Aviación
Las seis debilidades del caza estadounidense F-35
El mantenimiento del F-35 es tan complejo y costoso que muchas veces las flotas quedan en tierra por falta de repuestos o por fallas en el software de diagnóstico
El flamante avión F-35 Lightning II, el más demandado en el mercado internacional, también es un caza con un buen puñado de problemas. Convertido en símbolo de la supremacía aérea del siglo XXI, el aparato de Lockheed Martin puede esquivar radares, operar en múltiples plataformas y conectar campos de batalla a través de una asombrosa red digital. Dos décadas después de desarrollo y un presupuesto que superó el billón de dólares, el avión ha demostrado algunas debilidades que ponen en entredicho sus capacidades.
La primera de estas debilidades es no está en sus alas ni en sus armas, sino en su precio. El programa del avión de quinta generación es el más caro de la historia militar, con una inversión superior al billón de dólares destinado al desarrollo, mantenimiento y operación. Cada unidad cuesta entre 80 y 100 millones de dólares, sin contar los gastos de mantenimiento, que han resultado ser más altos de lo esperado.
Diversos informes del Pentágono han señalado que el mantenimiento del F-35 es tan complejo y costoso que muchas veces las flotas quedan en tierra por falta de repuestos o por fallas en el software de diagnóstico, conocido como ALIS (Autonomic Logistics Information System). Ese sistema, diseñado para prever problemas antes de que ocurran, es uno de los eslabones más débiles, generando errores y diagnósticos falsos.
La capacidad furtiva del F-35 que le permite evitar radares enemigos para ser detectado ha sido cuestionada. Expertos en defensa han demostrado que su sigilo no es tan absoluto como se afirmó. Sistemas modernos de radar, especialmente de origen ruso y chino, han logrado detectar rastros del avión bajo ciertas condiciones.
Además, esa invisibilidad tiene un precio: el revestimiento especial que recubre al avión para reducir su firma de radar es extremadamente delicado y requiere un mantenimiento constante. En entornos con mucho polvo, humedad o calor (como los desiertos del Medio Oriente) el material se degrada rápidamente, obligando a reparaciones costosas y frecuentes.
El F-35 no es solo un avión, es una computadora voladora. Depende de más de ocho millones de líneas de código para operar sus sistemas de vuelo, navegación, armamento y comunicación. Y esa complejidad ha sido también su condena. Los retrasos en las actualizaciones de software han obligado a volar con versiones incompletas del sistema operativo. A veces, el avión no puede desplegar ciertas armas porque el software no está listo. Incluso se han reportado errores en los cascos de los pilotos, que proyectan información crítica directamente en la visera: imágenes que se congelan, datos que desaparecen o lecturas erróneas han puesto en riesgo las misiones y la seguridad de los pilotos.
Limitaciones en el combate cercano
Aunque el F-35 está diseñado para evitar el combate cercano gracias a su sigilo y misiles de largo alcance, en pruebas tempranas (como las de 2015 contra un F-16) mostró dificultades en maniobrabilidad a velocidades subsónicas y en enfrentamientos visuales. Las mejoras en software y tácticas han mitigado esto, pero sigue siendo menos ágil que cazas dedicados al dogfight como el F-22 o el Eurofighter Typhoon.
Otras de las limitaciones que ha presentado el caza estadounidense tiene que ver con los problemas de enfriamiento y limitaciones del sistema de gestión térmica. El F-35 genera mucho calor debido a su aviónica avanzada y motor potente. Su Sistema de Gestión de Energía y Térmica (PTMS) ha tenido dificultades para manejar el calor excesivo, especialmente en operaciones prolongadas a altas velocidades (como vuelo supersónico sostenido), lo que puede afectar el rendimiento y la vida útil de los componentes.
A pesar de estas debilidades, el F-35 sigue siendo una pieza central en la estrategia aérea de Estados Unidos y sus aliados. Más de una docena de países lo han adquirido, y se espera que siga volando durante décadas.