
Estilo minimalista
El minimalismo ya no es solo ropa neutra: vuelve su filosofía original que pone a la persona por encima de la prenda
Reducido a un disfraz para aparentar riqueza, el minimalismo de hoy se enfrenta a su versión original de los 90, una que reivindica la complejidad del diseño frente a la simpleza de los colores neutros

El minimalismo, en los últimos años, ha sido vaciado de contenido. Reducido a etiquetas virales como el manido "lujo silencioso" o la estética clean girl, lo que una vez fue un movimiento de gran calado intelectual es hoy, para muchos, poco más que un sinónimo de prendas neutras y básicas. El resultado de esta simplificación, a menudo impulsada por los gigantes de la moda rápida, ha sido la creación de una apariencia sorprendentemente uniforme, una especie de disfraz para aparentar un estatus económico elevado.
De hecho, esta interpretación moderna ha sido criticada precisamente por su superficialidad, por haber convertido una filosofía en una mera fórmula de estilo. Al equiparar erróneamente lo minimalista con lo básico, se le ha arrebatado su verdadera alma, despojándolo de su complejidad y de su intención original, que iba mucho más allá de una paleta de colores contenida.
Por el contrario, el minimalismo auténtico, aquel que floreció en los noventa de la mano de diseñadores como Calvin Klein, Helmut Lang o la propia Jil Sander, se fundamentaba en principios radicalmente distintos. Según informa el medio Harpersbazaar, aquel movimiento se definía por la precisión de sus cortes y la sutileza de sus detalles, que revelaban una enorme profundidad en el diseño y una confección de una enorme complejidad técnica.
La reivindicación de la esencia frente al disfraz de la tendencia
En este contexto, la nueva colección Primavera 2026 de Jil Sander, orquestada por Simone Bellotti, se presenta como una respuesta contundente a esa banalización. A través de siluetas estilizadas y detalles de intención casi quirúrgica, la firma no propone simplemente ropa nueva, sino que recupera una visión perdida en el torbellino de las tendencias actuales: la que siempre valoró la esencia por encima del adorno superfluo.
En última instancia, la verdadera diferencia reside en el propósito. El objetivo de este minimalismo no es simplificar sin más, sino reducir los elementos innecesarios para poner el foco en la propia persona que viste la prenda. Se trata de un ejercicio que exige confianza, pues el protagonismo se desplaza de la ropa hacia el individuo, convirtiendo el diseño riguroso en un lienzo para la personalidad, no en una máscara para ocultarla.
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