
Especial coronavirus
La respuesta global: de la «jaula» China al «relax» sueco
La gestión de coronavirus fue desigual en el mundo. Mientras algunos países apostaron por el cerrojazo total de sus fronteras y el confinamiento de sus poblaciones, otros apelaron a la responsabilidad de sus ciudadanos

Wuhan, una metrópolis industrial de 11 millones de habitantes ubicada en el corazón de China, se convirtió en el epicentro de una crisis global. En el mercado de Huanan, un bullicioso mercado de mariscos y animales exóticos, surgieron a finales de 2019 los primeros casos de una nueva y letal neumonía, vinculada al agente patógeno SARS-CoV-2. Este brote desencadenó una respuesta drástica: en cuestión de días, la urbe fue aislada con un confinamiento sin precedentes. Esta intervención, aunque efectiva para contener el brote localmente, también desató una serie de repercusiones sociales y de salud pública que continúan afectando a la población y a los sistemas de atención médica en el país.
A mediados de enero de 2020, a escasas horas del anuncio del bloqueo se clausuró el transporte de entrada y salida de la ciudad, sin excepciones, ni siquiera para situaciones de emergencia personal o médica. Las instituciones educativas, que ya se encontraban en periodo vacacional por el Año Nuevo, se vieron forzadas a prolongar su inactividad indefinidamente. El comercio se paralizó; únicamente permanecieron operativas las tiendas dedicadas a la venta de alimentos y medicamentos. Se prohibió la circulación de vehículos privados sin un permiso especial, y la mayor parte del transporte público cesó, dejando las vías desiertas y sumidas en un inquietante silencio. En un principio, se permitió a los ciudadanos salir de sus domicilios, pero las restricciones se endurecieron con rapidez. En ciertas áreas, se limitó la salida a un solo miembro de la familia cada dos días para la adquisición de bienes de primera necesidad. En otras, se impidió completamente, obligando a los residentes a solicitar alimentos y otros suministros a mensajeros.
Posteriormente, la política se tornó aún más agresiva: funcionarios de salud realizaban inspecciones casa por casa, imponiendo el aislamiento de los enfermos. Lamentablemente, un niño discapacitado falleció tras quedar desprovisto de comida, agua y asistencia, mientras su padre y su hermano se encontraban en cuarentena. Este tipo de incidentes expuso la cruda realidad de un confinamiento que sobrepasó la capacidad de respuesta de la comunidad, revelando un sistema en crisis.
China presenta el bloqueo como un gran sacrificio que dio tiempo al resto del mundo a prepararse para enfrentarse a la pandemia. Los críticos afirman que unas medidas más decisivas y tempranas habrían evitado que más personas abandonaran la capital y propagaran el virus mortal por China y el resto del mundo. Cinco años después, los wuhaneses no han olvidado el cierre, que duró 76 días. El momento en que empezó y el día en que terminó quedarán grabados para siempre en sus mentes como una pesadilla. «Fue surrealista. Teníamos que hacernos análisis cada 48 horas. Y si dábamos positivo, las autoridades precintaban tu apartamento y, finalmente, todo el edificio. Incluso barrios enteros», explicó a LA RAZÓN un residente.

Poco después del cierre de Wuhan, se intensificaron las medidas de control epidemiológico en diversas regiones de China, impulsadas por el temor a que las personas que huían de la ciudad pudieran haber amplificado la propagación del SARS-CoV-2. El uso de mascarillas se convirtió en una norma omnipresente a nivel nacional, y su obligatoriedad fue implementada en numerosas localidades.
Ya en Europa, la respuesta a la crisis sanitaria fue desigual. Italia fue uno de los países más afectados durante el primer semestre de 2020. Además del confinamiento general que se impuso a partir del 10 de marzo, se adoptaron medidas de seguridad social de amplio alcance para frenar las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de la crisis del coronavirus. En marzo y abril se adoptaron dos decretos iniciales que contenían medidas de emergencia, y, en mayo, entró en vigor un decreto para apoyar la recuperación económica.
En el norte de Europa, Estonia, Letonia y Lituania fueron los países pioneros en la UE en reabrir sus fronteras tras lograr mantener bajo control la pandemia de coronavirus y crear así una «burbuja báltica». En cambio, en los países nórdicos (Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca e Islandia), estallaron tensiones políticas fruto de la diferente estrategia con la que sus respectivos Gobiernos han afrontado la crisis sanitaria. De todos ellos, destacó la estrategia de Suecia. Criticada y envidiada a partes iguales por seguir su propia rumbo, en Suecia frente al confinamiento y las duras restricciones de sus vecinos europeos, las autoridades suecas apostaron por confiar en la responsabilidad de la población, conscientes de que las recomendaciones son más fáciles de mantener en el tiempo que las prohibiciones. No cerraron fronteras ni colegios y bares, restaurantes y centros comerciales permanecieron abiertos.
La respuesta de Reino Unido a la crisis sanitaria no estuvo exenta de polémica. Lo primero que llamó la atención fueron las palabras que pronunció el entonces «premier» británico, Boris Johnson, pronunció unas palabras que le perseguirán para siempre: «Tenemos que aplastar el sombrero», en referencia a la curva ascendente y descendente que explicaban los casos en el país. El enfoque del ejecutivo británico, respaldado por sus científicos, fue tratar de lograr la inmunidad colectiva a través de la infección. Eso provocó un retraso en la introducción del primer confinamiento, lo cual costó miles de vidas.
Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos se convirtió en el centro del tragedia de la covid en el mundo. En lo que están de acuerdo todos los expertos es en que tenía que haber tomado medidas más serias y amplias mucho antes de que lo hiciera.El sistema sanitario en Estados Unidos, en su mayoría basado en seguros privados, complicó la respuesta, ya que fue difícil identificar los casos. En definitiva, para un mismo virus, varias respuestas.
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