Opinión
¿Qué nos enseñan los cuatro magnicidios de EE UU?
Reagan sobrevivió a un tiroteo y el candidato Roosevelt, también, quien ganaría después las elecciones presidenciales
A lo largo de sus menos de 250 años de historia, cuatro presidentes de Estados Unidos han sido asesinados, un presidente sufrió un atentado que estuvo a punto de constarle la vida y tres candidatos a la presidencia fueron objetos de atentados, uno de ellos muerto, y otro herido. Este último es Donald Trump y un tercero salió ileso.
Los magnicidios no son algo exclusivo de Estados Unidos, ni son los norteamericanos una nación especialmente violenta. En todas las naciones se han producido asesinatos o intentos de dar muerte a reyes, presidentes, primeros ministros, políticos relevantes e incluso Papas. Por solo citar algunos caso, en Reino Unido un atentado que costó la vida a lord Mountbatten en agosto de 1979. En mayo de 1981, el Papa Juan Pablo II fue tiroteado por el turco Mehmet Ali Agca, que le disparó cuatro veces con una pistola semiautomática Browning Hi-Power calibre 9 mm en la plaza de San Pedro. Alfonso XII sufrió un atentado con bomba el día de su boda y cuatro primeros ministros españoles han caído asesinados a manos de terroristas (Prim, Canalejas, Dato y el almirante Carrero Blanco).
El primer presidente norteamericano asesinado fue Abraham Lincoln. Nada más terminar la guerra civil fue muerto por John Wilkes Booth, un virginiano simpatizante de la Confederación, que le disparó un único tiro con una pistola Derringer en la cabeza, gritando «¡Sic semper tyrannis!», («¡Así siempre a los tiranos!). Era la venganza de los confederados contra el presidente que había llevado a la victoria a Estados Unidos contra aquellos de sus hermanos que habían intentado partir su nación.
A Lincoln siguieron los atentados contra los presidentes James A. Garfield y William McKinley. El primero por un abogado resentido contra el presidente por una cuestión personal, mientras que McKinlley lo fue por un anarquista, en una más de la acciones inconexas de los seguidores de Bakunin en su sueño de cambiar el mundo a tiros o a bombas.
De todos los asesinatos de presidentes, el que tuvo más repercusión mundial fue el asesinato de John F. Kennedy por el disparo de un francotirador el 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas), cuando recorría la ciudad en coche descubierto. Su asesino, un exmarine y simpatizante de la URSS, Lee Harvey Oswald, inmediatamente detenido, fue asesinado dos días después por Jack Ruby. No pudo ser sometido a juicio. La Comisión Warren que investigó este magnicidio concluyó que Oswald había actuado solo. Sin embargo, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, en 1979, creyó que pudo haber existido una conspiración para conseguir la eliminación de Kennedy. El asesinato de JFK sigue estando repleto de sombras sobre la autoría y las motivaciones del mismo.
Un solo presidente ha sufrido un intento de asesinato y ha salido vivo, Ronald Regan, que fue tiroteado en marzo de 1981 por John Hinckley Jr. cuando salía de pronunciar una conferencia en el Washington Hilton Hotel. El asesino frustrado cometió el atentado para llamar la atención de la actriz Jodi Foster. Un perturbado.
El candidato demócrata Franklin Delano Roosevelt estaba en Miami el 15 de febrero de 1933 improvisando un discurso desde la parte trasera de un automóvil abierto, en la plaza de Bayfront Park, cuando fue tiroteado por Giuseppe Zangara, un emigrante italiano que hoy podríamos juzgar como un anticapitalista. Roosevelt salió ileso, pero el alcalde de Chicago, Anton Cermak, que le acompañaba, perdió la vida. Roosevelt ganaría las presidenciales pocas semanas después.
El hermano del presidente JFK, el senador Robert Kennedy, fue asesinado en la madrugada 5 de junio de 1968 en el hotel Ambassador de Los Ángeles durante las celebraciones de su campaña a las primarias de California, en su intento de obtener la nominación demócrata para la presidencia. El asesino fue un joven inmigrante palestino de 24 años de edad llamado Sirhan Sirhan, que aún sigue en prisión.
Ahora Trump, un candidato a la presidencia, ha salido afortunadamente casi ileso de un atentado con solo una herida leve. ¡Se puede decir de Trump, como se decía de Franco, que tiene «baraka»!
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