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Un devastador terremoto causa más de 400 muertos en el oeste de Irán

Las autoridades iraníes han movilizado a todos los cuerpos de seguridad para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros en las poblaciones de Kermanshah más afectadas por el seísmo

Varias personas afectadas por el terremoto en Sarpol-e Zahab, Kermanshah
Varias personas afectadas por el terremoto en Sarpol-e Zahab, Kermanshahlarazon

Las autoridades iraníes han movilizado a todos los cuerpos de seguridad para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros en las poblaciones de Kermanshah más afectadas por el seísmo.

«Como siempre, le toca a los más pobres», se lamentaba ayer la iraní Shiren Ashari, habitante de la provincia de Kerman, donde en 2003 un devastador terremoto destruyó la milenaria ciudad de Bam. Han pasado más de 15 años del peor seísmo en Irán –que dejó entre 35.000 y 40.000 muertos– pero Ashari revivió en la madrugada del domingo los mismos momentos de pánico. Un terremoto de 7,3 en la escala de Richter sacudió la zona fronteriza entre Irak e Irán, acabando con la vida de al menos 405 personas y dejando miles de heridos (al menos 6.600) en su país. Al menos otras diez personas habrían muerto en Irak y otras 500 estarían heridas, según las primeras estimaciones.

El de ayer, el terremoto más mortífero de este 2017, se sintió también en el sur de Turquía, en la costa mediterránea de Israel y en zonas tan remotas como Pakistán. Kokab Fard, una ama de casa de 49 años y vecina de Sarpul Zahab, contó que «inmediatamente después de lograr salir de casa, el edificio se desplomó». Fard reconoció a la agencia AP que salió de casa con las manos vacías y ahora «no tengo acceso a mis pertenencias».

Aunque el epicentro del temblor se registró a una profundidad de 25 kilómetros cerca de la ciudad kurdoiraquí de Halabja, en la provincia de Suleimaniya, la zona más afectada fue el oeste de Irán. La localidad que se llevó lo peor de la tragedia fue Sarpul Zahab, con 85.000 habitantes, en la provincia occidental de Kermanshah, donde, según el último recuento oficial, habrían muerto 328 personas. No obstante, la cifra de víctimas podría aumentar debido a la enorme destrucción en la ciudad. Más de la mitad de los edificios han sufrido daños importantes, y los servicios de agua y electricidad siguen cortados.

Durante toda la noche y bajo frías temperaturas, familiares de las víctimas ayudaron a los equipos de rescate a desenterrar los cuerpos de debajo de los escombros. «Hemos dormido en la calle desde la noche anterior. No hay electricidad, agua, gas, las líneas telefónicas están cortadas, todo está completamente destruido. La ciudad entera está destruida», dijo apesadumbrado un vecino de Sapul Zahab a la televisón iraní.

Para los equipos de socorro fue una odisea llegar a los pueblos afectados por el seísmo, pues las carreteras estaban cortadas por los corrimientos de tierra. En la región hay 526 aldeas, y los equipos de rescate están explorando el área afectada para evaluar cualquier otro daño y la situación de los damnificados, que ascienden a 70.000, indicó el jefe de la Media Luna Roja iraní. Muchos seres queridos todavía están desaparecidos. Sin éxito, Arsalan Darabi, de unos 50 años, seguía, al cierre de esta edición, sin saber nada de su sobrino, esposa y dos hijos después de más de diez horas de búsqueda.

La violenta sacudida, a la que siguieron hasta 118 réplicas, según el centro sismológico iraní, destruyó también cinco monumentos históricos en Qasr-e Shirin, Dalahu y Sarpul Zahab, todos en la provincia de Kermanshah, informaron fuentes locales.

Las imágenes de devastación se repiten a ambos lados de la frontera. «Gracias a Dios estamos todos bien, pero realmente ha sido muy difícil. En Suleimaniya no hay ninguna víctima, pero en Darbandikhan, al suroeste, ha habido ocho muertos y muchos hogares han quedado destruidos. Por desgracia, el hospital también sufrió daños, por lo que han tenido que evacuar a los heridos a otros hospitales cercanos», explicó a este diario desde Suleimaniya Faris Ahmad, coordinador del centro de rehabilitación Rehab.

Las autoridades kurdas de las ciudades de Sulaimaniyah y Halabja ordenaron el cierre de todas las oficinas públicas y suspendieron todo tipo de actividades. El Ministerio de Salud instó por su parte a todos los trabajadores y al personal médico de la región a «presentarse a sus respectivos puestos de trabajo de inmediato y ayudar a las víctimas». Fuentes de ese departamento consultadas por ARA dijeron que cuatro personas murieron en Darbandikhan, dos en Garmian y uno en Sulaimaniya, y un total de 321 heridos han sido hospitalizados en toda la región del Kurdistán iraquí.

En esta región, la cercanía de dos presas al epicentro del terremoto causó la alarma. «La presa de Darbandikhan sufrió daños debido a un deslizamiento de tierra en la montaña adyacente que causó la caída de rocas en el canal de la planta, además del colapso de las casas cercanas», dijo en un comunicado el ministro de Agricultura de la región del Kurdistán, Abdul Sattar Majid. «La presa Hamrin, por el contrario, está en buen estado y no parece haber sufrido daños», agregó.

«Me desperté sobresaltado esta noche pensado que había estallado una bomba o algo así», manifestó por teléfono Shubair, vecino de Kirkuk, una de las ciudades más castigadas por Bagdad después del referéndum ilegal de independencia celebrado a finales de septiembre. «Fue una buena sacudida, temblaba todo. Otros compañeros de otras ONG, sobre todo los que viven en pisos y hoteles, fueron evacuados de inmediato», explicó a LA RAZÓN Beatriz Abziz Arnal, trabajadora humanitaria en Dohuk, el Kurdistán iraquí. A partir de ahora, pasado el susto de ayer, la principal preocupación de los kurdos sigue siendo la falta de seguridad, la disputa del territorio y los problemas en los puestos de control y las fronteras.

El presidente iraquí, Haidar al Abadi, ordenó la movilización de los equipos de protección civil para ayudar a los damnificados, a los que deseó una pronta recuperación. Y a pesar de la presión regional al Kurdistán por la celebración del referéndum de independencia, Turquía se solidarizó con las víctimas y envió ayuda humanitaria. La Agencia de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD) del Ejecutivo turco fletó un avión militar de carga a Suleymaniya en el que viajó un equipo de rescate de 20 miembros, diez efectivos médicos, dos vehículos, tiendas, mantas y medicinas. Asimismo, un convoy de ayuda formado por 50 camiones de la Media Luna Roja turca cruzó al norte de Irak desde el paso fronterizo de Jabur.