Gastronomía

Mil y un vinos, el rincón de Madrid para los forajidos enológicos

Ángel Vellón ha organizado este lugar para seleccionar vinos de personalidad

Taberna Vinoteca 1001 Vinos, en el Mercado de San Anton.
Taberna Vinoteca 1001 Vinos, en el Mercado de San Anton.Jesús G. FeriaLa Razon

Hay un antes y un después para el mundo de la gastronomía y de la buena vida que lo enmarca en letras de molde el mercado de San Miguel. A la vera de la Plaza Mayor, esa antigua plaza de abastos que daba suministro a los ministriles del barrio, se reconvirtió en un internacional y flamante escaparate para el bocado de paseo. Buena ostra, quesos y chacina; y un puesto de vinos que se convirtió en modelo y faro para todos los que quieren compartir las excelencias enológicas, con los que se acercan al mercado.

Mil y un vinos. Mercado de San Antón. Dónde calle de Augusto Figueroa, 24, 28004 Madrid

Ese fenómeno indiscutible se ha intentado replicar por los diversos lugares de la geografía nacional y también los propios mercados madrileños han ido acentuando la propuesta gastro. Es el caso del Mercado de San Antón en el corazón de Chueca, que ha dado un auténtico vuelco al concepto tradicional para alegría y regocijo de los gatos de caché. Y entre una baraja de nombres importantes capitalinos y de restaurantes y tabernas de primer nivel, hay un hueco para el vino.

Lo protagoniza el inefable e hiperactivo a Ángel Vellon. Este pícaro del siglo XXI, que tiene todo el saber estar de la taberna vieja y la empatía de las barras de siempre, ha organizado un delicado y exquisito rincón, con todas las letras que lo identifican, para seleccionar vinos de personalidad. Qué importará el tamaño cuando, al modo de las esencias de un perfume, se contiene en frasco pequeño. Lo recoleto del espacio es un aliciente para, desde la barra que nos recibe, hasta los anaqueles donde se agolpan las delicatessen líquidas, uno ir enfrentándose poco a poco a una estancia que se promete larga.

Ángel siempre se ha movido en el romanticismo de que en sus casas haya gente con personalidad. La misma que imprime la selección de las etiquetas, por las que desenvolverse por toda la geografía nacional y algunos selectos lugares del planeta del vino. También es otra marca de este activista gastronómico, que tan pronto tiene el mandil de tabernero, como es encargado de los servicios de alcurnia en los mejores restaurantes madrileños, el respeto por el precio del vino.

Hay una obsesión de que si uno no se bebe dos botellas, será por la indicación de los médicos, la moderación o la falta de diversión enológica, pero nunca por lo atractivo de lo que aquí se factura. El ajuste, la gracia de la calidad de lo que uno puede ir descorchando también es expuesto en una sugestiva propuesta de vino por copa. En más de una treintena, nos podemos deslizar desde la pasión jerezana de Angel Dis Tinto y sus acólitos, los numerosos blancos que gracias a la tipicidad van gozando cada vez más de nuestro prestigio, tintos de todo pelaje, y al final, ¡viva el champú! Hay pocos garitos donde el espumoso, principalmente del otro lado de los Pirineos, tenga tanta grandeza.

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Taberna Vinoteca 1001 Vinos, en el Mercado de San Anton.
Taberna Vinoteca 1001 Vinos, en el Mercado de San Anton.Jesús G. FeriaLa Razon

La variedad, la versatilidad de jugar con los vintage, brut, ensamblajes, son grandes compañeros para los estados de ánimo oscilantes que aquí tienen refugio. Un recital de vermuts también son aliciente para las 1000 y una vidas que tienen Ángel y todos sus amigos. En Madrid hay otra muesca más para el revólver del loco del vino. Está en un mercado vivo, para copa en mano darse un pingüi.