Análisis

Por qué América Latina debe despertar ante la amenaza de los Hermanos Musulmanes

Atentados recientes revelan la penetración ideológica de los Hermanos Musulmanes en suelo estadounidense

Miembros de los Hermanos musulmanes, en una manifestación
Miembros de los Hermanos musulmanes, en una manifestaciónlarazon

Recientes ataques inspirados por el islamismo radical en suelo estadounidense han reavivado la preocupación sobre la creciente influencia de redes extremistas. A la cabeza de estas se encuentra la organización internacional conocida como los Hermanos Musulmanes.

El pasado 1 de abril de 2024, dos empleados recientemente incorporados a la Embajada de Israel en Washington, D.C. fueron asesinados brutalmente en un atentado que las autoridades investigan como un acto de terrorismo. Si bien los detalles completos del agresor aún no han sido divulgados, las primeras investigaciones apuntan a vínculos ideológicos con movimientos islamistas radicales, posiblemente relacionados con la red de los Hermanos Musulmanes.

Solo semanas después, el 1 de junio, un ciudadano egipcio, Mohamed Sabry Soliman, fue arrestado tras atacar violentamente a manifestantes proisraelíes en Nueva York que pedían la liberación de rehenes retenidos por Hamas. El ataque dejó ocho personas heridas. Según un reportaje de CNN, Soliman había publicado en redes sociales imágenes del expresidente egipcio Mohamed Morsi, líder de los Hermanos Musulmanes, lo que sugiere una afinidad ideológica preocupante.

Estos no son actos aislados, sino manifestaciones locales de una doctrina global que desde hace décadas impulsa la radicalización, la violencia y la subversión política. Lo que antes se percibía como una amenaza externa ha comenzado a arraigarse en el corazón mismo de las democracias occidentales.

En respuesta, legisladores estadounidenses han alzado la voz. El senador Ted Cruz y el congresista Jared Moskowitz, demócrata de Florida, lideran los llamados para que los Hermanos Musulmanes sean designados oficialmente como Organización Terrorista Extranjera (FTO, por sus siglas en inglés). En una carta dirigida al entonces presidente Donald Trump, Moskowitz advirtió sobre el “historial documentado de promoción de ideologías extremistas y apoyo a actividades terroristas a través de diversas filiales” de la organización.

Una red global de subversión

Fundada en 1928 en Egipto por Hassan al-Banna, los Hermanos Musulmanes no son una agrupación religiosa convencional, sino una organización político-ideológica que persigue la instauración de un sistema de gobierno islámico a través de todos los medios disponibles, incluida la violencia.

Al-Banna sostenía que el yihad —entendido como lucha armada— era una obligación sagrada de todo musulmán. Esta interpretación radical se difundió rápidamente por el mundo árabe, y a día de hoy inspira a grupos como Hamas y Al-Qaeda, que reconocen la influencia directa de la Hermandad en sus ideologías y tácticas.

Lejos de actuar de forma frontal, la organización se ha mostrado históricamente camaleónica, infiltrándose en instituciones democráticas, organizaciones benéficas, asociaciones estudiantiles y centros religiosos, tanto en Oriente Medio como en Occidente. En Egipto, su breve llegada al poder con la presidencia de Mohamed Morsi mostró su verdadera agenda: concentración de poder, anulación del sistema judicial y represión de la disidencia.

América Latina: en la mira del extremismo transnacional

Aunque los Hermanos Musulmanes nacieron en Egipto, su ideología ha cruzado fronteras y se ha conectado con otras redes extremistas activas en América Latina, especialmente aquellas vinculadas con Hezbolá e Irán.

En la región de la Triple Frontera —entre Paraguay, Brasil y Argentina— los grupos islamistas han aprovechado durante años la falta de controles efectivos y la economía informal para establecer centros de financiación. Estas redes cooperan con carteles de droga, redes de lavado de dinero y tráfico de armas, generando una peligrosa convergencia entre el extremismo ideológico y el crimen organizado.

En Venezuela, múltiples informes han documentado la presencia creciente de Hezbolá, facilitada por alianzas con élites políticas corruptas. Estas estructuras permiten el tránsito de cocaína, armas y dinero hacia Medio Oriente y África, consolidando un sistema de financiación global del yihadismo.

Este fenómeno constituye una amenaza directa no solo para Estados Unidos, sino también para la soberanía, la estabilidad institucional y la seguridad ciudadana de los países latinoamericanos.

Un llamado regional a la acción

  • Ignorar esta amenaza es permitir su avance. América Latina debe actuar con decisión para evitar que estas redes se consoliden en su territorio:
  • Designar a los Hermanos Musulmanes y sus organizaciones afiliadas como entidades terroristas.
  • Investigar el financiamiento de centros religiosos, asociaciones benéficas y fundaciones de inspiración islamista.
  • Fortalecer la cooperación en inteligencia con aliados clave como Estados Unidos .
  • Interrumpir los vínculos logísticos entre carteles del narcotráfico y redes islamistas, especialmente en zonas como la Triple Frontera y Venezuela.
  • Invertir en programas de prevención de la radicalización para contrarrestar la narrativa extremista con educación, inclusión y democracia.

Este no es un ataque contra el Islam ni contra la libertad religiosa. Es una defensa de los principios democráticos frente a una ideología totalitaria que utiliza las libertades para destruirlas desde dentro.

La hora de actuar

Los Hermanos Musulmanes no son una agrupación política convencional. Son la columna vertebral de una red global de ideología yihadista. Desde Washington hasta Buenos Aires, su amenaza es tangible.

América Latina tiene una oportunidad única: aprender de los errores cometidos en Europa y Norteamérica. Esperar a que se produzcan atentados es un lujo que la región no puede permitirse. Las democracias deben fortalecerse desde ahora, antes de ser socavadas por la subversión ideológica y el crimen transnacional.

Este no es un llamado al miedo. Es un llamado a la lucidez. Y, sobre todo, es un llamado urgente a actuar.

Ahmed Charai es editor y forma parte de los consejos directivos del Atlantic Council, International Crisis Group, Center for Strategic and International Studies, Foreign Policy Research Institute y Center for the National Interest.