Venezuela

Chema, el hombre que conoce los secretos de Ivonne Reyes

Era la pareja de la venezolana cuando ésta quedó embarazada de su hijo Alejandro, a punto de cumplir 17 años. Al principio creyó que el niño era suyo, pero cuando Reyes dejó de devolverle las llamadas le interpuso una demanda y se hizo las pruebas de paternidad, que resultaron negativas.

Al principio creyó que el niño era suyo, pero cuando Reyes dejó de devolverle las llamadas le interpuso una demanda y se hizo las pruebas de paternidad, que resultaron negativas.
Al principio creyó que el niño era suyo, pero cuando Reyes dejó de devolverle las llamadas le interpuso una demanda y se hizo las pruebas de paternidad, que resultaron negativas.larazon

Era la pareja de la venezolana cuando ésta quedó embarazada de su hijo Alejandro: «Me dijo desde el primer minuto que yo era el padre»

Chema tenía 22 años e Ivonne Reyes 30. Él era auxiliar de vuelo cuando coincidió con la modelo venezolana. Durante su romance, hace 18 años, ella quería ser madre a toda costa y cuando logró su embarazo le aseguró que él era el padre.

Antes de nacer la criatura, Ivonne le dejó, pero pese a su juventud se hizo las pruebas e interpuso una demanda porque no estaba dispuesto a renunciar a su hijo. Un niño que resultó no ser suyo. Ahora, después de 17 años, rompe su silencio, defiende a Pepe Navarro y pide a su ex: «Para ya. No hagas más daño».

–¿Por qué ha decidido hablar?

–Después de tanto tiempo viviendo en silencio y siendo, de algún modo, protagonista de los hechos, me parece muy injusto lo que está pasando con Pepe Navarro, con el chaval, con los cuatro hijos del periodista y con la propia Ivonne. Sí, con ella también porque es víctima de sí misma. Ella sabe que Pepe no es el padre y él también lo sabe... ¿Entonces? ¿Alguien piensa en el menor? No. Ni siquiera su propia madre.

–¿Imagina quién puede ser el padre biológico de Alejandro?

–No, la verdad, pero creo que ella tampoco. Ya sabe que yo no soy y que Pepe tampoco es el padre genético. Quizá hay alguien preocupado, en su casa, pensando que puede ser él.

–¿Cuándo conoció a Ivonne?

–En 1999. Yo tenía 22 años y ella 8 más. Tuvimos una relación, de verdad, muy bonita, muy chula, muy sensual. Me hizo creer que estaba enamorada. Al menos yo así lo sentí.

–Pero Reyes dice ante la juez y la fiscal que sólo estuvieron saliendo durante unos días y ni siquiera supo decir su apellido...

–(Sonrisa) Bueno, ocho meses es casi un año. Y éste, al que solo conoció unos días, se hizo la prueba de paternidad de su hijo porque quería saber si era de él o no.

–En aquel tiempo, ¿sospechaba que ella podía estar viéndose con Pepe Navarro?

–No. Pepe era, cómo decirlo... su obsesión. Estuvo muy enamorada y se quedó enganchada. Lo sé por los comentarios que les hacía a sus amigos, no por lo que me dijera a mí. Yo creo que en aquella época ni se veían.

–¿En qué momento se entera de que está embarazada?

–No recuerdo en qué «falta» me lo comentó, pero sería a los dos meses, supongo.

–¿Y desde el minuto cero le dijo que era usted el padre?

–Claro. Si estábamos buscándolo. Bueno, lo buscaba ella y yo accedí.

–Es importante esta pregunta porque ella dice permanentemente, como latiguillo, que «desde el minuto cero» sabía quién era el padre...

–Pues en ese minuto debía estar yo. Aunque Giménez-Arnau dijo una vez (a posteriori, cuando ya rompimos) que en aquella época unos señores entraban por la puerta y otros caballeros salían por la ventana. Yo lo que puedo asegurar es que cuando Ivonne estaba conmigo estaba sólo conmigo. Lo que hacía después, lo ignoro.

–También aseguró en sede judicial que fue sola a Venezuela, junto a su hermana Clairete...

–Pues no, también fue conmigo. Era para presentar una película en la que aparecía y no nos despegamos durante ese viaje, la verdad.

–Ella contó a la fiscal que no pudo ver a su novio «oficial», Aroldo Betancourt, porque «se enfermó»...

–No sé quién es, pero es obvio que no lo vio porque estaba casi todo el tiempo conmigo. Y enferma, lo que se dice enferma, no la recuerdo precisamente (sonrisa)...

–También relató ante la juez que a la vuelta vomitó, lo que le hizo suponer que estaba embarazada.

–Pues si estaba conmigo, antes y después del viaje, el niño debería ser mío. Aunque es evidente que no lo es, a tenor de las pruebas.

–¿Vivían juntos?

–No, pero era la típica relación de vivir prácticamente en su casa y tener el cepillo de dientes allí. La verdad es que teníamos un mundo emocional muy fogoso. Después llegaban sus galas y desaparecía tres días, o mis viajes, porque en aquel momento yo era auxiliar de vuelo.

–Es decir, que cuando comentó que el padre de su hijo era de «altos vuelos», ¿se refería a usted?

–Claro, claro. Aunque luego estuvo con un piloto aquello lo dijo por mí. Se preocupaba mucho de cómo contarlo y escenificar su embarazo ante la Prensa. Venía y me decía: «Hoy he soltado esta pildorita, otro día diré algo más». Me invitaba a que saliera en los photocall –algo que nunca hice– o me pedía que, si me preguntaban, dijera que tenía más edad.

–Retomemos: ¿Ella le dice que usted es el padre?

–Me lo dice y me lo creo, porque desde que empezamos a salir ella quería tener un hijo y yo, totalmente inocente (22 años), le dije que adelante. Y no tomábamos ninguna precaución. Ninguna.

–Y, ¿cómo fue el embarazo?

–Yo lo pasé feliz, pensando que era el padre de la criatura. Me decía que nacería el mismo día de mi cumpleaños; mis padres lo sabían, también su madre, su hermana y el fallecido David. ¡Yo era el padre... en teoría!

–¿Nunca fue con ella al ginecólogo?

–Yo creo que desde que se quedó embarazada soltó lastre. Ya tenía lo que quería y me fue abandonando poco a poco.

–En el quinto o sexto mes de embarazo, ¿qué ocurrió?

–Ella andaba con gente muy mayor. Estaba con señores bastante mayores y estar con un chavalito como yo supongo que le divirtió, pero fui de usar y tirar. Un día, de la noche a la mañana, me dejó de llamar. No fue ni siquiera una ruptura, simplemente desapareció; rompió puentes. No me cogía el teléfono.

–Y en ese momento, con su edad, ¿se embarcó en hacerse pruebas para saber si era su hijo?

–Claro. Quedarme sin ella no me importaba, pero que no me dejara ver a mi hijo, que estaba a poco de nacer, sí. Era joven, estudiaba Magisterio y siempre me han encantado los críos. ¡Cómo no iba a pelear por el que era mío! Además, creo ser un persona con ética. Entonces, sin un duro, me embarqué en un abogado, pruebas, etc. Y me costó un dineral.

–¿Y?

–Lo que ya se sabe: las pruebas salieron negativas. No soy el padre. Si ella sabe quién es, que lo diga.

–¿No le ha visto nunca?

–Cuando ya nació, y antes de la demanda, ella se puso en contacto conmigo. Fui a Paseo de la Habana e intentó que retirara la demanda. De Pepe ni se hablaba en aquel momento. Supongo que ella temía que yo pudiera ser el padre y no quería evidencias. Intentaba disuadirme de la demanda, pero yo sólo quería saber si el crío era mío. Y ya no he vuelto a saber nada más de ellos dos. Aunque confieso que he llevado la foto del chaval en la cartera hasta hace muy poco.

–¿Le han ofrecido mucho dinero por hablar?

–Sí, mucho, pero ésta no es mi guerra. Nunca he aceptado. Sí quiero darle las gracias a una periodista (BC, ella sabe quién es) que se portó muy bien conmigo en aquel momento. Ahora solo hablo por cerrar un círculo que me ha acompañado 20 años. Ella no se ha portado bien y no juega limpio con su propia vida ni con lo más importante: la de su hijo. No puedo con las injusticias y me temo que está marcando la vida de Navarro tanto como marcó la mía.

–¿Por qué cree que lleva tanto tiempo callada desde que salió de «GHVIP»? ¿Puede estar preparando algo?

–Vete a saber. Es un poco manipuladora. Además, ha tenido mucho poder, aunque no lo creas. No soy yo el padre y siempre supe que Pepe tampoco. He guardado silencio todos estos años, pero me parece que hunde vidas. A mí casi me la arruina.

–¿Cómo ha repercutido en su vida?

–Mi vida dio un giro de 180 grados. Dejé de salir de noche, terminé agotado, arruinado tras el juicio, las pruebas, el niño que ya no era mío, me despedí de Spanair, donde trabajaba, porque lo sabían todos mis compañeros...

–¿Y ahora?

–Me dedico al yoga, al crecimiento personal. Soy padre y soy feliz. Desde la paz, la ausencia de rencor y las ganas de no hacerle daño, le digo: «Ivonne, para ya. No hagas más daño, ni te lo hagas a ti misma. Para ya, por favor». Si esto se cierra, concluyo, por fin, un capítulo de mi vida. Y a la Prensa del corazón les diría lo mismo: «Parad. No imaginan lo que es estar manipulado y ninguneado y que se siga hablando de nosotros, aún cuando las pruebas –tanto las mías como las de Pepe Navarro– demuestran que el crío no es nuestro.

–¿Te verías con el chaval?

–Si me busca cuando sea mayor de edad, claro. Durante mucho tiempo mi familia y yo pensamos que era mío. ¿Cómo no verlo si un día me llama?