Política

Barcelona

¡Menos Colau y más Guardia Urbana!

Josep Bou, alcaldable del PP por Barcelona, pasea por el Raval y entra en un presunto narcopiso en el primer día de campaña

Josep Bou a punto de entrar en el edificio de un narcopiso durante la campaña electoral
Josep Bou a punto de entrar en el edificio de un narcopiso durante la campaña electorallarazon

Josep Bou, alcaldable del PP por Barcelona, pasea por el Raval y entra en un presunto narcopiso en el primer día de campaña

Si Josep Bou fuese un capitán de submarino, sería de esos que cierra la escotilla de popa mientras se está inundando, quedándose él dentro, pero salvando a todos los demás. Si fuese un jefe de bomberos, sería el que obligaría a refugiarse a todos sus hombres fuera del edificio en llamas, rescatando a víctimas hasta que se le cayesen los cimientos encima. Y si fuese un mena, pues se repatriaría a sí mismo al instante, porque ya está bien de tanta inseguridad, devolviéndose a su familia de origen. Sería una pena, porque personas así no abundan y Barcelona, en serio, lo necesita. El alcaldable del PP arrancó ayer la campaña con un largo paseo por el Raval. Y eso que insistió en que Colau había convertido el barrio en una zona insegura donde era imposible pasear. Pero para Bou nada es imposible. A las 8.30 horas ya había empezado a caminar y tres horas después seguía en la calle, «y en todo este tiempo no he visto ningún Guardia Urbano», exclamó indignado. Una pena, porque el premio era un jamón. «¡Allí, allí!», pero no, era Colau, que se estaba comiendo una sopa y hacía ruído. En los jardines de la Biblioteca de Catalunya se reunió con la Prensa y les invitó a pasear con él. ¡En serio, le encanta pasear! Daba miedo, porque el Raval da miedo, pero uno se siente seguro junto a él. 18 periodistas empezaron a caminar por pequeñas callejuelas llenas de suciedad y personas susceptibles. Sólo regresaron dos. No, es broma, regresaron todos, aunque no fue fácil. «¡Para grabarme hay que pagar!». «¡Como salga yo va a haber problemas!», decían los vecinos. «¡Allí, allí», gritó otro, pero no, no era un GUARDIA URBANO, era un borracho en bicicleta que atropelló a una joven cámara y empezó a discutir con un árbol. En serio, ¿dónde estaba la GUARDIA URBANA? Entonces, Bou se detuvo en un portal destartalado y aseguró que allí había un narcopiso y que hacía solo unos días subió allí y llamó a su puerta para que le explicaran de primera mano qué estaba sucediendo. «Oía bullicio, pero no me abrieron la puerta», aseguró. El alcaldable intentó volver a su paseo después de su emotiva exposición, pero uno de los periodistas le preguntó, «¿y por qué no lo vuelve a intentar ahora?». Bou se detuvo en seco y sonrió. Claro, claro, eso estaría bien, «pero ese día un vecino nos abrió la puerta y nos permitió entrar al edificio», señaló y volvió a su paseo, esta vez más rápido. «Si quiere, le abro yo», gritó entonces un vecino de ojos saltones y pelo grasiento que al parecer no era un villano de Batman. Bou, otra vez, tuvo que detener su paseo ¡y le encanta pasear! Eso sí, no lo dudó, y al ver la puerta del edificio abierta corrió y se inmiscuyó dentro. Las 18 personas le siguieron y empezaron a subir las escaleras del bloque. Los vecinos, asustados, llamaron a la policía porque al parecer un hombre mayor no dejaba de visitar lo que creían era un narcopiso. «¡Dos veces y la segunda se ha traído a 18 personas con él!», dijeron, pero ni aún así apareció la GUARDIA URBANA. Pero no, eso no pasó. Al final, Bou subió al último piso y volvió a recordar su primera visita. «La última vez me encontré a un camarero que conocía que vivía aquí y que acababan de despedir por culpa de la ordenanza de terrazas de Colau», dijo. Porque Bou lo tiene muy claro. ¡Menos Colau y más GUARDIA URBANA!