México

Purpurina rosa contra la violencia policial en México

Las mujeres se movilizan tras la violación de dos jóvenes por agentes.

Manifestación de mujeres contra los abusos sexuales de la Policía el lunes, frente a la Secretaría de Seguridad Pública de México / Efe
Manifestación de mujeres contra los abusos sexuales de la Policía el lunes, frente a la Secretaría de Seguridad Pública de México / Efelarazon

Las mujeres se movilizan tras la violación de dos jóvenes por agentes.

La madrugada del sábado 3 de agosto una joven de 17 años se bajó de un Uber al norte de la Ciudad de México. Venía de una fiesta con amigos que la habían acercado a casa en un viaje compartido de regreso. La chica caminaba los últimos metros hasta su domicilio en Azcapotzalco cuando una patrulla de policía se colocó a su lado. Los cuatro agentes la obligaron a subir al vehículo, le quitaron la ropa y abusaron sexualmente de ella por turnos, según la denuncia que presentó ante la fiscalía. Este caso y el de otra menor presuntamente violada también por un policía han desatado la indignación y las protestas en México, que presenta los índices de feminicidio más altos de Latinoamerica.

La joven presentó una denuncia junto a su madre y relató que cuando comenzó a caminar sintió que la patrulla la rondaba así que aceleró el paso. Aún así la alcanzaron y le preguntaron por qué caminaba sola a esas horas de la noche en una zona peligrosa. Le ofrecieron llevarla a casa, la subieron al coche y abusaron de ella, según su descripción de los hechos.

La fiscalía local, que investiga el caso, pone en duda la versión de la joven en base a las grabaciones de varias cámaras de seguridad en la zona, pero no ha evitado la ira de parte de la sociedad, harta de los numerosos casos de feminicidio en todo el país y recelosa de una policía en la que no confía y que considera corrupta. En México cada día hay 9 asesinatos violentos de mujeres.

Pocos días después de la presunta violación en Azcapotzalco, se produjo otra agresión similar. Una joven de 16 años denunció que fue agredida sexualmente por un policía en el Museo Archivo de la Fotografía, en el centro histórico de la capital. Ella realizaba unas prácticas en la institución y estaba desalojando una sala del recinto a la hora del cierre, el jueves 8 de agosto. Según su declaración, cuando el lugar estaba vacío el oficial que estaba a cargo de la vigilancia del museo, de 25 años, la engañó para llevarla a la zona de las taquillas, allí comenzó a tocarla en sus partes íntimas y después la violó.

Después de la agresión la joven salió del museo y pidió ayuda en una estación de metro cercana. Acompañada de otros agentes de policía regresó al museo e identificó al autor de la agresión, que reconoció que habían tenido relaciones sexuales “de forma consensuada”, pero fue detenido y días más tarde imputado por violación.

El clima de tensión por dos casos similares en pocos días estalló el pasado lunes cuando varios colectivos feministas convocaron una protesta frente a la jefatura policial y la Procuraduría General de Justicia (fiscalía) para exigir el castigo de los responsables. Al grito de “no me cuidan, me violan” cientos de manifestantes, la mayoría mujeres, pedían ser atendidas por los responsables políticos. El encargado de salir a calmar los ánimos fue el Secretario de Seguridad Pública, Jesús Orta, que se retiró al ser rociado con polvos de purpurina rosa por los manifestantes. La protesta terminó en disturbios cuando un grupo rompió a patadas la puerta de cristal de la PGJ, destrozó varios ordenadores de la recepción y arrojó una cabeza de cerdo al interior.

El enfado de las manifestantes se había incrementado por la tibia respuesta de las autoridades, que en un primer momento decidieron mantener en la calle a los agentes involucrados en el caso de Azcapotzalco porque “no se pueden violar sus derechos laborales”, dijo Orta. Poco después la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, se apresuró a corregirle y señaló que “no se reincorporarán a sus funciones; se está haciendo toda la investigación. Siempre hemos dicho que en estos casos vamos a estar del lado de la justicia”.

Finalmente Sheinbaum confirmó que había suspendido de empleo a los seis agentes investigados y aseguró que “no habrá fabricación de culpables” ni “impunidad”. “No podemos de antemano definir quiénes fueron los culpables. Para eso se hacen las investigaciones"dijo. Los últimos datos indican que en México más del 99% de los delitos que se comete queda sin castigo, según el Índice Gobal de Impunidad México 2018 elaborado por la Universidad de Las Américas Puebla.

El policía del Museo Archivo de la Fotografía también ha sido procesado por violación, aunque durante las protestas del lunes todavía no se sabía si se iba a formalizar alguna acusación.

A pesar de los recientes avances en las investigaciones el enfado de la sociedad dista mucho de haberse calmado, sobre todo después de que la PGJ haya puesto en duda la versión ofrecida por la víctima de Azcapotzalco. El jueves se difundieron varios vídeos de cámaras de seguridad de la zona en los que no se aprecia la agresión y horas después la fiscalía informó de que “el momento, circustancias, lugar y hechos” de la violación denunciada “no coincide con su declaración”, aunque desde la dependencia señalaron que las investigaciones continuarán hasta sus últimas consecuencias para establecer los hechos.

Más allá de los casos de agosto el problema tiene más recorrido. Solo en la Ciudad de México se han abierto 25 investigaciones a policías por delitos sexuales en la actual administración, que arrancó en diciembre de 2018, según noticieros Televisa y en todo el país se han presentado 8.464 denuncias por violación en lo que va de año, 667 en la capital, según datos oficiales, que estiman en el 94% las violaciones que no se denuncian.

Las protestas por tanto continúan y a través de redes sociales se han convocado más concentraciones este viernes bajo las etiquetas #NoMeCuidanMeViolan y #DiamantinaRosa en Veracruz, Tuxtla, Toluca, Hermosillo y Monterrey. Las calles de México se volverán a llenar de esa purpurina rosa que ya se ha convertido en el símbolo de la indefensión contra las agresiones policiales a mujeres.