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Narcotráfico
Marisol Vallés se convirtió en "la mujer más valiente de México"sin querer cuando tenía 21 años. Fue cuando después de que decapitasen en octubre de 2010 al jefe de Policía de su pueblo, Práxedis Guerrero, el presidente de la municipalidad encargó a Marisol, que era secretaria y tenía estudios de Criminología, que le sustituyera en este trabajo. Nadie lo quería. De esta forma, se lo ofrecieron a ella y otras nueve policías mujeres. No iban armadas. Tenían la esperanza de que los delincuentes no las viesen como amenaza.
Marisol Vallés explica que "fue principalmente por la motivación del proyecto. Iba a ser algo más social. No iba a tener nada que ver con el narcotráfico. Más que ver con cómo estaba la comunidad. Había muchos niños que estaban sin mamás y papás. Pero, luego ves que no se puede hacer nada. Yo intenté aportar un granito de arena. Y fue lo que se quedó", relata a LA RAZÓN de aquellos días.
Entonces, la estrategia no funcionó porque al recibir cobertura internacional el nombramiento, se "calentó la plaza", como dicen los narcos cuando se llama la atención. Empezaron a llegar periodistas norteamericanos, italianos, franceses al pueblo y eso les molestó. A los narcos, les gusta operar de forma discreta para hacer y deshacer a sus anchas.
Entonces, todo lo obvio se hizo más obvio. Al fin y al cabo, es un pueblo de entre 2.000 y 3.000 habitantes. Ya los narcos no podían hacer lo que querían a plena luz del día. Aumentaron las amenazas, las sospechas, las habladurías, los comentarios en voz baja, los miedos.
Un día de marzo de 2011 Marisol no pudo más, y se fue con su familia a Estados Unidos, donde ha pedido asilo político. No se despidieron. Simplemente se marcharon. "Me motivó ver a mi hijo que creciera en un lugar muy sano. No en un lugar con violencia. Me quedé pensando: ¿cómo mi niño a los diez años me va andar de sicario, matando, secuestrando? Quería dar a mi hijo un futuro mejor", recuerda la joven madre de 24 años.
Estos días ha aparecido por primera vez desde entonces en Nueva York en el teatro La MaMa, donde se representa su vida en "So Go the Ghosts of Mexico", la cual se podrá ver hasta el 28 de abril. Escrita por Matthew Paul Olmos, hijo de un ex oficial de Policía de Los Ángeles, es la primera obra de teatro de una trilogía sobre la guerra contra las drogas en Estados Unidos y México.
Marisol Vallés prefiere no dar detalles de dónde vive. Tampoco de a qué se dedica. "Me gustaría volver a México. Pero, lamentablemente no podemos volver. Me gustaría que le gente nos ayudase y no nos juzgase a todos los que venimos hacia acá", explica la joven en referencia a la ruptura creada entre los mexicanos que deciden cruzar la frontera, independientemente de la forma, en busca de una oportunidad o, al menos, seguridad en el caso de Marisol y los que deciden quedarse.
Carlos Spector, de Mexicanos en Exilio, que lleva el caso de Marisol, explica que su organización nació en 2009 a partir de la guerra contra el narco que declaró el presidente (Felipe) Calderón. "Con el Ejército llega una ola de violaciones de derechos humanos contra las comunidades fronterizas en busca de delincuentes. Pero, lo que vimos inmediatamente fue el propósito de silenciar a los elementos que iban a criticar al gobierno. Entonces, mucha gente empezó a pedir asilo político. No eran casos de mexicanos aislados, sino de familias enteras y pueblos enteros. Entonces, vimos que la dimensión era más político social que legal. Y, por eso, empezamos a organizar a la gente que representábamos. Para dar una oportunidad a la gente de tener voz política", relata a LA RAZÓN Spector que considera que el mayor problema es la creación de un estado de corrupción e impunidad.
Todavía así, Spector admite que sólo se sacan adelante el 2 por ciento de los casos de asilo de mexicanos. El 98 por ciento se rechazan. En este sentido, tienen más suerte cubanos, colombianos y venezolanos. "La razón es política. Es una decisión para frenar esta ola de exiliados pidiendo asilo y denunciando la represión de Mexico, defendido y creado en muchas instancias por el gobierno norteamericano. Realmente, otorgar asilo político a los mexicanos para los gringos es como una autocrítica, ¿no?", se interroga Spector a modo de reflexión. Aun así, espera que el caso de Marisol se apruebe en unos meses y pertenezca a ese 2 por ciento.
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