Política

Carnaval

Carnaval comprado (y pervertido)

«Cualquier gamberrada se anatemiza, de modo que el espíritu carnavalesco se ha desvaído por completo»

Imagen de archivo del concurso del Falla
Imagen de archivo del concurso del Fallalarazon

«Cualquier gamberrada se anatemiza, de modo que el espíritu carnavalesco se ha desvaído por completo»

Se consideraba en la Sicilia de mediados de siglo que el ciudadano probo empezaba a formar parte de la mafia no cuando cometía su primer acto ilícito, sino en el momento mismo en el que aceptaba un céntimo, o acaso un pequeño favor como interceder ante el coro de la iglesia para que dejasen cantar a esa niña de voz angelical, de la organización. Ahí se ataba un lazo que era sólo disoluble cuando el capo quería, o sea nunca, porque el perceptor adquiría una deuda de gratitud sin fecha de vencimiento. (...) La Junta de Andalucía, ay, ha incoado el expediente para la inscripción del Carnaval de Cádiz en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Actividad de Interés Etnológico, y vengan kilos de mayúsculas donde falta la sustancia. Quiere esto decir, ni más ni menos, que habrá un montón de dinero para comprar –para seguir comprando– una fiesta que en los últimos años ha entrado en lamentable declive por culpa de la injerencia total del poder político a través de la radiotelevisión autonómica. Los letristas de chirigota, modalidad cuya decrepitud absoluta sólo salvan contados brotes de genialidad (el entierro de Bizcocho, Selu casi siempre y poco más) en el teatro y la frescura insobornable que persiste en las callejeras. Sólo lo reproducible por el altavoz de Canal Sur, lo que por tanto se atiene a la versión más rigorista de la corrección política, es digno de premio y contrato. Cualquier gamberrada se anatemiza, de modo que el espíritu carnavalesco se ha desvaído por completo y ha sido fagocitado por el pseudo-arte zarzuelero de las comparsas. Llevan años transitando el triste camino del flamenco y ya atisban ese cementerio del talento que es contraer una deuda de gratitud con la mafia, digo con la política.