4-M
Es Jueves Santo y en el interior de un estudio fotográfico del barrio madrileño de Prosperidad suena de fondo uno de los clásicos de Julio Iglesias. Tras más de una hora de trabajo, surge la chispa a las 14:33. «La tenemos. Esto está donde queríamos». Es probable que Uxio da Vila haya capturado en ese instante una de las imágenes que, durante las próximas semanas, los madrileños verán por cualquier rincón imaginable. En las farolas de las calles, por supuesto, pero también en el Metro, en las vallas publicitarias, en la televisión y en su móvil: el retrato del cartel electoral de Isabel Díaz Ayuso.
La presidenta regional y candidata del Partido Popular ha compartido con LA RAZÓN la jornada de la que saldrá esa fotografía y también sus sensaciones ante otro mayo histórico para Madrid y ante lo que se le viene encima desde mañana. Treinta días de una contienda electoral en la que estará en la diana del resto de candidatos y en la que se lo juega todo. Confiesa sentir el nervio propio de las citas importantes. Lo consigue aplacar, eso sí, con la tranquilidad que le concede haber dejado en manos de los ciudadanos la oportunidad de que sean ellos los que elijan su futuro en las urnas. Y lo hará como asegura hacerlo todo en la vida: «Me gusta vivir todo con mucha intensidad, para no sentir nostalgia cuando las cosas pasen».
Ayuso y su equipo han elegido un festivo para realizar esta sesión por ser uno de los pocos blancos en la agenda de la jefa de la Puerta del Sol. Son más de tres horas frente a la cámara del fotógrafo, de trabajo de maquillaje y peluquería, y de probar encuadres y gestos para obtener la instantánea que resuma el mensaje que los responsables de la campaña popular buscarán trasladar a los votantes a partir de la noche del 17 de abril, cuando se «peguen» los carteles. Aupada por las encuestas, ella tiene muy claro qué Isabel Díaz Ayuso quiere transmitir: «Me gustaría ser la que representa a los que me representan. Y son todos aquellos ciudadanos que viven en Madrid a la madrileña».
Esto de «vivir a la madrileña», criticado en algunos sectores como el germen de una suerte de nuevo nacionalismo castizo, es ya un mantra habitual en las intervenciones públicas de Ayuso. Le preguntamos qué significa: «Es una forma de vivir muy concreta la que nos hemos dado en Madrid, madrugando mucho, trabajando mucho, con muchísima presión, pero, a la vez, con muchas oportunidades y libertad. Quiero que todo el que pasa el día entero aquí trabajando y sudando la camiseta se sienta orgulloso y representado».
Poco después del mediodía había llegado la presidenta al estudio del fotógrafo Uxio da Vila. Allí no le espera una corte de asesores. Únicamente dos personas de su máxima confianza en Sol. Su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, y su jefe de Prensa, José Luis Carreras. La candidata reconoce al llegar que no está en su mejor día. De hecho, varios episodios de tos obligan a interrumpir la sesión: «La presión la suelo llevar bastante bien y no pienso en ello, pero el estrés sí que aparece con otros síntomas, a lo mejor con más cansancio y en el aspecto. Lo llevo más por fuera que por dentro».
«Fenómeno fan»
Veinte minutos después de la una de la tarde, ya peinada y maquillada, Ayuso se sienta frente al fotógrafo para el que ya posó con motivo de la portada de febrero de «Vanity Fair». Tras los primeros «disparos», bromea con él: «Esas fotos están bien, ¿por qué no lo dejamos así ya?». Da Vila le confiesa que ha seguido algunas de sus entrevistas radiofónicas de la semana. Porque en la búsqueda de la complicidad con el fotografiado está parte del secreto del éxito: «Has visto cómo me lo curro». A partir de ahí, una sucesión de órdenes para conseguir el objetivo. «La barbilla, más levantada»; «seguimos por este lado»; «ahí, impecable». Y hasta cuatro cambios de «look». Chaqueta azul, chaqueta roja, una prueba con una chupa de cuero que la presidenta compró en Cáceres el año pasado y, para terminar, un traje en color crudo.
Mientras Ayuso posa, su equipo recibe por Whatsapp la última muestra del «fenómeno fan» que rodea a la presidenta, especialmente entre los hosteleros. Casa Ciriaco, uno de los restaurantes centenarios de la capital, ha rebautizado una de sus raciones como «Cazuelita Ayuso», en la línea que ya habían abierto las «papas a lo Ayuso» de un bar de Cascorro o la pizza «Madonna Ayuso» de un restaurante de Fuencarral. La candidata no es ajena a todo esto y es la primera en percibir ese calor en la calle: «La gente me anima mucho, hay frases recurrentes que me dicen: “Confiamos en ti”; “Resiste”; “Me representas”; “En mi familia te votamos todos”... Hay que gente que me dice: “Mi familia había votado siempre al Partido Socialista o a la izquierda y te vamos a votar todos porque se nota que has antepuesto los intereses de los ciudadanos a tu seguridad”». Es ésta una de las razones por las que está deseando que arranque una campaña que, por motivos sanitarios, será más en la calle que nunca: «Yo las prefiero así, la verdad, porque creo que la campaña se hace todos los días y me gusta hacerla en la calle porque es la manera de encontrarte con mucha gente que, de otra manera, a lo mejor no iría a un mitin».
En las conversaciones que mantiene en estos días con los madrileños, la presidenta reconoce que le llenan de «responsabilidad» los mensajes de aquellos que le dan las gracias por «permitirles seguir trabajando» al mantener abierta la actividad comercial. «Es gente que lucha de verdad y son los que me llenan de orgullo. Te das cuenta del poder que se puede llegar a tener en política cuando un ciudadano te da las gracias simplemente por dejarle trabajar, no por dar una subvención o un regalo, sino por dejarles trabajar. Eso me ayuda a darme cuenta de cuánto influyen nuestras decisiones en el día a día de los ciudadanos y por eso hay que ser muy prudentes a la hora de tomar cualquier decisión porque afectas a mucha gente sin darte cuenta».
La perspectiva electoral de los populares es buena y Miguel Ángel Rodríguez, un experto en todo lo que rodea a una campaña, hace cábalas sobre los puntos necesarios para llegar a la meta de una mayoría lo más amplia posible. «Las primaveras nos suelen ir bien al PP», apunta, como un presagio chamánico. Es consciente, sin embargo, de que el camino hasta el 4 de mayo es aún largo. Como los directores de cine o los escritores que temen gafar el éxito de su próxima obra si revelan el título, la presidenta y su equipo bajan el tono al hablar de una eventual mayoría absoluta. Pero ahí está, como escenario posible.
Sobre el diagnóstico aireado por expertos en demoscopia, según el cual, Ayuso gusta mucho entre las filas de Vox, la candidata no lo desmiente: «Lo noto entre los votantes que siempre habían apoyado al Partido Popular, desde luego, y entre los jóvenes y los primeros votantes. También en muchísima gente que ha votado a Vox y me dice que me va a votar ahora a mí. La verdad es que eso me lo encuentro todos los días».
Gobierno y campaña
En su horizonte más cercano, tiene tres retos que discurren paralelos: seguir liderando el Gobierno, no bajar la guardia en la batalla contra la pandemia y volcarse en la campaña electoral. «Estoy muy centrada. Tengo que gestionar la Comunidad de Madrid. Hemos adquirido el doble de competencias porque no he querido sustituir consejeros y tener un Ejecutivo con trece personas del PP, porque considero que los madrileños no lo han votado. Nuestro Gobierno tiene el doble de trabajo. Además, estamos con la gestión de la pandemia y con la propia campaña. Como son muchas cosas, procuro centrarme en sacarlas todas con mucha cabeza y trabajando el día entero».
Esas tres misiones dejan casi sin tiempo libre a la presidenta. En los pocos ratos de los que puede disfrutar fuera de los focos y la agenda política, ha encontrado en Bolbo a su mejor aliado: «Me gusta pasear por Madrid con mi perro y educarle porque ahora es pequeño y está en la etapa perfecta para ir adiestrándole y, cuando puedo, ir al campo. Antes de las restricciones iba a mi pueblo en Ávila y ahora voy por todos los pueblos de Madrid y procuro que sean zonas verdes para llevarme al perro y, de paso, ya tomarme el aperitivo allí con la gente. Eso es lo que más me gusta hacer».
En lo que tiene que ver estrictamente con las cuestiones de campaña, Ayuso asegura estar encima de todos los detalles: «Soy muy perseverante en cada decisión que tomamos. Aunque es cierto que me estoy dejando asesorar más que nunca, mucho más que antes. Tengo que gestionar Madrid, que es mi prioridad, y hay que empezar a delegar. Ahora tengo un equipo muy sólido en el Gobierno, en la Asamblea de Madrid y en el partido, que al principio estaba por crearse».
«Foto de mayoría absoluta»
Conforme avanza la tarde, el resultado buscado parece más cerca. «Esta fotografía es de mayoría absoluta. Ésa es muy tú», le señalan sobre una de las decenas que visionan en el portátil del fotógrafo. A las 15:23, aplauso. El equipo de Ayuso y el de Da Vila celebran que el trabajo en el estudio está hecho. Llegará ahora el turno de los creativos. De elegir un eslogan con el que afianzar a las bases y atraer a indecisos.
Antes de recoger, le pedimos una valoración sobre sus rivales. El 4-M tendrá enfrente a cinco candidatos. Todos han incluido en sus lemas de precampaña, mensajes contra ella. Ángel Gabilondo propone «gobernar en serio», en contraposición, argumentan en el PSOE, a lo sucedido en Madrid en los últimos dos años. «Tengo la percepción de que los madrileños consideran que me lo he tomado yo bastante más en serio que el PSOE, en lo sanitario y en lo económico», subraya la presidenta.
«Creo que más serio que mi trabajo durante estos últimos dos años, que no he hecho otra cosa que enfrentarme a todos los desafíos que ha tenido la Comunidad de Madrid, no ha habido otra persona: a incendios, a la pandemia, a la helada histórica, a inundaciones también históricas y a una crisis económica como no habíamos visto antes. Y todo eso me lo he echado yo a las espaldas. Así que más en serio que yo no creo que pueda haber nadie ahora mismo en esta campaña». Y se muestra especialmente contundente a la hora de afear a los socialistas su intento por detener la convocatoria de elecciones: «Además le he devuelto a los ciudadanos el poder de decisión que el PSOE y los demás partidos me han intentado negar y le han intentado negar a los ciudadanos. Intentaron con todas las argucias posibles que los madrileños no fueran a las urnas. Eso sí que no es serio».
El otro rival a batir será el hasta hace unos días vicepresidente de la coalición con Pedro Sánchez. Ayuso no tiene dudas de que a Pablo Iglesias «le encantaría» que la campaña fuera bronca. Los morados han pasado al ataque contra Ayuso y, en sus primeras acciones en las redes sociales, llaman a la izquierda a movilizarse para que «la mafia no pueda volver». ¿Qué le sugieren este tipo de mensajes a la candidata del PP? Antes de contestar, suspira: «Bueno, Podemos quiere cerrar el Zendal, meterme en la cárcel y va provocando siempre tensión. Yo soy una persona que recorre todo Madrid y puedo asegurar que en los barrios más humildes no le quieren ni ver. Estas políticas no las quiere la gente, porque son ciudadanos conscientes de que con ellos perderían lo que con su esfuerzo diario consiguen poco a poco».
Pocos dudan de que ambos, Ayuso e Iglesias, serán dos de los protagonistas indiscutibles de esta «batalla por Madrid». Así lo dejó claro la presidenta cuando alumbró el «comunismo o libertad» como el terreno de juego en el que se disputará el 4-M. Y así lo quiso el líder morado al abandonar el Gobierno de Sánchez para volver a Vallecas, a la asamblea regional ubicada en este barrio. Se ha comentado mucho la conexión biográfica, casi astral, que les une a ambos. Nacieron el mismo día, del mismo año. 1978. Aunque es posible que sea lo único que les conecta.
La periodista que lidera la papeleta del PP podría ahora, con una victoria, precipitar el final político de Iglesias. Lo intentará con una campaña cuya imagen fue capturada mientras sonaba de fondo otro Iglesias. Julio. «Me olvidé de vivir» era la canción que mecía a la presidenta en ese momento. Un clásico que, como ella, también vino a este mundo en 1978.