Entrevista exclusiva

Ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov: "No vamos a dejar esta guerra a nuestros nietos; vamos a terminarla"

El ministro de Defensa de Ucrania repasa con LA RAZÓN un año de conflicto en el que lo más duro fue "tenerle que estrechar la mano a un enemigo por el que siento odio"

En el jardín de la embajada ucraniana en Madrid
Oleksii Reznikov, ministro de Defensa de UcraniaJesús G. FeriaFotógrafos

Es muy posible que el ministro de Defensa ucraniano sea en este momento uno de los tipos con más presión del planeta. Pero apenas se le nota. Oleksii Reznikov (Leópolis, 1966) es todo sonrisas cuando entra en el despacho del embajador de Ucrania en Madrid. Posa con buen humor ante el fotógrafo y habla de sus viajes «no oficiales» a España, cuando la guerra no existía. Abogado de profesión, ex viceprimer ministro, ex jefe negociador del Gobierno, dice que aún no se explica por qué lo eligió el presidente Zelenski para este cargo. Casado en 2020, padre de dos hijos y abuelo de dos nietos, Reznikov sueña con el día en que pueda coger un vuelo directo de Kyiv a Barcelona para tomarse una paella con su mujer. Apura un café negro en dos tragos y dice que la sonrisa le ayuda a mantener el sistema nervioso regulado y un alto nivel de resiliencia en estos tiempos en los que apenas duerme tres o cuatro horas. La conversación en exclusiva con LA RAZÓN fluye como si no hubiera ninguna prisa. Acaba de entrevistarse con su homóloga, Margarita Robles, y en breve marcha para Bucarest. Asegura que esperaba más de la ayuda militar española, aunque se apresura a añadir que «en guerra, nunca nada es suficiente».

¿Cómo se mantiene la moral de la tropa?

Para la mayoría de europeos el bien supremo es la seguridad y están dispuestos a sacrificar algo de libertad. En cambio, para nosotros la libertad es el mayor valor y la seguridad viene después. Por eso luchamos. El pasado mes de octubre, Rusia empezó una estrategia para aterrorizar a los civiles con ataques a las infraestructuras. Querían dejarnos, literalmente, a oscuras. Los ucranianos resistieron con la motivación de que podían dejarlos sin agua, sin luz y sin gas siempre que tampoco estuvieran ellos, los rusos. Esta es la razón de que el 90% de ucranianos esté convencido de que ganaremos. Es una cuestión de supervivencia. No vamos a dejar esta guerra a nuestros nietos. Vamos a terminarla.

¿Qué es lo que más necesitan?

Armamento, armamento y más armamento. La prioridad es un sistema de defensa aéreo, cerrar nuestro cielo. Me refiero a armamento sofisticado y también más ligero. Ahora contamos con MiG-29, que nos dan una visibilidad de 60 kilómetros y una capacidad de alcance de objetivos de 30 kilómetros. La de los Su-35 rusos es de más de 200 kilómetros y golpean a 150. Una gran diferencia. Necesitamos nuevos sistemas para romper su dominio aérea. Pueden ser F-16, Gripin suecos u otros. Estoy seguro de que los vamos a conseguir, igual que ha ocurrido con los carros de combate. Antes fueros los sistemas de artillería. Solía bromear cuando llegué al Ministerio con que mi carta a Papá Noel era muy larga. Ahora solo hay una cosa: cazas. Lo demás está conseguido. ¿Conoce la Guerra de las Galaxias? Quizá lo último sea la Estrella de la Muerte.

¿Por qué cree que no les dan todo lo que necesitan?

Occidente ha vivido desde hace tiempo en el dogma de no provocar a Rusia. Se hizo una realidad palpable en 2008, durante la cumbre de la OTAN en Bucarest. Hubo una posibilidad muy factible de que Ucrania y Georgia se convirtieran en nuevos miembros. Los americanos estaban por la labor, también la mayoría de europeos. Fue la canciller alemana, Angela Merkel, quien se opuso y persuadió al resto. Después se produjo la invasión y la ocupación de algunas regiones de Georgia. Luego llegarían los envenenamientos de Salisbury, las explosiones en República Checa y Bulgaria, la ocupación de Crimea en 2014, Lugansk y Donetsk... De nuevo, la misma doctrina: no provocar a Rusia. El segundo error fue creer que si había un choque militar, un pequeño Ejército soviético se enfrentaría con uno muy superior y sería vencido. Bueno, es que no somos un país soviético con un Ejército soviético.

¿El temor es la guerra nuclear?

Es lo que yo les digo: ¿cuál es el siguiente nivel para vosotros? Nos están bombardeando, destruyen nuestras infraestructuras, tratan como enemigos a los civiles, atacan hospitales, colegios, etc. ¿Qué siguiente nivel? Ya han usado misiles en Moldavia, han caído cohetes en Polonia... Creo que la amenaza nuclear es un farol. Desde el punto de vista técnico, el último ensayo de armas nucleares fue realizado en Kazajistán en 1998. Repito: 1998. ¿Cuál es el estado de ese arsenal atómico? China e India ya le han mandado al Kremlin una clara advertencia contra el uso de armas nucleares. Es la última línea roja en el mundo. ¿Y dónde las utilizarían? ¿El mar, las montañas, las ciudades, la primera línea?

Usted es de los pocos que conocen los detalles de la contraofensiva. ¿Hasta dónde llegarán?

Le puedo decir que el objetivo último de Ucrania en esta guerra es liberar todos los territorios temporalmente ocupados por Rusia hasta las fronteras reconocidas internacionalmente en 1991, incluidas Crimea, Lugansk y Donetsk. Era nuestra meta en 2014. Más del 80% de los habitantes de países de la Alianza Atlántica lo apoya. El verano pasado sentí que el peligro de la fatiga de la guerra en el resto de Europa y en EE UU podía ser una amenaza real. Me hizo muy feliz comprobar que no fue así. Los aliados quieren participar en nuestra victoria.

Dice que Ucrania ya es, de facto, miembro de la OTAN.

Sí, estamos usando sus estándares y sus armas. Hay una gran interoperabilidad en Inteligencia, entrenamiento, uso de arsenal, medicina bélica... Después de esta guerra solo quedará la decisión política para ser miembro de iure. Rusia es la mayor amenaza de la OTAN para los próximos diez años, tal y como se estableció en la cumbre de Madrid, y nadie como nosotros ha tenido experiencia directa en combatirlos y vencerlos. ¿Qué mejor razón que esa? Nos necesitan.

¿Está satisfecho con la ayuda prestada por España?

Esperaba más, honestamente. De España y del resto de países. Cuando estás en guerra, nunca tienes suficiente. Es un principio básico. Necesitamos más de todo, es una guerra de recursos. Hoy he tratado este tema con mi homóloga, Margarita Robles, y con el jefe del Estado Mayor de la Defensa. Les he dicho que nos hace falta más apoyo y están pensando en opciones de ofrecérnoslo sin comprometer la capacidad defensiva española ni sus responsabilidades con el resto de aliados.

¿Las filtraciones del Pentágono hacen peligrar su estrategia?

Es interesante esto de las filtraciones porque se trata de una mezcla entre verdades y mentiras. Es una operación especial de desinformación. No sé quién la ha hecho, pero beneficia a Rusia. El principal objetivo de la operación es minar la confianza entre los aliados. Usan, por ejemplo, cifras falsas de bajas y dan a entender que Washington no confía en nuestras capacidades contraofensivas. No es verdad que haya soldados u oficiales de la OTAN en Ucrania. Obviamente, hay agregados militares de países de la Alianza, pero están dentro de sus embajadas en Kyiv. No en el campo de batalla.

¿Está de acuerdo con la teoría de que la OTAN está dispuesta a apoyarles para resistir pero no para ganar?

No. Vemos que las primeras expectativas se han superado y creen en nosotros. Todas las armas que nos han ido suministrando las hemos empleado en grandes victorias y la apuesta ha crecido en consonancia. Cuando pedí aquellos Singers en Washington antes de que todo estallara me dijeron que era imposible, que era ilegal, luego que se trataba de reticencias políticas... A los dos meses nos llegaba el primer envío de Lituania con el beneplácito de la Casa Blanca. Y así ha ido ocurriendo con todo. Para mí nada es imposible.

Entrevista al Ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov. © Jesús G. Feria.
Entrevista al Ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

¿Tampoco tropas de la OTAN sobre el terreno?

No las necesitamos y no las hemos pedido. Tenemos capital humano de sobra. No cambiaría nada porque nosotros tenemos la experiencia. Solo necesitamos armas y adiestramiento.

¿Las bajas no están diezmando ese capital?

Tenemos bajas, claro, porque estamos en guerra. Pero son críticamente menores que las rusas. No le puedo dar la cifra, pero sí le aseguro que el número total es inferior al de los muertos por el terremoto de Turquía. Es que nuestro mayor objetivo es salvar la vida de nuestros soldados, mientras Rusia los usa como carne de cañón. Es la táctica de la máquina de picar carne. A ellos no les importa. Solo en Bajmut cada día Rusia pierde 500 hombres. Entre muertos y heridos. Esto es un batallón cada 24 horas de miembros del Grupo Wagner, mercenarios y ex criminales. Es una barbaridad. Hace un año usaban 60.000 proyectiles de artillería al día, hoy 20.000. También tienen un problema de suministros y por eso emplean drones iraníes contra nosotros. Es un arma terrorista contra civiles. Por eso trato de convencer al resto de mis colegas de que debemos pararlos porque también son una amenaza para vosotros.

¿Están satisfechos con Alemania ahora?

La verdad es que sí. Costó mucho convencerles de que fueran más valientes, pero lo logramos. Entiendo sus razones. Después de los procesos de Nüremberg se convirtieron en un país pacifista, cambiaron. Eso puede pasarle a Rusia siempre que haya un Nüremberg II y los criminales de guerra sean juzgados. Para mí esa es una de las tres condiciones para poder decir que hemos logrado la victoria junto a las fronteras de 1991 y al hecho de que yo pueda llevar a mi mujer a Barcelona a comer una paella desde el aeropuerto de Kyiv en un vuelo regular de Iberia. Eso significará que la situación es totalmente segura.

¿Cuál ha sido el día más duro desde que empezó la guerra?

Uf, buena pregunta. A ver, tendría que pensarlo. (Guarda silencio varios segundos) Creo que el peor día, o la decisión más difícil, fue la de formar parte de la delegación ucraniana que viajó a Bielorrusia tras los primeros cuatro días de guerra. El objetivo era establecer corredores humanitarios para salvar vidas civiles. Fue realmente duro decirle que sí al presidente cuando me lo pidió porque sentía un odio profundo. Y como negociador sé que es una emoción que no sirve para nada. Fue terrible tener que dar la mano al enemigo.

Le diré que muchos pensamos eso al ver las imágenes.

No se lo imagina. Ya que había aceptado, sabía que debía mantener una actitud diplomática porque estaba allí para trasladarles nuestra postura, defenderla y persuadirles de que la aceptaran. Finalmente, lo conseguimos y logramos salvar decenas de miles de vidas. Fueron cuatro reuniones, tres en Bielorrusia y una en Turquía. Le diré que en las tres primeras no nos sentimos seguros en absoluto e incluso dudamos de que fuéramos a volver a casa. Fue todo un reto.

Hablando de negociación, ¿hay alguna sobre la mesa?

No.

¿Por qué cree que Zelenski le eligió para dirigir Defensa?

Aún es un interrogante para mí. Pasamos tiempo juntos cuando fui viceprimer ministro y el presidente me conocía de mi época de abogado. Y dicen que es un oficio que nunca te abandona. Él decidió transformar ese Ministerio y quizá necesitaba a alguien con habilidades comunicativas. Algo que me cuadra. La reforma bajo estándares de la OTAN requería además someter a Defensa al control civil y democrático. Mi antecesor en el cargo era un antiguo general, igual que el jefe del Estado Mayor. Dos militares clásicos.

¿Le sorprendió?

Honestamente, sí. La primera conversación fue a finales de agosto de 2021. Educadamente, rechacé la oferta. Me veía más afrontando retos desde la perspectiva jurídica, quizá abriendo nuevos frentes legales con Rusia en cortes internacionales. O colaborando con la fiscal general y los Ministerios de Exteriores y de Justicia. Pensaba que lo había convencido, pero al mes me llamó a su despacho y nada más entrar me dijo: «Ok, ministro de Defensa». Ja, ja. Otra sorpresa.

No se le puede decir que no dos veces a un presidente.

No, claro. En esa reunión ya me entregó una lista con ocho expectativas. Todas incluían la palabra reforma. Entendí que lo que quería de mí era que gestionara aquella transformación como un director general. Le pedí unos meses para aterrizar antes de que me pidiera resultados. No tuve ese plazo. Fui nombrado por el Parlamento el cuatro de noviembre y el 24 de febrero estalló la guerra.

¿Cómo va a evitar que se repitan los recientes casos de corrupción?

Es que no fue un episodio de corrupción, fue un escándalo sobre la obtención de precios de suministros. Ya he encargado dos auditorías distintas, una interna y otro externa e internacional. También he puesto en marcha un consejo anticorrupción integrado por asociaciones civiles, ONG y medios de comunicación. La Agencia Anticorrupción eligió a sus 15 miembros sin participación del Ministerio de Defensa. Se han reunido esta semana para elegir al presidente y luego lo harán conmigo para ver qué podemos hacer juntos. Reconozco que es muy difícil en tiempos de guerra mantener el equilibrio entre la necesidad del secretismo y la transparencia.

¿No pensó en dimitir en ningún momento?

Ah, ¡ese es mi sueño! Y aún más el de mi mujer. Ja, ja. Ella lloró cuando me nombraron ministro, con eso se lo digo todo. Esperamos el día de la victoria porque me permitirá firmar la carta de renuncia y volver al sector privado. Esta etapa de mi vida está siendo muy, muy dura.

¿Cómo les explica a sus nietos lo que está pasando?

Mi hija y mis dos nietos volvieron en agosto a Kyiv de la zona oeste del país y ahora van al colegio allí y puedo ver cómo crecen. Están muy acostumbrados a bajar al refugio cuando escuchan las alarmas y a pasar tiempo allí. Yo les digo la verdad, saben absolutamente todo lo que están haciendo los rusos y lo que son. De hecho, creo que el mayor legado de la mafia del Kremlin es que ha apartado a todos los ucranianos sin excepción de Rusia para las próximas décadas, quizá incluso siglos. Ya sabemos que son el enemigo, que no son hermanos, ni buenos vecinos. Esto solo cambiará si ellos también lo hacen, pero de forma drástica.

¿Esperaba más de la sociedad rusa?

La verdad es que no. Viven en un régimen de propaganda y de lavado constante de cerebro. De todas formas, la Federación Rusa tal y como la conocemos está acabada y veremos cómo continúa el desfile de soberanías: Tartaristán, Bashkirstán, Chechenia, Daguestán, la región del este... Todas dejarán de ser rusas.