Sevilla

Taxis contra el presente

La Razón
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Ayer fue Sevilla, donde esta noche comienza esa Feria que es de abril para el orbe y «de agosto» para el sector, como en días pasados fueron otras ciudades. Los taxistas están en pie de guerra contra los vehículos de transporte concertado (VTC), esos coches con chófer que en Hispanoamérica les hacen competencia desde hace décadas con el nombre de remís, y el pollo de tráfico que montaron durante la mañana, coaligados con la lluvia, fue monumental. El don de la (in) oportunidad es un factor clave en toda movilización. Como cualquier gremio, se alzan frente al progreso al modo de los luditas ingleses del siglo XIX, aquellos sindicalistas que destrozaban máquinas por considerarlas causantes de la pérdida de sus empleos. En perfecto correlato, hace un año ardió una decena de automóviles de Cabify en Castilblanco de los Arroyos, prueba de que un colectivo en lucha por el mantenimiento de sus privilegios siempre termina recurriendo al fuego purificador, desde el Medievo hasta nuestros días. Pelean en vano contra los tiempos quienes preconizan el inmovilismo frente a la innovación, aunque tengan razón al denunciar el fraude y la piratería que abundan en la (todavía) poco regulada industria de los VTC. ¡Casi tanto como en el taxi, pese a decenios de intentos baldíos por embridar a su facción más delictuosa! La competencia, en fin, beneficia al usuario, que ahora puede elegir entre varios oferentes en lucha por mejorar la eficiencia y el precio. Bendita sea la libertad de mercado, ante la que siempre se yerguen los misérrimos particularismos. Es más cómodo emprenderla a cachiporrazos que comprender los principios básicos del capitalismo, la más justa forma de organización económica ingeniada por la Humanidad. Pero el camino hacia la civilización exige ciertos esfuerzos intelectuales.