
Salud
Todo al verde: así transforma tu salud el contacto con la naturaleza
El contacto con la naturaleza se revela como una potente medicina: vivir en zonas verdes no solo reduce el estrés, sino que podría salvar miles de vidas al año con una receta tan simple como sorprendente

La sensación de bienestar que se experimenta tras una jornada al aire libre no es una mera percepción subjetiva. La ciencia ha identificado que en la propia tierra existe una bacteria, la Mycobacterium vaccae, que al entrar en contacto con el organismo humano es capaz de activar la liberación de serotonina en el cerebro, mejorando de forma directa y medible el estado de ánimo. Es el punto de partida que explica por qué el contacto con la naturaleza se ha convertido en una potente herramienta terapéutica.
De hecho, este mecanismo no es el único. Gestos tan sencillos como caminar descalzo sobre la hierba o la arena ayudan a neutralizar los radicales libres, según apuntan algunos estudios. El simple hecho de estar rodeado de vegetación ya enriquece la diversidad microbiana del cuerpo, lo que se traduce directamente en un sistema inmunitario más resistente frente a las infecciones.
En este sentido, los expertos han llegado incluso a establecer una dosis recomendada para que estos efectos sean palpables: bastarían dos horas semanales en parques, bosques o jardines para empezar a notar una mejoría en problemas como el estrés, la ansiedad o el insomnio. Prácticas como los baños de bosque o «shinrin-yoku», de origen japonés, han demostrado tener efectos antiinflamatorios y un impacto directo en el fortalecimiento de las defensas. De hecho, para quienes buscan mejorar específicamente la calidad del descanso, los expertos también analizan soluciones como el 'divorcio del sueño', una tendencia cada vez más extendida.
Un remedio natural con un impacto a gran escala
Asimismo, las evidencias que respaldan estos beneficios van más allá de la experiencia individual. Un estudio de envergadura realizado por la Universidad de Harvard concluyó que las mujeres que vivían en las zonas con más vegetación presentaban una tasa de mortalidad inferior en un 12 % en comparación con las que residían en áreas con menos espacios verdes. La diferencia es lo bastante notable como para ser tenida en cuenta en las políticas de salud pública.
Por otro lado, el alcance de estas medidas es de una enorme magnitud. La propia Organización Mundial de la Salud estima que si las ciudades europeas cumplieran con las recomendaciones de acceso a entornos naturales, se podrían evitar hasta 43.000 muertes prematuras cada año. A esto se suman otros beneficios concretos, como el hecho de que pasar tres horas diarias en el exterior es un método eficaz para prevenir la aparición de la miopía, sobre todo en la población infantil y adolescente.
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