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Fuerza aérea

Las razones de Alemania y Polonia para no enviar aviones de combate F-16 a Ucrania

Varsovia solo ha autorizado el envío de cazas soviéticos a Kyiv

El ministro de Defensa alemán Boris Pistorius RONALD WITTEKEFE

Alemania es el país de la Unión Europea que más ayuda militar ha enviado a Ucrania desde que comenzó la invasión de Rusia en febrero de 2022. La autorización del gobierno de Olaf Scholz para transferir carros de combate Leopard fue uno de los momentos clave en la ayuda occidental al régimen de Volodimir Zelenski. La semana pasada, Berlín anunció el paquete de ayuda militar más grande -valorado en 2.700 millones de euros- compuesto por 18 obuses, munición de artillería, misiles guiados y 4 unidades de fuego IRIS-T SLM, entre otros equipos.

Sin embargo, las autoridades alemanas no se sumarán a la coalición internacional creada por Reino Unido y Países Bajos para suministrar aviones de combate occidentales a Ucrania. “No podemos jugar un papel activo en dicha coalición porque no tenemos las capacidades de entrenamiento, las competencias o los aviones”, dijo la semana pasada el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius. En realidad, Alemania tiene varias opciones. La Luftwaffe, la fuerza aérea germana, decidió en 2022 comprar más de treinta F-35 -desechando los cazas franceses Rafale y a los Eurofighter alemanes y españoles- para sustituir a los viejos aviones Tornado que serán reemplazados cuando comiencen a llegar los cazas de Lockheed Martin. El gobierno de Zelenski sugirió en el pasado que el ejecutivo de Olaf Scholz puede transferir alguno de los 93 Tornado a Ucrania. "Aunque es un avión de combate antiguo, sigue siendo muy poderoso", replicó el viceministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Andriy Melnyk.

Lo que sí ha aprobado el gobierno federal alemán es la solicitud de Polonia para exportar aviones de combate MiG-29 soviéticos a Ucrania. En 2002, Alemania vendió 23 aviones de combate MiG-29 a Varsovia procedentes de la antigua República Democrática Alemana. Varsovia necesita la autorización de Berlín para transferir las aeronaves a Ucrania. La entrega del F-16 ha sido considerada durante mucho tiempo como una "línea roja", ya que muchos, incluido Joe Biden, temían las repercusiones en el desarrollo de la guerra y las represalias de Rusia.

El caso de Polonia es diferente. Varsovia tomó la delantera entre los aliados de la OTAN en el suministro de armas pesadas a Kyiv. Sin embargo, el presidente Andrzej Duda dijo la semana pasada que su país no puede suministrar a Ucrania aviones de combate F-16 porque Polonia tiene un "número relativamente pequeño". Sin embargo, se mostró a favor de entrenar pilotos ucranianos y enviar más cazas soviéticos MiG-29.

Rumania es otro de los países de la OTAN que opera el F-16, pero con la retirada de los MiG-21 LanceR el avión de fabricación norteamericana se ha convertido en el único caza en servicio. Grecia, Portugal y Turquía también operan el F-16, pero por diferente motivos no participarán en la coalición internacional auspiciada por Reino Unido y Países Bajos.

La Fuerza Aérea ucraniana tiene decenas de aviones de combate fabricados en plantas de la Unión Soviética hace más de 30 años. Son inferiores a los más modernos MiG rusos y apenas vuelan para no exponerse. Cuando lo hacen, se limitan a intentar interceptar aviones rusos. Ucrania no ha producido aviones de combate desde su independencia hace 31 años. Por eso aspira a tener cuanto antes aeronaves occidentales. Los F-16, junto con los Rafale franceses o los Rafale franceses que fabrica Saab, forman parte de la cuarta generación de aviones de combate, capaces de enfrentarse con garantías a los más modernos aviones de combate rusos.

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