Gastronomía
Un viaje por el mundo con el paladar
¿Se queda en Madrid este puente? En estas líneas servimos en bandeja varias direcciones en las que comerse el mundo sin coger un avión. Vayamos al grano. Al-Mounia es el restaurante de referencia de la cocina magrebí en la capital. En él, saboreamos recetas tradicionales como el cous cous, el humus y la ensalada tabulé, pero también otros platos menos conocidos para nosotros, entre ellos la pastella farsi, que es un riquísimo hojaldre con pollo y almendras, los tajines de diferentes carnes y la sopa Harira. De postre, el cocinero nos recomienda los pasteles, tanto el manoul de dátil como la chebakia de chocolate.
Los apasionados a la cocina japo han de reservar en 19 Sushi Bar, con Roberto Limas y David Arauz al frente. Realizan auténticas virguerías con el atún rojo de Balfegó, pero también con los productos importados de Japón. Nos decantamos por el tofu frito con jengibre y por el okonomiyaki, la pizza nipona con láminas de salmón, microvegetales y jalapeños. De temporada son los noodles en caldo udon con tempura de langostinos, responsables de que queramos volver, lo mismo que la ensalada de algas hijiki y bambú y el pollo teriyaki con setas.
De Soy Kichen, nos gusta la barra, donde adentrarse en el tapeo chino y comer a pares los dumplings, las gyozas y el xiao long bao de caldo de panceta de cerdo y jengibre acompañado de berenjena y cebolleta. Yong Ping Zhang, Julio para los amigos, ha revolucionado el concepto de cocina asiática al mezclar de manera creativa sabores de Tailandia, Japón, Malasia, Singapur, China, Corea, Perú y España, por supuesto. Sin embargo, para viajar a Shangai con el paladar recomendamos reservar en El Bund. Su decoración es una recreación de un jardín de Suzhou. Envuelta en ella, lo suyo es probar algunos de los más de doscientos platos que nos llevan a viajar por la cocina más antigua del mundo. Los rollitos de primavera son inigualables, también los crisantemos rellenos de gambas y un sobresaliente pato a la pekinesa servido con tortillas de trigo y verduras.
Cascabel, la antojería de Roberto Ruiz, también abre estos días de fiesta para los paladares enamorados de los tacos del cocinero mexicano con una estrella Michelin. Sorprenden porque los elabora sobre tortillas de nixtamal artesanales de maíz morado y coloca cangrejo de cáscara blanda crujiente, guacamole, crema de frijoles y un mix de zanahorias. El taco falafel con chipotle, raita y chiles frescos es también de nuestros preferidos para armonizar con un catrina sour, cóctel que lleva mezcal Espadín artesanal, pomelo, zumo de lima y un bitter amargo.
Para desmigar la gastronomía tradicional venezolana, inspirada en recetas de las abuelas, el establecimiento idóneo es Apartaco, donde Leo Araujo rescata platos como las hallacas, los tequeños y las arepas. Sin embargo, las recetas que le trasladan a su infancia es la chalupa, una especie de lasaña que en lugar de hacerse con pasta se prepara con cachapa, creada con harina de maíz. También, el popular pabellón criollo, el mondongo, una sopa espesa, y el bizcocho tres leches.
Antoinette es una brasserie parisina en la que degustar el boeuf bourguignon con patatas al vapor y la lubina meunière, además de caracoles y unas ancas de rana con ajo y perejil tan ricas como la crèpe suzette.
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