Búsqueda in extremis

El mortífero terremoto de Turquía se vuelve en contra de Erdogan: ¿dónde está el Gobierno?

El Ejecutivo turco ha sido objeto de críticas por lo que muchos consideran una mala planificación y trabajar con demasiada lentitud tras los dos fuertes sismos que sacudieron este lunes el sur del país

Carrera a contrarreloj en el sur de Turquía y el norte de Siria. Equipos de rescate llegados desde todo el planeta y toneladas de ayuda humanitaria han desembarcado en la región afectada por el terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter, que al cierre de esta edición dejó ya más de 8.160 muertos y 39.000 heridos,

En Turquía se registraron 5.894 y en Siria 1.832. Se estima que la cifra de víctimas seguirá creciendo, y los heridos se cuentan por miles. Entre la interminable destrucción dejada por el seísmo, unos 53.000 integrantes de servicios de emergencia apuraban esfuerzos para encontrar gente con vida. Las temperaturas gélidas, así como derrumbamientos de edificios constantes, dificultan su tarea. Los operarios exigían silencio a los presentes: bajo las ruinas podían haber supervivientes apurando su último aliento para pedir auxilio. La desolación en Siria, donde refugiados internos por la guerra civil malviven en condiciones paupérrimas, dejó lugar a escenas de júbilo.

En una aldea al norte del país, los Cascos Blancos rescataron bajo un edificio colapsado a una niña y un niño todavía vivos, ante los llantos de familiares y vecinos presentes. En el pueblo turco de Nurdagi, Ali Silo contó que «podíamos escuchar sus voces, estaban pidiendo ayuda», refiriéndose a dos de sus familiares que no lograron ser rescatados. Según el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, 45 países ya han brindado ayuda para los esfuerzos de rescate en el país, canalizada principalmente por el aeropuerto de Adana. Los envíos fueron derivados hacia las provincias más afectadas, como Kahramanmaras, Adiyaman o Hatay.

En Siria, la llegada de refuerzos extranjeros es todavía más complicada, ya que los territorios afectados están parcialmente controlados por las facciones opositoras al régimen de Bachar al Asad. Además, países como EE UU ofrecieron ayuda, pero rechazan el contacto con Damasco. Muchos sirios ya se han desplazado forzosamente por las batallas hasta 20 veces, y su sistema sanitario estaba saturado mucho antes de esta tragedia. Sebastien Gay, de Médicos sin Fronteras, explicó que se «exploran todos los caminos» para introducir ayudas en el noroeste de Siria –Damasco exige a Occidente retirar las sanciones–, mientras el personal médico «trabaja contrarreloj para atender a grandes cantidades de heridos».

Las estimaciones sobre las consecuencias de la catástrofe son todavía difícilmente calculables, mientras se siguen acumulando las imágenes de poblaciones completamente devastadas. Se estima que más de 6.000 edificios quedaron completamente destruidos. En Turquía ya se ha rescatado a 8.000 supervivientes entre los destrozos, y unas 380.000 personas buscaron refugio en edificios públicos, hoteles, mezquitas, centros comerciales o estadios. Muchos pasaron la noche a la intemperie, encendiendo hogueras y cubriéndose con mantas para evitar congelarse. En redes sociales se compartían datos sobre familiares desaparecidos, y la información fue «recolectada meticulosamente» para transmitirla a los equipos de rescate. «Es una crisis por encima de múltiples crisis que ya afectaban a la región», expresó Adelheid Marschang, responsable de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El presidente Erdogan estimó este martes que unos 13 millones de personas –sobre una población de 85 millones–se vieron afectadas.

El terremoto, que alcanzó una profundidad de hasta 18 kilómetros, tuvo el epicentro en la provincia de Gaziantep, cerca de la frontera con Siria. En las primeras 11 horas tras el gran temblor, se vivieron hasta 13 repeticiones, la más grave de 7,5 grados en la escala de Richter. «Dada la magnitud registrada, es previsible que se vivan nuevas repeticiones», estimó el geólogo norteamericano Alex Hatem. En una región habitualmente afectada por estas catástrofes naturales –el último gran seísmo en 1999 dejó unas 18.000 víctimas–, el Gobierno turco ha sido blanco del criticismo por lo que muchos consideran una mala planificación. «No es nada nuevo en el país. De hecho, toda Turquía es sísmicamente activa», precisó Eric Sandvol, sismólogo de la Universidad de Missouri. Gaziantep ha sido una de las ciudades de más rápido ha crecido en las últimas tres décadas, un centro económico de dos millones de personas para una región en desarrollo que se ha convertido en el hogar de millones de refugiados de la guerra siria. Las preguntas ahora es si los edificios cumplían con los protocolos.

La fiscalía turca abrió hoy causas judiciales contra dos periodistas que criticaron la respuesta del Gobierno. Pero acorde a la versión oficial, se tomaron las medidas pertinentes para rescatar a supervivientes y proveer a las víctimas con ayudas básicas. «Tomamos nota de todas las mentiras, y abriremos la libreta cuando sea pertinente», amenazó Erdogan. El presidente turco se lo juega todo en la campaña por la reconstrucción del país. Con su popularidad en horas bajas, aspira a ser reelegido en las elecciones previstas el 14 de mayo.

La catástrofe ocurrió cuando dos placas tectónicas se solaparon horizontalmente. Al colisionar y acumular tensión, pudieron romperse rápidamente, lo que liberó una gran cantidad de energía sísmica que provocó los temblores. Esta zona de fallas sísmicas es conocida como Anatolia del Este.