Internacional

Los secretos de los 300 informes sin desclasificar

En los documentos, todavía incompletos, abundan las referencias a la mafia, la CIA, Cuba o la URSS, pero sin aclarar el crimen.

El asesinato del presidente Kennedy conmocionó a un país entero y marcó a la ciudad tejana de Dallas de por vida, por ser el lugar de los hechos de uno de los capítulos más oscuros de la historia estadounidense.
El asesinato del presidente Kennedy conmocionó a un país entero y marcó a la ciudad tejana de Dallas de por vida, por ser el lugar de los hechos de uno de los capítulos más oscuros de la historia estadounidense.larazon

En los documentos, todavía incompletos, abundan las referencias a la mafia, la CIA, Cuba o la URSS, pero sin aclarar el crimen.

Finalmente el Archivo Nacional de EE UU desclasificó los papeles de Kennedy. Mejor, los 2.800 documentos relativos al magnicidio que permanecían en poder del John F. Kennedy Assassination Records Collection. Se cumple así el mandato de la ley de noviembre de 1992, redactada en parte por el clima de opinión generado por JFK, la fantasiosa película de Oliver Stone, y que obligaba a dar luz verde a la publicación de los casi cinco millones de documentos que atesoraba la colección.

La gran pregunta es si, al fin, aparecen revelaciones de gran calibre, capaces de revertir la versión oficial que situaba a Lee Harvey Oswald como el tirador único. Por ejemplo, durante años se especuló con la posibilidad de que en los rincones oscuros del archivo permanecieran evidencias que involucraran a la CIA o al FBI. Hasta donde sabemos, no es así. Abundan, en efecto, las pruebas de nuevas conspiraciones oficiales contra Fidel Castro, gran obsesión de aquellos años de Guerra Fría. También contra Patricio Lumumba, héroe de la independencia del Congo, del que fue el primer ministro de la historia, asesinado por Mobutu con el apoyo de la CIA. Adam Kesley y Jack Date, de la cadena ABC, explican que en una de las notas se comprueba como «el entonces director del FBI, J. Edgar Hoover, dictada el 24 de noviembre de 1963, apenas unas horas después de que Jack Ruby le disparara a Oswald, dice que el FBI había enviado a un agente al hospital esperando una confesión del presunto asesino antes de morir. Después de que el intento fracasara, la nota ilustra el urgente deseo de Hoover de tener «algo emitido para que podamos convencer al público de que Oswald es el verdadero asesino». En otra, añaden, «Hoover detalla información de una fuente dentro de la URSS sobre la reacción soviética a la muerte de Kennedy. La fuente dice que la noticia fue recibida con «gran conmoción y consternación y que las campanas de la iglesia sonaron en la memoria del presidente Kennedy». Los soviéticos se sorprendieron por el desarrollo y prefirieron a Kennedy como presidente de EE UU. Ya que sentían que tenían un «entendimiento mutuo» con él.

Peter Baker y Scott Janes consideran que, más allá de la remota posibilidad de que los documentos desmientan el relato sancionado por casi todos los historiadores, estamos ante un festín para los estudiosos y, de paso, para los amigos de las teorías conspirativas, e incluyen «tentadoras conversaciones de mafiosos y cubanos y espías, las sospechas del Kremlin de que Lyndon B. Johnson estaba detrás del asesinato y el temor de las autoridades de que el público no acepte la versión oficial de los hechos».

Faltan, eso sí, 300 documentos, que permanecerán sellados por orden del presidente Donald Trump. Aparentemente, algunos de estos legajos, memorándums y cables habrían sido elaborados décadas más tarde, con lo que podrían desvelar algunas claves del modus operandi de los servicios secretos estadounidenses y/o de algunos de sus agentes. En su declaración, Trump afirma que «los departamentos y las agencias ejecutivas me han propuesto que cierta información debería continuar siendo eliminada por cuestiones de seguridad nacional, aplicación de la ley y asuntos exteriores. No tengo otra opción, hoy, sino aceptar esas recomendaciones en lugar de permitir un daño potencialmente irreversible a la seguridad nacional. Para ahondar aún más estas preocupaciones he ordenado a las agencias que reexaminen todas y cada una de esas papeles sobre los próximos 180 días». Para el «Washington Post», «muchos de los archivos destacan la búsqueda desesperada de las conexiones de Lee Harvey Oswald con comunistas, cubanos o ambos».