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España

Sobre el rejoneo

El rejoneador Diego Ventura / Foto: Manuel Olmedo
El rejoneador Diego Ventura / Foto: Manuel Olmedolarazon

Mientras el sur de España vive con intensidad la romería del Rocío, en Madrid, el Rey Emérito, asistía el pasado sábado, a la última corrida del arte del rejoneo en la Feria de San Isidro. El toreo a caballo, como a pie, ha sufrido una gran evolución durante los últimos treinta años. Especialmente, con la aparición de Pablo Hermoso de Mendoza, que en dicha corrida firmó una memorable faena. Ahora, se acostumbra a lidiar más por terrenos de la segunda raya, con el toro más cerrado, para poder encelarlo toreando a dos pistas. Torear con la grupa resulta, relativamente fácil. Lo que realmente le cuesta al caballo es ir de frente y soportar la presencia del toro. Es importante dejarse ver con torería y no abusar en demasía con galopes y carreras. A la vaquera, siempre se ha toreado con una mano, dejando la derecha libre. Ahora, algunos abusan a la hora de torear con las riendas en ambas manos. Una moda propia de la monta a la inglesa. Rejonear es citar, ir de frente y dar los pechos, de tal forma que el caballo parezca un capote o una muleta al pasar por el animal. El rejoneador debe clavar de arriba hacia abajo, buscando la reunión cerca del estribo. Nunca a la grupa o a toro pasado. Tan importante es la ejecución como la colocación de la banderilla. Después de clavar, hay que adornarse y rematar la suerte. Los aires de equitación y alta escuela, son un mero adorno. Complementan lo que pasa en el ruedo, pero en ningún caso puede tener el mismo valor que la forma con la que vaya cada caballo a la hora de clavar. Y tener presente la máxima de Belmonte: parar, templar y mandar.