Caracas

Venezuela, un país por las nubes

Empleadas de un supermercado en Caracas reponen existencias de papel higiénico
Empleadas de un supermercado en Caracas reponen existencias de papel higiénicolarazon

La compra que antes costaba 4.000 bolívares (360 euros), ahora vale 8.000 (720 euros). «Venir al supermercado da rabia», lamenta María Mercedes Azpurúa, quien –como miles de venezolanos– hace malabarismos con su salario para llegar a fin de mes, debido a una inflación que ha batido récords en junio al crecer 4,7% puntos, según los datos conocidos ayer.

Venezuela acumula en los seis primeros meses una tasa de 39,6%, casi 20 más que en 2012. Las cifras llegan en un contexto de caída de los ingresos petroleros y de ajuste por los efectos de una devaluación que redujo en febrero el valor del bolívar el 31,7% frente al dólar. La noticia es aún peor si se tiene en cuenta la brusca reducción del ritmo de crecimiento de la economía, que cerró 2012 con un 5,6% de incremento, y que sólo ha podido crecer un 0,7% en los tres primeros meses del año. Estos datos macroeconómicos los sufren directamente los venezolanos en sus bolsillos.

El salario mínimo se sitúa en 2.457 bolívares, cerca de 300 euros. Más de la mitad de los venezolanos viven con menos de 3.000 bolívares. Pero la vida en Caracas se ha vuelto tan cara como en Madrid. Por ejemplo, una entrada de un concierto cuesta 700 bolívares. Una casa con dos habitaciones en un cerro del Chacao –barrio popular– cuesta 1.000 bolívares (120 euros), lo mismo que puede valer una botella de un vino español en un restaurante del barrio de Altamira. En esta zona de clase media-alta, un apartamento ronda los 30.000 bolívares (3.600 euros). Estos precios estratosféricos obedecen también a otro «exabrupto económico» surgido indirectamente tras el cepo cambiario del Gobierno bolivariano: el dólar paralelo, también conocido como «lechuga verde». En Venezuela, el dólar oficial ronda los 6 bolívares, mientras que en la calle se puede cambiar a 34. En ninguna parte del planeta se puede multiplicar el dinero por seis tan rápidamente.

¿Pero cómo hacen los venezolanos que no tienen acceso al dólar, las clases menos favorecidas? No viven, sobreviven, o como dirían los cubanos, «inventan» para poder llegar a fin de mes.

Si bien en Venezuela no hay «jineteras» –mujeres que persiguen a los turistas– como en Cuba, diversas organizaciones han advertido sobre el aumento de la prostitución en la última década, en torno a un 30%. «Muchas somos estudiantes o simplemente queremos vivir mejor, otras se ven abocadas a prostituirse por la situación, se quedan embarazadas y con el coste de la vida tan alto necesitan buscarse una vía alternativa para poder salir adelante», cuenta Stefany, una chica que trabaja como chica de compañía en hoteles de lujo.

En este negocio también hay inflación. «Yo gano por cliente unos 2.500 bolívares, el sueldo mínino de un trabajador. El regente de la web que nos lleva va subiendo los precios según sube el dólar paralelo. Por ejemplo, hace un mes cobrábamos 2.200, ahora subió la lechuga verde y cobramos 2.500, pero no ganamos más porque al mismo tiempo todo sube».

Otros ganan dinero cambiando dólares. Los taxistas hacen más de la mitad de sus ingresos con las divisas. En los hoteles, los recepcionistas casi viven de eso. «Si mi sueldo no supera los 300 dólares, imagina cómo hago para salir adelante», comenta Raisel, un recepcionista de un hotel en Caracas, quien advierte de que la subida de precios y los bajos sueldos ha propiciado que muchos venezolanos acaben cometiendo delitos menores. Por ejemplo, los recepcionistas de hoteles toman «fotografías» de las tarjetas de crédito de los clientes. Al tener sus datos de DNI y pasaporte, acaban haciendo compras por internet y embolsándose una cifra extra.

Y es que en el mundo al revés por el que transita Venezuela tras la muerte del presidente Hugo Chávez, el Gobierno cubano imparte lecciones sobre el «arte del buen vivir», como el lobito bueno y la bruja hermosa del poema de Goytisolo. Lo demás son grandes colas bajo el sol, corrupción y mercado negro.