Casa de Campo
«Menas»: los vecinos de Casa de Campo quieren de nuevo su albergue
Los residentes de la zona han dicho «basta» ante el aumento de robos con violencia. Mañana saldrán a la calle para reclamar que se devuelva el actual centro de menores a su función original
Uno de los últimos sucesos ocurrió el pasado fin de semana. Una mujer, de origen sudamericano, paseaba tranquilamente con sus tres nietos por la calle. Mientras realizaba una videollamada a su hija, un joven le pegó un empujón, le arrebató el móvil y salió corriendo. Un grupo de vecinos pudo verle lo suficiente como para notar que llevaba puesta una camiseta del Manchester United. Así, se dirigieron al albergue Richard Schirrmann. Efectivamente, le habían visto salir. Gracias a ellos, el joven acabó detenido por la Policía.
La Asociación de Vecinos de Casa de Campo Unidos relata estos hechos con indignación, pero también con la frustración de quien los padece, por lo menos, todas las semanas. Esta agrupación ciudadana está en pie de guerra desde abril del año pasado, cuando aquel albergue juvenil de reconocida solera en la capital pasó a ser un centro de menores extranjeros no acompañados («menas»). ¿El motivo? «Un enorme aumento de los robos con violencia, con puñetazos, o con la técnica del ‘‘mataleón'‘, en los que las víctimas suelen ser mujeres, personas mayores y parejas de menores», afirman a LA RAZÓN desde la asociación. Una maniobra, la del «mataleón», por la cual el agresor sorprende a las víctimas por la espalda, rodeándoles el cuello con el brazo, de forma que sufren un estrangulamiento que les hace perder el conocimiento.
La primera voz de alarma de lo que estaba ocurriendo en la zona de Casa Campo y Batán la dio hace pocas semanas el Sindicato Unificado de la Policía (SUP). Los últimos hechos registrados en la zona, en los que nueve menores apedrearon a varios vecinos y sustrajeron la cartera a otro mientras intentaban ayudar a una mujer que acababa de ser víctima de un robo, les llevó a analizar la situación. El SUP estimó que tres de cada cuatro menores detenidos en la capital procedía de un centro de acogimiento de «menas». Y si bien durante el confinamiento habían dado una tregua, desde mayo la situación se ha vuelto crítica.
Al poco de abrir su grupo de Facebook para denunciar uno de estos hechos, la Asociación de Vecinos de Casa de Campo Unidos comenzó a recibir decenas de mensajes con un denominador común: «A mí me pasó lo mismo». «Era una forma de encauzar toda la indignación que sentíamos», comentan a este diario. De hecho, calculan que, desde la puesta en marcha del centro, se han podido producir en el entorno de Casa de Campo cerca de un centenar de delitos, entre los cuales los más habituales son los robos con violencia.
Con todo, estos hechos no siempre figuran en el total de las cifras oficiales de Casa de Campo. «Es una zona limítrofe entre los distritos de Latina y Moncloa. De hecho, muchos vecinos viven en Latina y son atracados en Moncloa, por lo que las estadísticas no reflejan la realidad de la situación del barrio», sostienen. En cualquier caso, tienen localizadas aquellas áreas más «peligrosas», todas ellas en los entornos de las paradas de Metro. De mayor a menor peligrosidad, se trata de los alrededores en las paradas de Lago, Batán, Casa de Campo y Alto de Extremadura.
Así, durante estas semanas, se han movilizado para buscar pruebas de una culpabilidad que consideran evidente. ¿El resultado de sus pesquisas? «Se está produciendo un ‘‘efecto llamada'' y muchos menas y ex menas del centro de Hortaleza acuden a la zona para acampar con colchones o tiendas de campaña. Al cumplir la mayoría de edad dejan de estar tutelados y no tienen dónde ir», afirman. Sin embargo, lo más alarmante es que han dado con «arsenales de piedras y palos en zonas que recorremos a diario. En un día no hay nada, y al siguiente, los encuentras estratégicamente escondidos y colocados».
La situación les ha llevado a convocar para este domingo a las 11:00 una concentración vecinal bajo el lema «Recuperemos el albergue», un «servicio público» que, de la noche a la mañana, les han arrebatado. En la manifestación, además de cumplir con las medidas sanitarias de rigor, ruegan que no se asista «con ninguna pancarta o bandera de tinte político». Y es que, como afirma la asociación, se trata de un «movimiento apolítico y que rechaza cualquier tipo de racismo o la xenofobia. De hecho, la zona de Casa de Campo y Batán tiene una alta población inmigrante que también está siendo víctima. Y en la asociación, además de personas de origen inmigrante, está gente de todos los colores políticos».
No en vano, creen que los propios «menas» no dejan de ser víctimas de la situación. «El hecho de que vivan 63 menores hacinados en una especie de ‘‘casa del terror'' no es forma de mantenerlos ni propiciarles un futuro. Es una canallada para ellos y para el barrio».
Un centro abierto por emergencia social
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