctico brutal que articula la lógica detrás de "Littoral Commander: The Baltic", un juego de guerra de mesa que, bajo una apariencia lúdica, esconde una herramienta de entrenamiento militar de primer nivel. Su planteamiento simula uno de los escenarios más temidos por la OTAN: una invasión rusa de la región báltica, proyectada en un futuro cercano, en torno al año 2030. Esta simulación refleja una preocupación real en el Pentágono, donde un general de Estados Unidos lanzó su propia predicción sobre una guerra en un futuro muy próximo.
De hecho, la simulación obliga a los jugadores a interiorizar el concepto de la "cadena de eliminación", un desafío constante donde cada ataque revela la propia posición y expone a las unidades a un contraataque inmediato. A esta tensión se suma la gestión de recursos limitados, como las valiosas municiones guiadas de precisión o los interceptores para la defensa antimisiles, convirtiendo cada decisión en un cálculo de riesgo y beneficio. Este dilema estratégico es un eco de los conflictos actuales, donde se ha revelado que incluso ejércitos avanzados afrontan serios problemas por la escasez de misiles y municiones.
Además, el conflicto simulado trasciende el mero enfrentamiento físico. Mediante un "Medidor de Influencia", el juego introduce la dimensión política y social, penalizando acciones como los bombardeos sobre zonas urbanas. Esta mecánica obliga a los contendientes a sopesar el impacto de sus operaciones sobre el apoyo de la opinión pública, un factor que en las guerras modernas puede resultar tan decisivo como el dominio del campo de batalla.
En este sentido, el tablero recrea un hipotético conflicto en el Báltico entre fuerzas estadounidenses —con unidades de los Marines, la Armada y el Ejército— y un despliegue ruso que incluye infantería naval, paracaidistas y efectivos de su Flota del Báltico. La complejidad de la guerra moderna se plasma en la gestión de 277 cartas de "Capacidad Conjunta" que representan desde ataques aéreos a operaciones de ciberguerra, según informa el medio Defense News. En el campo de batalla real, esta complejidad se manifiesta en la continua adaptación tecnológica, como demuestra el hecho de que Rusia utiliza herramientas de IA para equipar sus nuevos drones de combate.
Un simulador de cartón para el Pentágono
Por otro lado, el objetivo final para los jugadores consiste en acumular "Puntos de Victoria" a través de la destrucción de unidades enemigas y la conquista de enclaves territoriales. Entre los once escenarios que propone el juego se encuentra la hipotética toma de la estratégica isla sueca de Gotland, un punto clave para el control naval y aéreo de la región.
Asimismo, no se trata de una iniciativa aislada. Este título es la segunda entrega de una serie de simuladores estratégicos diseñados tanto para profesionales de la defensa como para el público general. Su predecesor se centraba en un posible conflicto en el Indo-Pacífico, y sus creadores ya trabajan en futuras expansiones que abordarán otros escenarios de interés para la Alianza Atlántica, consolidando el proyecto como un serio ejercicio de análisis estratégico.