Tensión naval

China despliega su poderío en Taiwán con juegos de guerra y la amenaza de aniquilar a los separatistas

La Guardia Costera taiwanesa se vio obligada a expulsar a barcos chinos que habían ingresado en aguas nacionales

Las tensiones en la región de Asia-Pacífico continúan intensificándose, y Taiwán se encuentra en el centro de la controversia. En un claro gesto de protesta por la asunción del nuevo gobierno autónomo de la isla, China ha llevado a cabo un amplio ejercicio militar que incluye el despliegue de numerosos aviones de guerra y buques de la armada en las cercanías de las costas taiwanesas. Esta demostración de fuerza es un reflejo de la ira de China ante la negativa de Taiwán a aceptar su posición de que es parte inalienable de su territorio.

Cuatro días después de la inauguración del presidente taiwanés Lai Ching-te y su vicepresidenta Hsiao Bi-khim, Pekín mostró su descontento mediante maniobras sorpresivas de intimidación. La potencia mundial muestra un mayor desprecio hacia esta nueva pareja presidencial en comparación con la líder saliente, Tsai Ing-wen, cuyo mandato de ocho años se caracterizó por el fortalecimiento de los lazos con Washington y el aumento de las tensiones con China. A pesar de ello, los ciudadanos taiwaneses desafiaron a China al otorgar la presidencia a Lai, concediendo al Partido Democrático Progresista un tercer mandato sin precedentes.

La investidura del líder taiwanés generó expectativas de una enérgica reacción por parte de Pekín, y no pasaron muchos días antes de que Taiwán recibiera una respuesta. En un editorial publicado por el periódico estatal Global Times, se describió a Lai como "un perturbador completo de la paz, con una actitud extremadamente arrogante". Al día siguiente, el Ejército Popular de Liberación de China, a través de su Mando del Teatro Oriental, llevó a cabo ejercicios militares conjuntos de gran envergadura con el nombre en clave de Espada Conjunta-2024A alrededor de la isla. Estos simulacros se enfocaron en la preparación para el combate mediante patrullas marítimas-aéreas conjuntas, el control integral del campo de batalla y ataques conjuntos de precisión contra objetivos clave.

Han sido dos días de ataques simulados con misiles con el despliegue de aviones de combate equipados con municiones reales, incluyendo bombarderos. Estas prácticas han sido descritas por Pekín como “un fuerte castigo a los actos separatistas de las fuerzas independentistas de Taiwán y como severa advertencia contra la injerencia y la provocación de fuerzas externas”. Aseguran además que “se ajustan plenamente al derecho y la práctica internacionales, y son completamente legítimos y necesarios”.

Por su parte, el Ministerio de Defensa taiwanés informó de que, durante un periodo de 24 horas entre el jueves y el viernes, rastreó 49 aviones de guerra chinos y 19 buques de la Armada, así como embarcaciones de la guardia costera, y que 35 de los cazas sobrevolaron la línea mediana del estrecho, la frontera de facto entre ambas partes. Los buques y guardacostas taiwaneses, así como las unidades aéreas y de misiles terrestres, han sido puestos en alerta, especialmente en torno a las cadenas de islas de Kinmen y Matsu, controladas por Taiwán y situadas frente a la costa china, lejos de la isla principal.

A pesar de toda esta presión, apenas hubo signos de preocupación entre los 23 millones de habitantes de Taiwán, que viven bajo la amenaza de una invasión china desde que ambas partes se separaron durante una guerra civil en 1949.

Entretanto, el país asiático emitió elaborados comunicados en los que muestra a Taiwán rodeado por fuerzas de su ejército, como un nuevo vídeo qué mostraba a fuerzas chinas animadas acercándose desde todos los flancos y a la isla acorralada en una zona circular, mientras misiles simulados alcanzaban objetivos militares y de población claves.

Parte de la furia de Pekín contra el nuevo presidente fue provocada por su discurso de investidura, en el que afirmó que China debía poner fin a sus amenazas militares y políticas. Pekín ya había calificado a Lai de "peligroso separatista". Desde hace algunos años, el presidente se ha distanciado de su anterior descripción como "trabajador pragmático por la independencia", aparentemente en un esfuerzo por apaciguar a Pekín. Aunque dejó su compromiso con el mantenimiento del statu quo, también espera que China "afronte la realidad de la existencia de la República de China y respete las decisiones de su pueblo ". El mandatario prometió defender el territorio, pero Pekín advirtió que “quienes buscan independizarse de China se verán aplastados".

Con todo, el Ministerio de Defensa chino anunció el viernes que su ejército intensificará las contramedidas en aras de lograr la reunificación total del país. Una declaración que resalta la determinación del gobierno comunista en su objetivo de abordar la cuestión y salvaguardar su soberanía e integridad territorial a través de acciones prácticas y decididas.

El portavoz del citado organismo, Wu Qian, subrayó que la operación militar conjunta tiene como propósito principal “suprimir la prepotencia de las fuerzas secesionistas independentistas de Taiwán y disuadir cualquier interferencia o intervención de fuerzas externas” y enfatizó que “la resolución de la cuestión de Taiwán recae en los 1.400 millones de ciudadanos chinos”, subrayando así la importancia de la unidad y el consenso nacional en este asunto.

En medio de las crecientes tensiones, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, hizo un enérgico llamamiento a todas las partes involucradas en la tensa situación en la región para que eviten cualquier acción que pueda agravar aún más la situación e instó a la moderación y a la contención en aras de mantener la paz y la estabilidad en la zona.

Las tensiones entre el Partido Comunista de China y el gobierno de Taiwán también preocupan a los dirigentes estadounidenses, ya que más de 100 soldados norteamericanos están estacionados en la isla, proporcionando entrenamiento a los soldados locales. Aunque la política oficial estadounidense no exige que acuda en ayuda si estalla una guerra, la Ley de Relaciones con Taiwán exige que "proporcione al territorio armas de carácter defensivo." El Congreso aprobó recientemente un paquete de ayuda masiva que incluye la modernización de algunos de los equipos militares taiwaneses y el gasto de miles de millones de dólares para contrarrestar la agresión china en la región Indo-Pacífica.

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha dejado claro que su país no respalda la independencia de Taiwán, pero ha manifestado su disposición a apoyar el envío de fuerzas para defender la isla en caso necesario, una postura ambigua que genera incertidumbre en la región.

En respuesta a la creciente tensión, un portavoz del gobierno estadounidense lanzó un llamado directo a China para que actúe con prudencia y moderación y advirtió de que las acciones emprendidas podrían llevar a una peligrosa escalada y erosionar las normas internacionales que han asegurado la paz y la estabilidad en la región durante décadas.

Asimismo, Filipinas anunció el viernes la apertura de un puesto de guardacostas en el extremo norte del país para reforzar la seguridad tras la "concentración militar" de China cerca de Taiwán en los últimos dos años.

Todas estas declaraciones reflejan la preocupación internacional por el aumento de la crispación en la región y la necesidad de buscar soluciones pacíficas y diplomáticas para evitar una escalada que ponga en peligro la estabilidad regional.