
Asia
Pakistán celebra tres décadas de poder nuclear
En el 27º aniversario de sus primeras pruebas, Islamabad defiende su valor "disuasorio" para defender su integridad territorial

En el 27º aniversario de sus primeras pruebas nucleares, Pakistán volvió a reafirmar su posición como potencia nuclear clave en la región, destacando que esta histórica decisión ha establecido una «disuasión mínima creíble» para proteger su integridad territorial. El 28 de mayo de 1998, el país realizó seis pruebas atómicas en el remoto túnel de Chaghi (Baluchistán) en respuesta a las nucleares de India en Pokhran, marcando un punto de inflexión en la política nuclear del sur de Asia. Conocido como Youm-e-Takbeer, o «día de la grandeza», este evento se celebra con fervor nacional. La fecha ha sido declarada festiva, simbolizando el orgullo nacional y la determinación del país en materia de seguridad. Desde entonces, se convirtió en la séptima nación nuclear del mundo y el primer Estado musulmán en poseer un arsenal nuclear, consolidando así su capacidad de defensa frente a amenazas externas.
Con motivo del Youm-e Takbeer, el presidente Asif Ali Zardari y el primer ministro Shehbaz Sharif reafirmaron su firme compro-miso de salvaguardar la soberanía nacional. Ambos líderes subrayaron que Pakistán no busca el conflicto, sino que se adhiere a los principios de coexistencia pacífica y respeto al Derecho Internacional. En este contexto, resaltaron la paciencia estratégica del país, que se ha mantenido firme incluso durante recientes tensiones militares con India.
El reciente lanzamiento de misiles por parte de India hacia Pakistán, en feroz respuesta a un flagrante ataque terrorista en Cachemira que dejó 26 muertos, desató una peligrosa y rápida escalada de fricciones en el subcontinente. En aquel sabotaje, se «eligió» a las víctimas tras interrogatorios específicos, para asegurarse de que eran hindúes. A pesar de la violencia endémica que ensangrienta esa región, hacía tiempo que no se producía una masacre de este tamaño y tan salvaje en su impronta yihadista. A pesar de la gravedad de la situación, la Administración estadounidense mostró desinterés inicial, reafirmando el derecho de Nueva Delhi a defenderse y justificando los ataques indios como dirigidos exclusivamente a «campos terroristas». En una rueda de prensa, Trump minimizó el conflicto, apuntando a que «han estado luchando durante mucho tiempo. Solo espero que termine muy pronto. Incluso su vicepresidente, JD Vance, desestimó la situación como «ningún asunto nuestro». Sin embargo, conforme avanzaba la semana, quedó claro que permitir que estas dos potencias nucleares actuaran sin intervención podría desatar un desastre global. El estrés se intensificó cuando India atacó bases aéreas estratégicas en Pakistán, incluyendo el aeropuerto Nur Khan en Rawalpindi, donde se encuentra el núcleo del arsenal nuclear paquistaní. Altos funcionarios paquistaníes expresaron su temor «por estar al borde de una batalla atómica». Trump, en su red social, presumió haber evitado una «mala guerra nuclear», mientras su Gobierno giraba en torno a la mediación. A su vez, intervenciones de naciones como Arabia Saudí, China, Irán o Emiratos Árabes, junto con la presión diplomática de Reino Unido, fueron cruciales para moderar la situación.
Posteriormente, los jefes militares de ambos países realizaron su primera conversación desde el estallido de las hostilidades, acordando un alto al fuego que se retrasó ante informes de tiroteos
en la línea de control de Cachemira. Este pacto no solo buscaba detener las agresiones, también establecer un marco para futuras negociaciones. Anwaar ul Haq Kakar, ex primer ministro de Pakistán, reveló que futuras conversaciones se centrarán en asegurar el alto al fuego y tratar la controvertida suspensión del Tratado del río Indus, crucial para el suministro de agua a Pakistán. «El tema de Cachemira podría no discutirse de inmediato, pero eventualmente será ineludible», advirtió Kakar. Con todo, la situación sigue siendo volátil, y el riesgo de un conflicto persiste, demandando atención internacional.
La disuasión nuclear, lejos de ser un bastión de seguridad, se revela como un concepto frágil ante la persistencia de la rivalidad. En los últimos años, la competencia nuclear entre China, Rusia y Estados Unidos ha captado la atención mundial debido a su incapacidad para establecer una diplomacia efectiva que frene la carrera armamentística, tal como estipula el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). A su vez, las tensiones entre China e India, así como entre este último y Pakistán –dos potencias fuera del TNP– han intensificado una rivalidad triangular que incrementa los riesgos de escalada nuclear y proliferación de misiles, según informa la Arms Control Association. Durante un foro coorganizado por la Asociación para el Control de Armamentos, el viceconsejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jon Finer, subrayó que Pakistán, designado en 2004 como «principal aliado no perteneciente a la OTAN», está desarrollando una «tecnología de misiles cada vez más sofisticada».
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