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El dramático adiós de Rousseff

La presidenta brasileña pide en un emotivo discurso en el Senado que voten «no» a su destitución: «Tengo la conciencia tranquila».

Dilma Rousseff, presenta hoy sus alegatos finales en el proceso que enfrenta en el Senado.
Dilma Rousseff, presenta hoy sus alegatos finales en el proceso que enfrenta en el Senado.larazon

La presidenta brasileña pide en un emotivo discurso en el Senado que voten «no» a su destitución: «Tengo la conciencia tranquila».

La presidenta Dilma Rousseff llegó escoltada por Lula da Silva hasta las puertas del infierno, pero, una vez en la entrada, su mentor le soltó la mano y la dejó sola ante los senadores, convertidos en verdaderos leones con ganas de devorar a su presa. Como se esperaba, la presidenta suspendida se defendió con fiereza destacando los logros sociales y su pasado como guerrillera. Sin embargo, la imputación por responsabilidad fiscal al maquillar las cifras del presupuesto, los escándalos de corrupción que salpican al Partido de los Trabajadores (PT), y que quisiera a salvar a Lula con un alto cargo fueron su espada de Damocles. El «impeachment» (destitución) de Dilma es la crónica de una muerte anunciada. «No esperen de mí el generoso silencioso de los cobardes», dijo Rousseff en un emotivo discurso –en el que se le saltaron las lágrimas– ante los 81 senadores que deben decidir en las próximas horas sobre su destitución tras cinco años y medio de Gobierno.

«Lo que está en juego es el respeto a las urnas, a la voluntad del pueblo y a la Constitución. Lo que está en juego son los logros de los últimos 13 años: los ingresos de la población, los más pobres y la clase media. Está en juego la estabilidad. La amenaza más temible es congelar las inversiones de 20 años en salud, educación, saneamiento y vivienda», dijo Rousseff. «La verdad es que el resultado de las elecciones de 2014 fue un duro golpe en los sectores de la élite brasileña conservadora. Como es típico de las élites autoritarias, querían el poder a cualquier precio. Todos saben que no destiné dinero público del Gobierno en beneficio propio. Estamos a punto de la concreción de un verdadero golpe de Estado», agregó.

Y sentenció: «Me preguntaron por qué no renunciaba. Jamás renunciaría porque tengo un compromiso inquebrantable con el Estado democrático de Derecho. Todos seremos juzgados por la Historia. Tengo la conciencia tranquila. No cometí ningún crimen de responsabilidad. Después de haber sido torturada, sólo temo a la muerte de la democracia».

En cambio, el líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (centro derecha) en el Senado, Cássio Cunha Lima, dijo que la presidenta «no dijo nada nuevo. Perdió la última oportunidad que tenía para defenderse», señaló. Entretanto, senadores y diputados del PT sostuvieron que la mandataria dio un discurso que quedará para la posteridad. «Habló con el alma», coincidieron. Ésta fue la primera vez que Rou-sseff acudió al Parlamento desde que comenzó el trámite del juicio político en diciembre para refutar los cargos de los que se le acusa, una serie de maniobras con las que se maquillaron las cuentas fiscales de 2015.

Esas supuestas irregularidades se refieren a tres decretos que modificaron los presupuestos sin autorización del Congreso y al atraso en depósitos a la banca pública. Según la acusación, esto equivale a la concesión de créditos al Gobierno, algo que está prohibido por la Constitución brasileña. La acusación considera que esas operaciones suponen un «delito de responsabilidad» que la Constitución contempla como un motivo para la destitución de un jefe de Estado, pero la defensa niega cualquier irregularidad y argumenta que todos los presidentes de la era democrática hicieron maniobras similares.

Recortes y privatizaciones

La suerte de la primera presidenta de Brasil está en manos de 81 senadores, y si 54 de ellos, dos tercios de la Cámara Alta, votan a favor de su destitución, perderá el cargo, que pasaría a manos del que era su vicepresidente, Michel Temer, quien ejerce actualmente la jefatura del Estado de forma interina desde el 12 de mayo.

En ese caso, Temer se mantendría en el poder hasta el 1 de enero de 2019, cuando le entregaría el cargo al ganador de las elecciones previstas para octubre de 2018, pero si el Senado vota en sentido contrario, Rousseff recuperaría la Presidencia de forma inmediata. El cambio en la presidencia supondría un fuerte viraje político que ya ha sido palpable en estos meses, puesto que Rousseff defendía más gasto social mientras que el Gobierno de Temer prepara drásticos recortes y privatizaciones para hacer frente a la recesión que sufre el país.

La mayoría de los 81 senadores ya ha manifestado su convicción de que Rousseff incurrió en las irregularidades que se le imputan y, de hecho, en las dos votaciones anteriores que se realizaron en la Cámara Alta en fases anteriores del proceso se superaron los dos tercios, con 55 votos en la primera y 59 en la segunda. Rousseff se sometió ayer a las preguntas de la mayoría de los senadores. La acusación y la defensa presentaron sus alegatos finales antes de realizar la votación final, que podría ser hoy o mañana.