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El fracaso del macho alfa

Se trata de un espectáculo de humor, escrito y dirigido a raíz de experiencias personales
Se trata de un espectáculo de humor, escrito y dirigido a raíz de experiencias personaleslarazon

«Hablar entre machos del desamor siempre ha resultado un tanto incómodo e inhóspito. En esto, las hembras nos llevan una gran ventaja ya que disponen de un extenso surtido de herramientas para superar sus rupturas», afirman los miembros de La Bacanal, Oscar Machancoses y David Verdaguer, que estrenan «Dos machos verdes fritos» en el teatro Cofidis Alcázar, un espectáculo de humor, escrito y dirigido por ellos a raíz de experiencias personales. A los dos protagonistas hay que sumar El Piano como mueble-bar. Dos hombres hartos de que la vida los trate a patadas, y en especial los entes del sexo opuesto, deciden exponer sus sentimientos más íntimos sin tapujos ni pudor. En forma de diálogo musical, van entrelazando canciones con las que repasan su vida de fracasos amorosos mientras ahogan sus penas. «A mí el gin-tonic me ha salvado la vida, olvídate del psicólogo», afirma entre risas Verdaguer.

«A los chicos, a los machos, nos faltan referentes –dice-, como somos menos inteligentes emocionalmente hablando, nos cuesta más hablar de lo que nos pasa. Este espectáculo se creó hace seis años cuando nos dejaron nuestras respectivas mujeres –una distinta de cada uno–». No es frecuente entre hombres contarse este tipo de cosas. «Es más normal contar “hazañas” amorosas, conquistas, aunque afortunadamente está cambiando, ya puedes hablar con amigos, llorar, decirles que estás hecho una mierda porque te ha dejado. La gracia del título es que no somos machos, pero estamos verdes y fritos de la vida, somos el anti macho, aquí no van a encontrar al macho alfa, coge ese tópico del «machito» y lo desmonta, lo destruye, lo ridiculiza. Por eso –continúa–, aunque está destinado a hombres, que nos reímos de nosotros mismos, las mujeres se ríen mucho más y es que la experiencia de que te dejen es la misma –asegura– todos sufrimos por desamor». «Ellas sufren igual o más, pero lo viven distinto porque se lo cuentan y, al sacarlo fuera, tienen medio trabajo hecho. Esa imagen de dos hombres contándose las penas a ciertas horas con un gin-tonic en la mano es un poco patética», añade. «Y más, que tengas que emborracharte para abrir un poco el corazón. No hacía falta gastarte 30 euros para decir que está mal, pero somos así de tontos». ¿Cómo se podría definir, teatro, musical, monólogo...? «Es un espectáculo un poco raro, afirma Verdaguer, porque no es música, no es teatro, es un monólogo estándar, pero con algo muy teatral, una historia que se desarrolla combinada con canciones que la van contando, boleros, canciones de los 80 y alguna composición nuestra».