Con los vulnerables
Sor Eugenia y sus hermanas: ángeles frente a la fragilidad
Las Hijas de la Caridad, premiadas por la Comunidad de Madrid en los Reconocimientos 8 de Marzo
Discutían en Constantinopla, mientras los turcos intentaban asaltar sus murallas, cuál era el sexo de los ángeles. Esta semana, en la entrega de los «Reconocimientos 8 de Marzo» a siete mujeres comprometidas con la igualdad, hemos asistido a un testimonio conmovedor que nos ha sacado de dudas. El galardón en la categoría de Labor Social a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, por la ayuda constante y desinteresada de la congregación, a través de comedores o albergues, por su trabajo con la población reclusa o inmigrante va más allá del sexo. O quizá haga resplandecer aún más si cabe a las mujeres que, como hermanas o como voluntarias, dan lo mejor por ayudar a los demás. A los más necesitados. Una población vulnerable que en estos tiempos de pandemia también está formada por los enfermos de Covid. Y por las hermanas que, como ellos, y por ayudarles, han enfermado también. A todos ellos se dirigieron las palabras de Sor Eugenia, la hermana que acudió, en representación de todas, a recoger el galardón. Allí habló de compromiso. Una entrega que sale de la suma de «solidaridad» y «siempre». En esa labor han estado las hermanas de la Caridad, en Madrid, en España y en tantos lugares del mundo. A ese «compromiso» ellas han sumado el complemento «con amor», para alumbrar «la caridad». Algo que les da nombre y sentido a sus vidas. Y a las de todos aquellos a los que ayudan, con los que están comprometidos. Comprometidas con un fin, trabajando por la hermandad de todos. De ahí, de esa fraternidad, es de donde salen las verdaderas libertad e igualdad.
«Para nosotras, mujeres de Iglesia, cuidamos la fragilidad. Lo hacemos en centros educativos, en residencias... A todos ellos hemos atendido. Somo mujeres al servicio de mujeres. Pero no solo». Y eso es lo que ponen de manifiesto los testimonios de todos aquellos a los que ayudan Sor Eugenia y el resto de hermanas. De una ex reclusa, de una persona alcohólica, de una inmigrante, de una mujer víctima de la violencia de género... Para todos las hermanas han tenido cariño y trabajo. Ánimo y esfuerzo. Hasta el punto, como apuntaba la mujer víctima «desde el mismo día de mi matrimonio» de la violencia de su marido, que «en esta Casa, Dios no me falla. Me protege y me manda ángeles». Unos «ángeles» que son las mujeres, las hermanas Hijas de la Caridad. Un reconocimiento en femenino que recuerda al que, en estos días, ha tenido también la misionera española Alicia Vacas. Ella ha recibido el Premio Internacional a las Mujeres Coraje que otorga el Departamento de Estado de Estados Unidos. La religiosa comboniana ha recibido el galardón en una ceremonia virtual que han presidido la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, y el secretario de Estado, Antony Blinken. En su decimoquinta edición, los International Women of Courage han puesto en primer plano la labor de esta monja que actualmente es la responsable de las Misioneras Combonianas para Oriente Medio y Asia. Todo un ejemplo, ambas, de compromiso. En femenino.
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