Interior
El autor del disparo a un vigilante no tenía licencia
Asegura a la Urbana que tiroteaba farolas junto a unos amigos
Tras el perdigonazo, se encontró un arsenal en el piso registrado, y encima ahora el presunto autor del disparo en la cabeza a un vigilante de la zona azul admite no tener licencia de armas, según consta en su declaración ante la Guardia Urbana. Junto a cuatro amigos, tirotearon todo tipo de mobiliario urbano, y un balín alcanzó a un empleado municipal de Barcelona Serveis Municipals (BSM), en la calle Ali Bei, el 9 de marzo de este año. Un juzgado investiga el caso.
Tras admitir su falta de permiso de armas, Marc P. explicó que ese día estaba en la terraza del piso de un amigo de la citada calle, junto a otros tres jóvenes, y que se habían dedicado a tirotear farolas con una escopeta de perdigones y dos pistolas de aire comprimido. El problema es que uno de los disparos dejó herido a un vigilante de la zona azul.
Ese disparo procedió de la escopeta, con mirada telescópica de gran precisión. La víctima sufrió una herida en el cráneo y tuvo que ser ingresado en el hospital. Al parecer, todo pudo haber sido mucho más grave, teniendo en cuenta que la bala tenía un calibre importante, del 4,5. Hubiera podido morir si el proyectil le hubiese entrado por el ojo.
En un principio no se pudo determinar con exactitud el autor material del disparo, pero la Guardia Urbana apuntó al declarante, Marc P., porque cree que se pusieron de acuerdo para señalar que todos habían disparado. A este joven se le acusa de un delito de lesiones, con el agravante del uso de armas.
A los otros cuatro se les acusa de un presunto delito de encubrimiento, y a los cinco al completo de un delito por daños en el mobiliario urbano, por un valor de 2.000 euros.
Impacto fuerte
La víctima relató en su momento a la Guardia Urbana que se encontraba en la acera en la esquina de la calle Sardenya con Ali Bei y que, cuando se disponía a volver a su puesto para fichar, recibió un impacto muy fuerte en la parte trasera de la cabeza, aunque pensó que era una pedrada.
Una compañera le avisó que tenía la chaqueta llena de sangre. Tras empezar a investigar, los agentes localizaron en el lugar de los hechos diferentes impactos de disparos en mobiliario urbano de la zona, como algunas señales de tráfico, semáforos y farolas.
La posición de la víctima y la trayectoria de los disparos, junto con declaraciones de vecinos, permitieron a la Guardia Urbana encontrar a los responsables. Pese a quedarse sorprendidos cuando los agentes les localizaron, reconocieron los hechos al instante. Las armas quedaron confiscadas. La munición era demasiado potente para esta escopeta.
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