Política

Médicos

Tolchinsky: «El sistema público ya está sometido a muchas tensiones de sostenibilidad»

La entrevista Gustavo Tolchinsky, secretario del Colegio de Médicos de Barcelona

Gustavo Tolchinsky. Foto: Shooting
Gustavo Tolchinsky. Foto: Shootinglarazon

La entrevista Gustavo Tolchinsky, secretario del Colegio de Médicos de Barcelona.

El debate acerca de las conocidas terapias complementarias sigue abierto. Mientras se va extendiendo su popularidad entre la población, paralelamente éstas no cuentan con el aval de la comunidad científica y siguen saliendo a la luz pública los casos de personas que han sufrido problemas de salud graves tras confiar su tratamiento a este tipo de terapias.

–¿Qué son las terapias complementarias? ¿Qué las define como tal?

Son aquellos procedimientos o acciones con intención de afectar positivamente a la salud de una persona que no tienen suficiente evidencia como para ser considerados tratamientos de elección consensuados por la comunidad científica y que, como mucho, tienen un lugar complementario respecto a lo que es el tratamiento principal.

–¿Por qué cree que se ha abierto ahora este debate acerca de la validez de las que algunos han bautizado ya como pseudoterapias?

–Ha recobrado fuerza el debate porque desde que se ha implementado una metodología científica de validación de los tratamientos, poco a poco se ha ido avanzando en acotar aquellas prácticas que tienen valor y que, por lo tanto, tienen una justificación en su uso en la práctica clínica, y aquellas que no. En el ámbito de la medicina, todo tratamiento tiene su parte positiva y su parte negativa, que consideramos como efectos secundarios o iatrogenia. Cuando el equilibrio entre el beneficio y el riesgo, entre el valor terapéutico que tiene y la iatrogenia, no está lo suficientemente escorado hacia el beneficio, evidentemente es un tratamiento de riesgo o un tratamiento que no es válido. En el ámbito de las terapias que no tienen un claro soporte científico, podríamos decir que hay dos grandes categorías: aquellas que producen daño por sí mismas, que no entran ni en la categoría de tratamientos complementarios, y las que no han demostrado que modifiquen la evolución de la enfermedad de manera suficientemente clara, que hay alguna posible percepción de beneficio a nivel individual, pero en sí producen un concepto que es la pérdida de oportunidad. Y es que cuando un paciente es diagnosticado debe tener la oportunidad de ser tratado a tiempo de una patología potencialmente grave o que puede evolucionar a una patología más compleja y si no tratas a ese paciente correctamente desde el principio, pierde la oportunidad de curarse o bien de evitar llegar a un estadio más grave de la enfermedad.

–¿Qué aceptación tiene este tipo de terapias entre la población? ¿Su uso va en aumento?

Más de un 50% reconoce haber utilizado algún tipo de terapia complementaria, es un uso muy extendido y entre población de todo tipo, lo cual es preocupante porque son tratamientos que no cumplen el mínimo riguroso como para ser considerados tratamientos aceptados por la comunidad científica.

Sin embargo, el Colegio de Médicos de Barcelona cuenta con una sección de terapias complementarias. ¿Qué sentido tiene?

–La Junta, ante un incremento progresivo del número de expedientes por este tipo de terapias, tomó la determinación de establecer un orden dentro de lo que son los casos que analizamos para sentar un criterio que no genere confusión y entender que realmente es algo inaceptable y algo que no se comparte desde el punto de vista de la base científica. En este caso, lo que viene a decir la sección de terapias complementarias y el concepto de complementariedad que explica el colegio es que es una ubicación en la línea asistencial. Es decir, yo no puedo usar un tratamiento por delante de aquellos que ya tienen evidencia de funcionar: mi obligación como médico es que, cuando yo atiendo a un paciente, lo que no puedo hacer es confundirle con respecto a lo que la comunidad científica tiene consensuado que es el tratamiento indicado para cada patología y, en todo caso, yo domino además algunas técnicas que pueden ser entendidas como complementarias, pero mi obligación ante todo es aplicar aquellos tratamientos que se harían independientemente de los aspectos complementarios que vayas a aplicar. En definitiva, hemos intentado clarificar cual es el concepto de complementariedad del que estamos hablando. Cuando un médico utiliza tratamientos que no tienen validez científica por encima de los indicados, está confundiendo a la población haciendo pasar por una verdad bajo su figura de autoridad como profesional sanitario el que todo es igual de válido y no es así. Una vez bien informado el paciente y una vez bien tratado el diagnóstico, la terapia complementaria es una opción que ha de ser claramente diferenciada de lo que es el tratamiento principal

–¿Esta terapias, como reclaman algunos, deberían incluirse en el sistema de salud público?

–No. El sistema público ya está sometido a muchas tensiones de sostenibilidad como para encima invertir en unas terapias que no han demostrado una eficacia. De hecho, en Inglaterra se ha ido retirando la financiación a la homeopatía por la propia crítica de los médicos del sistema. Hay que centrar la inversión y los recursos en aquello que se sabe que funciona

–Qué le parece que el Ejecutivo esté preparando un Real Decreto que, entre otras cosas, prohibiría que en la facultad de medicina se impartan estos contenidos?

Que el paciente quiera consumir un producto no significa que tengamos que aprender a utilizarlo, sino que hemos de tener criterio para saber cuál es a día la mejor evidencia posible par abordar distintas patologías. Primero hay que conocer el concepto de patología y después, saber cuáles son las estrategias para diagnosticarlas y tratarlas correctamente. Hay que usar lo que está demostrado y la universidad precisamente es un foros que atesora el criterio de rigor de sus contenidos.