Doñana

General Invierno

La Razón
La RazónLa Razón

Salvando la distancia que el asunto guarda con las fracasadas conquistas que de Rusia intentaron Napoleón o Hitler, se podría decir que el General Invierno ha propiciado un sonoro triunfo del alcalde (y presidente) Zoido frente a los operarios de la recogida de la basura que han llenado más de indignación que de residuos las calles de la capital andaluza. Con las bajas temperaturas de las últimas semanas los restos orgánicos no han olido tan mal como los sindicatos esperaban y cada jornada que prolongaban el paro los huelguistas perdían salario en sus nóminas y crédito ante la opinión pública. Además, se han equivocado los pretendidos listos que pensaban que Zoido, con tal de no erosionar ni ápice su imagen de líder regional, iba a ceder a las primeras de cambio para seguir siendo el hombre bueno que nunca dice que no a nada. Han errado, entre otras razones porque nuestro hombre sabía muy bien que, ante su primer conflicto laboral serio, o lanzaba un mensaje de firmeza o el resto de la legislatura le amenazaba con ser de agitación, pancarta y propaganda. De hecho las secciones sindicales del consistorio hispalense vuelven esta tarde a la carga con nuevas manifestaciones aunque la policía local ya se ha desmarcado un tanto y ha admitido importantes acercamientos con el equipo de gobierno municipal. Definitivamente, la victoria política de Juan Ignacio Zoido – sin mancharse las manos pese a tanta basura y con entrevista matutina incluida en Radio Sevilla– ha levantado ampollas. Tal vez, en propios y seguro, que en extraños. De lo contrario, no se entiende que el pasado viernes en la comarca de Doñana, nada menos que un presidente de la Junta descendiese a valorar un conflicto tan local y se situase en un término tan equidistante a los ciudadanos y a los huelguistas. Se ve que Griñán no las huele, quizás también por culpa del General Invierno.