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¿Quién sonríe como un presidente?

La sonrisa es la mejor carta de presentación de nuestros políticos. Sin embargo, un gesto demasiado forzado puede provocar el efecto contrario en el interlocutor

¿Quién sonríe como un presidente?
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Cada sonrisa, aún siendo fingida, se relaciona con la secreción de endorfina, un neurotransmisor que promueve la calma, genera estados de bienestar, reduce el dolor y retrasa el envejecimiento. La sonrisa es la puerta que abre los corazones de las personas que nos rodean, genera confianza y atrae la simpatía.

El gesto de sonreír no se aprende. Lo compartimos con los primates, que al igual que nosotros la utilizan para conseguir la cohesión social, establecer la jerarquía o conseguir la supervivencia cuando demuestran mediante la sonrisa que no son una amenaza.

Se puede utilizar para expresar aceptación, acercamiento, ingenuidad, felicidad, amabilidad, amistad, cariño... es una herramienta poderosa para generar confianza. Aún siendo conscientes de todos sus beneficios, a medida que nos hacemos adultos reducimos drásticamente la frecuencia de este gesto. Los niños sonríen una media de 300/400 veces diarias, mientras que los adultos lo hacen una media de 40/50, lo que incide de forma negativa en nuestro sistema inmunológico, produciendo un impacto negativo en las relaciones sociales. Una sonrisa, siempre en un momento adecuado, posee una gran capacidad de contagio, por lo que ayudamos a los que nos rodean cuando sonreímos a disminuir su estrés y aumentar su sensación de felicidad. Muchos estudios concluyen que las mujeres sonríen más que los hombres, tal vez por una mayor permisividad de la sociedad para que puedan exhibir sus emociones. En una sonrisa sincera entran en acción tres grupos de músculos, los de la boca (orbicularis oris), las mejillas (músculos zomgáticos en ambos lados de la cara cerca del oído) y los que rodean los ojos (los músculos orbiculares, orbicularis occuli), situados alrededor de los ojos y encargados de que éstos se estrechen y aparezcan las famosas «patas de gallo». Tampoco descenderán las cejas en una sonrisa falsa. Podemos controlar de forma consciente la musculatura de la boca, pero no la de los ojos, porque éstos son involuntarios. Una sonrisa falsa no tendrá líneas de expresión en los ojos y produce asimetría facial, por la falta de suavidad en la manera en que la expresión aparece y desaparece del rostro. Además, igual que una sonrisa inoportuna puede producir un efecto contrario en el interlocutor, las personas que lo hacen constantemente proyectan una imagen de inmadurez.

Paul Ekman, experto en emociones humanas y comunicación no verbal, identificó dieciocho tipos de sonrisas según la musculatura que se activa y las emociones internas que demuestra. Es universal la forma de expresar alegría, tristeza, ira, sorpresa, asco, miedo y desprecio, independientemente de la sociedad, cultura o país a la que el individuo pertenezca. La emoción es universal pero la forma de expresarla varía en función del entorno y la personalidad del individuo. Pero estemos donde estemos, una sonrisa siempre es la mejor carta de presentación.

MARIANO RAJOY

El presidente sonríe poco pero lo hace con sinceridad

El presidente no posee una amplia sonrisa, y no la exhibe en exceso. Se muestra como un hombre de semblante serio, utiliza menos de lo recomendado el arte de sonreír, lo que frena en ocasiones la sensación de cercanía y empatía con sus interlocutores. Al sonreír vemos la veracidad de su sonrisa en la tensión que se produce en el labio superior, mucho más natural cuando es verdadera. Además los extremos de su boca son más curvos ascendentes cuando es sincera; cuando es falsa tiende a ser más horizontal.

PEDRO SÁNCHEZ

El líder socialista o cómo gestionar bien el encanto

El líder del PSOE domina su comunicación no verbal. Tiene un carácter risueño y positivo. Utiliza la sonrisa para transmitir cercanía, aunque no da la sensación de falsedad. Al ser consciente de su atractiva sonrisa y de su facilidad para gestionarla, Pedro Sánchez la utiliza mucho, pero debería ser consciente de que los gestos no desaparecen de forma automática porque la emoción que hay debajo no lo hace, por lo que cuando una sonrisa desaparece rápidamente le resta veracidad. Es un error que debe corregir.

ALBERT RIVERA

El candidato para el que nunca es demasiado

El candidato de Ciudadanos domina el uso de la sonrisa, pero ligeramente ladeada a la izquierda. Es una sonrisa ensayada, interiorizada y publicitada. Teniendo una boca bonita, y una sonrisa cercana, es una pena que el uso excesivo le reste impacto y veracidad. Es un claro ejemplo de cómo no se producen «las patas de gallo» cuando la sonrisa es más un simple gesto cordial que un sentimiento sincero y real, congruente con su estado de ánimo. Si no hiciera un uso tan generalizado, su poder de atracción a través de la sonrisa sería mucho mayor.

PABLO IGLESIAS

El hombre al que no le gusta sonreír

Al líder de Podemos no le agrada sonreír. Cuando lo hace, utiliza un gesto medido y estudiado. Su facilidad en la comunicación verbal le facilita el control de la no verbal. En general, intenta no sonreír para ser coherente con sus palabras y transmitir sensación de indignación, buscando más la crítica y el enfrentamiento que el diálogo. Es más común observar un gesto de desaprobación y rechazo a su interlocutor, lo vemos reflejado en su labio superior tenso y hacia arrriba y la mandíbula ligeramente caída. Su sonrisa no suele reflejar una emocionalidad positiva ni sincera de felicidad.