
Bruselas
Un municipio de Bruselas quiere combatir la comida rápida poniéndole impuestos desorbitados a las franquicias: esta es la razón
Auderghem lanza una ofensiva fiscal contra las grandes cadenas de comida rápida para frenar su expansión y proteger la salud pública, especialmente en zonas escolares

La localidad de Auderghem, en la Región de Bruselas-Capital, ha presentado una propuesta pionera para limitar la proliferación de restaurantes de comida rápida. La medida apunta directamente a grandes franquicias internacionales, como Burger King, Pizza Hut, Domino's Pizza y O'Tacos, diferenciándolas de los comercios locales tradicionales.
El objetivo es claro: desincentivar la instalación de establecimientos considerados perjudiciales para la salud y el entorno urbano, especialmente cerca de centros educativos. Para ello, se han definido criterios específicos que incluyen horarios de apertura superiores a nueve horas, servicio en sitio y para llevar, uso de terminales automatizadas y venta de productos con marca corporativa.
La propuesta fiscal contempla una patente de apertura de 10.000 euros y una tasa anual de 12.000 euros, que se duplicaría hasta 24.000 euros si el local se encuentra a menos de 100 metros de una escuela. Según la alcaldesa Sophie De Vos, la intención no es perjudicar al pequeño comercio, sino frenar la expansión agresiva de las multinacionales y sus efectos sobre la salud pública.
Además de la carga impositiva, el plan incluye posibles restricciones publicitarias para estos establecimientos. La iniciativa se enmarca en un movimiento más amplio de regulación local, similar a otras propuestas europeas que buscan proteger el espacio urbano y fomentar hábitos alimentarios más saludables.
Aunque la Región de Bruselas-Capital rechazó inicialmente la regulación, la persistencia del gobierno local ha mantenido vivo el debate político, abriendo discusiones sobre las competencias municipales en materia de salud y urbanismo.
Las autoridades de Auderghem justifican su propuesta en problemas concretos como la generación de residuos, la contaminación acústica y los costes sociales derivados de enfermedades como la obesidad y la diabetes. La fiscalidad se plantea como una herramienta para modificar comportamientos empresariales y de consumo, equilibrando la libertad comercial con la protección del bienestar colectivo.
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