Elecciones municipales

Medallas sin brillo

Carmena se rodeó de 350 invitados en el principal acto institucional de San Isidro. Que contraprogramara con el izado de la bandera de Colón provocó que Cifuentes y Aguirre dejaran los jardines de Cecilio Rodríguez con la entrega de distinciones a medias

Los últimos alcaldes de Madrid, a excepción de Barranco, asistieron ayer a la entrega de Medallas de la ciudad
Los últimos alcaldes de Madrid, a excepción de Barranco, asistieron ayer a la entrega de Medallas de la ciudadlarazon

Carmena se rodeó de 350 invitados en el principal acto institucional de San Isidro. Que contraprogramara con el izado de la bandera de Colón provocó que Cifuentes y Aguirre dejaran los jardines de Cecilio Rodríguez con la entrega de distinciones a medias

Ayer mismo nos enteramos de los motivos por los que el solemne acto de entrega de las Medallas de Madrid, saliera por primera vez del Ayuntamiento y se llevara al Retiro: uno, porque a la alcaldesa le encanta este espacio dedicado al que fue gran jardinero del histórico parque; dos, por ser en espacio con aforo mucho más reducido, ya que asumir la gran cantidad de invitados que acudían al Palacio de Cibeles, suponía un catering de grandes dimensiones y elevado coste. Ayer, todo se solucionó con un sencillo y castizo desayuno a base de chocolate con churros y rosquillas del santo. Sólo faltó un organillo para que aquello tuviera más carácter de verbena popular que de acto solemne. Y nos enteramos también de que la alcaldesa quiso adelantar el evento al sábado, pero no pudo, porque ya había bodas programadas en el recinto. Asistieron unas 350 personas; en años anteriores, sobrepasaron las 900. El día en que el alcalde Enrique Tierno, celebró un acto oficial en los jardines de Cecilio Rodríguez, los pavos, subidos a los árboles, le interrumpieron en varias ocasiones con sus graznidos, o chillidos, a veces parecidos a aullidos de gato. Ayer, durante la entrega de las Medallas, en este mismo escenario, se oyó también a estas aves cantar. A esa misma hora, en la plaza de Colón, se escuchaba el himno nacional en el acto de izado de la bandera, acto al que no asistió la alcaldesa y al que en su nombre mandó al sobrinísimo Luis Cueto.

Y a esa misma hora también, en la calle de Toledo, sonaban las campanas de la colegiata de San Isidro llamando a Misa Mayor concelebrada, a la que tampoco acudió la alcaldesa, rompiendo así una vieja tradición, aunque quiso mantener las buenas relaciones con la Iglesia asistiendo a la misa de 12 en la pradera de San Isidro, aprovechando así su presencia en este enclave de casticismo goyesco para darse un baño de populismo. De esta manera, Manuela Carmena colocó muy de mañana el acto de entrega de Medallas, para hacerlo coincidir con el izado de la bandera y la Misa Mayor.

Nada que ver la ceremonia de entrega de las máximas condecoraciones de la Villa en Cecilio Rodríguez con los escenarios solemnes tradicionales de la Casa de la Villa o del Palacio de Cibeles. Carmena se llevó el evento al Retiro, y aquello, más que la entrega de Medallas de Oro, parecía la entrega de medallas de un maratón popular en una junta de distrito, sino fuera por la calidad de los condecorados, como me decía uno de los ex alcaldes. El psiquiatra Diego Figuera Álvarez, la asociación Madres contra la Droga, Voluntarios por Madrid y el diplomático Ángel Sanz Briz, a título póstumo, conocido como el «Angel de Budapest», recibieron la máxima distinción de la ciudad.

Los comentarios entre los invitados eran dispares y hasta ocurrentes: «Lo mismo cuando entregue las llaves de oro de la ciudad a un mandatario extranjero lo hace en una junta de distrito», «Si lo que quería era sacarlo de Cibeles, podría haberlo celebrado en el salón de plenos o en el Patio de Cristales del antiguo Ayuntamiento de la Plaza de la Villa, para darle la categoría que corresponde».

Alta representación institucional, nadie del Gobierno central: la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, que se fue rápidamente para asistir al izado de la bandera; varios consejeros de su Gobierno; los portavoces de los grupos municipales, con Esperanza Aguirre, que llegó la primera. De los portavoces parlamentarios de la Asamblea, sólo estuvo el de Podemos, José Manuel López. Se comentó que el de C’s, Ignacio Aguado, hubiera querido estar, pero no le invitaron por lo reducido del aforo; en cuanto al del PSOE, Ángel Gabilondo, estaba junto a Pedro Sánchez en Barcelona como miembro del «Gobierno del cambio» socialista. Notoria presencia de todos los ex alcaldes de Madrid, salvo Juan Barranco, a los que la actual alcaldesa agradeció su presencia, tuvo palabras amables para ellos y les pidió que se hicieran con ella una foto a los postres de chocolate. Antes, Manzano, Gallardón y Botella charlaban de la fatalidad de que con todos ellos se cayeran árboles en Madrid; también con Manuela Carmena. Gallardón recordaba que nuestra ciudad es, después de Tokio, la más arbolada del mundo. Le pregunté cómo le iba: «Bien, en general. Os echo mucho de menos en lo personal, pero nada en lo profesional». Igualmente.

La alcaldesa, que se emocionó en algún momento de su intervención, dijo que éste «era un acto muy importante para el Ayuntamiento», que «se sentía feliz» de ver allí a sus antecesores, y que el madrugón se debía a la coincidencia de actos «por falta de entendimiento». Aguirre, «bien pensada», prefirió no atribuir malas intenciones en la contraprogramación de los actos institucionales y deseó que otros años «todos puedan ir a todo». Y del chocolate con churros Carmena se marchó al cocidito madrileño de la pradera del Santo. Un concejal del equipo del Gobierno se despedía con una porra a medio consumir: «Voy a la Puerta del Sol a saludar a los amigos del 15-M». Pues hasta el año que viene. ¿Dónde será el acto? Quién sabe si en un centro cívico, con aforo más reducido y desayuno con agua, azucarillos y aguardiente.