Guerra en Oriente Medio
Nuevo paisaje en las ciudades israelíes: civiles con rifles de asalto
El temor a nuevas infiltraciones de Hamás han disparado la venta de armas en las principales ciudades israelíes
«Insto a todas las personas candidatas que no hayan iniciado el proceso [de solicitud de armas] a hacerlo, incluso hoy», ha repetido en diversas ocasiones el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir. Efectivamente, en los últimos dos meses más de 256.000 israelíes solicitaron permisos para portar armas, según datos del ministerio que dirige Ben Gvir. Solo en noviembre se igualaron las solicitudes a las presentadas durante los últimos 20 años anteriores a la masacre de Hamás. El pasado mes, 31.000 solicitantes recibieron sus permisos, entregados de acuerdo con regulaciones más flexibles sobre propiedad de armas aprobadas aproximadamente una semana después de que comenzara la guerra.
Shmulik Friedman, empresario de Tel Aviv, es uno de los miles de civiles israelíes que ahora tienen permiso y arma. Una semana después del ataque rellenó la solicitud por internet: «Pero yo lo solicité por el Ministerio del Interior, que también los expide. Al poco tiempo me hicieron una llamada telefónica y dos semanas después me mandaron el permiso. Con él, fui a comprar un revolver, me costó unos mil euros».
Friedman forma parte del escuadrón de seguridad comunitaria de su barrio, constituido por tres unidades: patrulleros, voluntarios armados y equipo médico, que entran en acción en momentos como este. Su escuadrón se creó a través del Ayuntamiento, otros surgen de la Policía. El motivo de Friedman para estar armado es su miedo a nuevas infiltraciones de Hamás.
Polémica por la falta de control
Por las calles de las ciudades se ven ciudadanos y ciudadanas de un amplio rango de edades con un arma larga, de la familia del M-16, aunque la mayoría son hombres. Las armas largas las portan, por ahora, reservistas y voluntarios de la policía. Se los ve en los parques, supermercados, cruzando la calle, tomando un algo en una cafetería. El Ministerio de Ben Gvir también informó que de los 31.000 que recibieron su licencia de armas en noviembre, 18.000 ya habían comprado una. Ese mes se concedieron unos 1.700 permisos diarios. Pero el pasado 3 de diciembre, el director de división de armas del Ministerio de Seguridad Nacional, Ysrael Avisar, presentó su dimisión después de que el periódico "Haaretz" publicase que colaboradores de Ben Gvir habían concedido permisos de armas sin control.
Las nuevas regulaciones permiten que cualquier persona mayor de 21 años porte un arma si sirvió en una unidad de combate durante al menos un año, completó dos años en cualquier otro tipo de servicio militar o realizó un año de servicio nacional o civil o si vivió en una ciudad incluida en una lista de comunidades candidatas. Tampoco puede tener antecedentes penales.
La nueva regulación difiere de la precedente en que aquella limitaba la candidatura a quienes completaran el servicio militar o nacional en sus tres años de servicio. Las nuevas regulaciones también amplían la candidatura a los voluntarios activos en la policía u otros servicios de emergencia. «En resumen, los tres criterios que Ben Gvir ha hecho aprobar son los que él no cumple: no fue al servicio militar, a nada, y tampoco está libre de un pasado penal», dijo el presentador de televisión Lior Schleien. El Ministerio de Justicia pidió que las regulaciones de porte de armas sean así de flexibles durante un año y no más, sin embargo, el Comité de Seguridad Nacional de la Knéset (parlamento), decidió hacerlas permanentes.
Más armas, ¿más violencia?
Varias asociaciones en contra de la violencia doméstica han advertido que la proliferación de armas de fuego son pésimas noticias para las que sufren este tipo de agresiones. Además de los peligros que representan para los accidentes domésticos y también para los suicidas. Al tiempo que se han ido creando cientos de escuadrones de seguridad comunitaria como el de Friedman en todo el país, el instituto de investigación de derechos humanos e igualdad Zulat también advirtió contra los riesgos de la distribución masiva de armas, que podrían terminar en manos de organizaciones criminales. «Es muy dudoso que la policía pueda vigilar eficazmente tantos nuevos escuadrones de seguridad comunitaria, especialmente considerando la escasez existente de oficiales», decía el comunicado de Zulat al respecto. «Como ciudadano israelí, ver tantas armas por las calles me parece un síntoma de la enorme falta de confianza en las fuerzas de seguridad», dijo Jerome Bourdon. «Eso me da miedo, y se sabe que cuantas más armas circulen, más violencia habrá».
Shmulik Friedman esconde su Glock en su casa, «por eso compré un arma pequeña, para poder tenerla discretamente, tengo niños». También compró 50 balas. El arma es solo para usarla en su casa en caso de ataque. «Incluso yo, que tengo arma, cuando veo a todas esas personas por las calles con el arma larga me parece que se ha salido un poco de proporción». Mariano Man, un residente de Tel Aviv, dice: «Hay tanta gente armada y en días de tanta sensibilidad da la sensación de que la cosa puede complicarse. Que alguien diga una palabra de más o que suba la temperatura en una discusión y se vean brillar las armas».
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