Análisis

La capitalidad en opinión de Sánchez, Montero y el pulpo

El vicepresidente de la Comunidad de Madrid contesta en LA RAZÓN a la ministra de Hacienda, que aseguró que Madrid no es la locomotora de España “ni por talento ni por emprendimiento” sino por las inconfesables ventajas de la capitalidad

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero
La ministra de Hacienda, María Jesús MonteroEduardo ParraEuropa Press

Es bien conocido que el sanchismo tiene por costumbre atacar a Isabel Díaz Ayuso mediante el sorprendente método de insultar a siete millones de madrileños y, por extensión, a todos los españoles, pues la Comunidad de Madrid se construye día a día con el esfuerzo de ciudadanos de las más diversas procedencias. Moncloa ya ensayó esta estrategia antes de las elecciones autonómicas de mayo de 2021 con rotundo fracaso y no desiste, pese al ridículo histórico al que estamos asistiendo cuando, después de demonizar continuamente a Madrid por sus políticas fiscales, resulta que los barones socialistas bajan impuestos, como Ximo Puig, o bien rebajan tasas y precios públicos –en el caso de Guillermo Fernández Vara–.

Sánchez lanzó el «boomerang» de los ataques a Madrid con demasiada virulencia y ya no hay Tezanos que pueda parar el golpe. La propia vicepresidenta Calviño se ha empezado a dar cuenta de ello y ha pasado de preguntar «de qué tiene miedo Isabel Díaz Ayuso», a plegar velas y admitir que aquí se gestiona bien.

En esta antología del disparate socialista, la ministra Montero irrumpió hace unos días a porta gayola para decirle al mundo que la Comunidad de Madrid no está a la cabeza en el nivel de renta ni por «talento» (sic), ni «por emprendimiento» (sic), sino por las inconfesables ventajas de la capitalidad. Prefiere olvidar la titular de Hacienda que Cataluña, sin gozar de ese supuesto privilegio, fue la región líder y el motor económico de España durante muchas décadas, hasta hace bien poco. Precisamente, hasta que los socios secesionistas del Gobierno decidieron demoler la convivencia, la seguridad jurídica y las expectativas de futuro de los catalanes.

La dirigente socialista, además, adornó su filípica anti-madrileña, cómo no, con el franquismo. En una insólita lección de historia, quizás extraída del nuevo currículo de historia de la LOMLOE, dijo que la configuración radial de las infraestructuras en España fue cosa de Franco; cuando se trata de un planeamiento de tiempos de Carlos III y ya plenamente consolidado en la segunda década del siglo XX. Volvemos a lo mismo: en cualquier caso, ese pérfido diseño radial, lo hiciera quien lo hiciera, no fue obstáculo alguno para que, durante muchísimo tiempo, Cataluña fuera la locomotora del desarrollo en nuestro país.

Así que, por mucho que les pese a Sánchez, a Rufián o a la ministra de Hacienda, algo se habrá hecho bien en estos últimos años en la Comunidad de Madrid para alcanzar un sólido liderazgo económico. Ellos no lo entienden por su visión sectaria del mundo, pero la clave ha sido ofrecer estabilidad institucional, bajar el IRPF y suprimir otros impuestos para dinamizar la economía, crear mayor riqueza y bienestar, y, en consecuencia, recaudar más para garantizar unos servicios públicos de calidad.

Lo de la capitalidad es un latiguillo insostenible después del éxito económico del Gobierno de Juanma Moreno en Andalucía. La región que renqueó durante cuatro décadas de gobiernos socialistas –con la inestimable colaboración de la señora Montero en cargos de muy alta responsabilidad–, ahora crece y crea empleo con el PP al timón: con capitalidad o sin ella, lo que funciona, funciona, y lo que no, no.

Plantear que quienes vivimos y trabajamos en la Comunidad de Madrid estamos manchados por un pecado original que cometió Felipe II hace más de 400 años, y que deberíamos pedir perdón y flagelarnos todos los días, no es un discurso nuevo, pero sí es insólito que lo enarbole el propio Gobierno de la nación. ¿Cabe imaginarse a un ministro francés, o al propio presidente Macron, presentar a París como un problema para los provenzales, bretones o normandos?

Sí, ser capital representa un plus de peso específico y protagonismo, pero también implica responsabilidad y compromiso con el resto del territorio. La Comunidad de Madrid es, de lejos, la región que más aporta al Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales, defiende siempre los intereses del conjunto de la nación y alimenta en todo momento el discurso de la unidad, la cohesión y la igualdad entre españoles.

Pero Montero y los progres pretenden convencer a todo el orbe de que nada de lo que logramos los madrileños es resultado del mérito, del talento o del emprendimiento, sino un simple cobro de las rentas de la «capitalidad». Afortunadamente, a estas alturas de la agonía del sanchismo, ya nadie, ni los barones socialistas, aceptan pulpo como animal de compañía.

Enrique Ossorio es vicepresidente y consejero de Educación y Universidades de la Com. de Madrid