Un perfume tiene el poder de cambiar nuestras emociones, de hacernos recordar, de trasladarnos a un momento concreto, a una persona. Porque a la hora de conocer a alguien no es su lenguaje verbal o su estilo el que queda en nuestro cerebro, y sí su aroma. A través de él percibimos emociones, recuerdos...

Tal es su importancia que es habitual pasar horas e incluso años hasta dar con el adecuado. Probar y probar y no sentirse identificado con él, no hablamos de que su olor no sea agradable o te de buenas vibraciones, la mayoría de las opciones podrían cumplir con esos requisitos, sino de que sientas que puede hablar por ti, definirte.

Cada año, las firmas de belleza incluyen nuevas propuestas en sus catálogos pensadas para cautivar y sorprender al público. Con la llegada del verano, los que incluyen notas cítricas y jazmines juegan un papel principal y en los meses de frío, los aromas intensos y profundos acaparan miradas (y olores). Sin embargo, hay perfumes que nunca pasan de moda, al igual que sucede con prendas de ropa, bien podríamos nombrar ellittle black dress, la clásica blazer o los stilettos, hablamos de productos que no conocen de tendencias ni estaciones. Siempre son un acierto. Es probable que nuestras madres ya optaran por ellos hace décadas y que ahora tú, todavía tengas 20 o ya hayas pasado la década de los 40, también decidas sumarlos a tu tocador.

Imposible no sentirse bella aplicando alguno de ellos en tu cuello. ¿Hay algo mejor?

Nº5 de Chanel (69,99 euros)

Olympea de Paco Rabanne (32,75 euros)

The One de Dolce & Gabbana (40,96 euros)

Miss Dior de Dior (88,99 euros)

Shalimar de Guerlain (82 euros)

Eau de Parfum Signature de Chloé (39,95 euros)

La Vie Est Belle de Lancome (89,95 euros)

Sí de Giorgio Armani (66,95 euros)