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La semilla narrativa del arte paleolítico

La pieza grabada, descubierta por investigadores de la Universidad de Barcelona, es única por la acción representada. Sólo se conocen tres escenas casi comparables

Grabación en piedra caliza de una escena de dos figuras humanas que siguen a dos grullas / Universidad de Barcelona
Grabación en piedra caliza de una escena de dos figuras humanas que siguen a dos grullas / Universidad de Barcelonalarazon

La pieza grabada, descubierta por investigadores de la Universidad de Barcelona, es única por la acción representada. Sólo se conocen tres escenas casi comparables.

Jordi Nadal, el codirector de la excavación realizada en el yacimiento de L'Hort de la Boguera, en Margalef de Montsant (Tarragona), fue el primero en descubrir el hallazgo: dos figuras humanas que seguían a dos grullas grabadas sobre una pieza caliza de unos 30 centímetros. «Fui consciente de la importancia del descubrimiento, de su excepcionalidad; son cosas que te pasan pocas veces en la vida, ver una figura que ha pasado –entre 12.310 y 12.190 años antes del presente– enterrada y olvidada». No es el único que se entusiasma con el hallazgo. Los investigadores saben que han encontrado «una pieza que es el origen, las semillas, del arte narrativo», explica a este periódico Inés Domingo, investigadora del ICREA de la Universidad de Barcelona especializada en el arte prehistórico y una de las autoras del artículo publicado en la revista «L'Anthropologie».

Su pasión es contagiosa. «El arte paleolítico es importante porque una de las cosas que nos diferencia del resto de especies animales es precisamente la capacidad de comunicarnos a través de símbolos. Se pintan figuras animales, pero rara vez asociadas a una acción, lo que no quiere decir que no inspiren una historia sino que no se ve gráficamente, hasta finales del Paleolítico. Pero para llegar a aquello, el comienzo, las semillas de ese arte narrativo serían piezas como ésta, que es clave, por ser una obra muy limpia, con todas las figuras en hilera. Es una narración clarísima». Además, esta pieza encontrada en 2011 y «grabada con un útil punzante, quizá con un buril», es singular por otros dos motivos: «Porque aparecen figuras humanas, ya que frente a las miles de figuras de animales, éstas no llegan al centenar; y porque han pintado aves, unas grullas, que no suele ser común en el arte Paleolítico. Es una elección del tipo simbólico porque no están representando las especies que más consumen, sino que hay una decisión cultural, ya que son especies de caza mayor, de potencia superior, más difíciles de cazar. Además, no sólo se observa que son interesantes para comer, sino que también inspiran, hacen que los humanos quieran convertirse en esas especies o utilizarlas como símbolos, por lo que estas aves también tuvieron un valor simbólico para las sociedades paleolíticas europeas». Unas grullas que, por cierto, presentan una escena maternal.

Es uno de los pocos grabados encontrados hasta ahora que empiezan a apuntar al nacimiento del arte narrativo en Europa. De hecho, sólo se conocen tres comparables en todo el arte paleolítico europeo: «Las del yacimiento de Lascaux, en la que se ve una figura humana con cabeza de ave, otra es la de un yacimiento alemán Gönnersdorf, en la que se ve una cabeza humana que sigue a aves y en la que sí hay narrativa y otra que es un bastón perforado descubierto en el abrigo de Mège, en Francia, en la que se ven varias figuras antropomorfas y algunas aves, pero no se ve acción», detalla.