Sevilla

Armadas y amadas

Temidos durante el largo invierno de la dictadura, a los tres ejércitos españoles les sobra una letra en su hodierna denominación, pues ya no cabe hablar sólo de Fuerzas Armadas sino de fuerzas amadas, tal es la fascinación que producen entre los compatriotas (y los extranjeros) allá por donde pasan. Así sea en los puertos vizcaínos, donde los brutos de la txapela quisieron sabotear hace poco una visita a un buque de guerra que fue todo un éxito popular. Celebran su día los militares este fin de semana en Sevilla, capital de la infantería, donde los vecinos soportan las molestias de los preparativos (el ruido de las aeronaves de combate sobrevolando el casco urbano, los cortes de tráfico, las dificultades para aparcar...) con una disciplina que bien puede calificarse como castrense. Es ésta una ciudad bastante acostumbrada a los imponderables de los festejos, pues con la cabalgata de los Reyes Magos comienza un carrusel de restricciones para el tránsito que soliviantan los nervios del más templado: la Semana Santa con sus ensayos previos, claro, pero también la Feria que pone media ciudad patas arriba, las procesiones de gloria, la marcha y regreso de las hermandades rocieras, el desfile del orgullo gay... Un calendario de suyo recargado al que este año se sumó el fin de semana pasado la invasión bárbara de la final copera y ahora esta pacífica soldadesca de la que los civiles ya no huyen, sino hacia los que corren para retratarse junto a ellos. Son pocas las instituciones con las que los andaluces se sienten tan cómodos, de ahí las multitudinarias juras de bandera que han protagonizado y el abandono, por unos días, de su querencia protestona para que el Día de las Fuerzas Armadas y Amadas luzca como es debido. La defensa de la Constitución y de la Nación está en excelentes manos.