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Cinco coctelerías clandestinas de Madrid en las que no puedes entrar sin contraseña

Conocidos como ‘speakeasy’, estos lugares emulan el ambiente de la Ley Seca y sus accesos están ocultos o no son lo que parecen

El joven Yeray Monforte, que sirve cócteles 'ilegales' dirige 'Bad Company 1920', un local ubicado en Madrid que te transporta a la época de la Ley Seca.
El joven Yeray Monforte, que sirve cócteles 'ilegales' dirige 'Bad Company 1920', un local ubicado en Madrid que te transporta a la época de la Ley Seca.Alberto R. RoldánLa Razón

Para hablar de esta nueva moda en Madrid, primero hay que viajar a EE.UU. y Canadá: speakeasy era el nombre que recibían los establecimientos que, durante la época de la Ley Seca (1920-1933), servían alcohol a espaldas de la policía. Se cree que se llamaban así por cómo los vendedores pedían que los clientes hablasen en voz baja y con suma discreción. Recogiendo la tradición, en la actualidad hay muchos lugares en todo el mundo que, en homenaje a este tipo de sitios, tienen sus accesos ocultos tras otros negocios —como el parisino Lavomatic, una coctelería de autor dentro de una lavandería y The Hole en Buenos Aires, que imita una cárcel— o restringen su acceso a los conocedores de una contraseña que se va cambiando.

Bad Company 1920

Un ejemplo de esto último es Bad Company 1920, un establecimiento capitaneado por el bartender Yeray Monforte. Situado en el número 8 de la calle Miguel de Moya, este lugar que solo funciona por reserva propone una experiencia inmersiva al año que lleva su nombre. Para acceder, los clientes deben estar al día de la contraseña que le pedirán en la puerta gracias a sus redes sociales (@badcompany_1920). Una vez dentro, además de presenciar la actuación de los camareros, podrán beber cócteles de objetos de lo más pintorescos y disfrutar de platos caseros.

El joven Yeray Monforte, que sirve cócteles 'ilegales' dirige 'Bad Company 1920', un local ubicado en Madrid que te transporta a la época de la Ley Seca.
El joven Yeray Monforte, que sirve cócteles 'ilegales' dirige 'Bad Company 1920', un local ubicado en Madrid que te transporta a la época de la Ley Seca.Alberto R. RoldánLa Razón

“Fuimos los primeros en abrir un speakeasy a pie de calle en Madrid. Nadie confiaba en nosotros, porque se dice que esta ciudad es muy visual y estaríamos ocultos, pero ha sido un éxito. Tenemos un rango de clientela que abarca desde los 25 a los 45 más o menos”, explica el bartender a LA RAZÓN. Tanto es así, que si el primer día tan solo eran dos trabajadores, actualmente rozan los 20 profesionales entre la coctelería y la planta superior, donde está el restaurante Love Company 1969, ambientado en Woodstock, con una estética radicalmente opuesta.

En el local, antes hubo un restaurante hindú, y la localización elegida no es casual: la calle está en una de las arterias de Gran Vía, junto a Callao, y por ella pueden llegar a pasar 20.000 personas un sábado. “No estamos en el centro rico, sino en el de la gente normal y corriente que consideramos clase media, en una zona repleta de tiendas y muy cerca de Chueca y Malasaña”, expone Monforte, uno de los socios fundadores del bar.

Y están allí desde 2020, algo que podría indicar que sus inicios fueron difíciles, pero nada más lejos de la realidad: Monforte celebra cómo el boca a boca entre los madrileños y su afán por salir y divertirse cada día han sido sus mejores aliados, aunque también acude habitualmente un perfil de turista, hasta un 40%, y otro especializado en los speakeasy. “Es un local para traer a tu padre, a tu tía, a tus familiares, para una primera cita, para para los amigos de otra ciudad... los clientes siempre vuelven con gente nueva, porque es una experiencia novedosa que les gusta compartir”, comenta.

El joven Yeray Monforte, que sirve cócteles 'ilegales' dirige 'Bad Company 1920', un local ubicado en Madrid que te transporta a la época de la Ley Seca.
El joven Yeray Monforte, que sirve cócteles 'ilegales' dirige 'Bad Company 1920', un local ubicado en Madrid que te transporta a la época de la Ley Seca.Alberto R. RoldánLa Razón

Eso sí, también hay sitio para el humor, y se dan casos en los que acuden personas a las que sus allegados les dicen contraseñas falsas para bromear, algo “muy divertido” para Monforte. También se da que acuden grupos de gente caracterizados como en los años 20, un hecho que sorprendió mucho a los trabajadores. En cuanto a los cócteles, que oscilan los 10 y los 13 euros de precio, el bartender recomienda el pintalabios de Betty Boop con una base de ginebra, un sirope casero de zarzamora y menta, un licor francés y una soda de rosas.

El viaje en el tiempo no se queda en la estética: Bad Company 1920 solo utiliza alcoholes, ingredientes y técnicas de dicha época y cada cóctel lleva una historia asociada que los camareros cuentan a los clientes a la hora de servirles, con narraciones que pasan por lugares como Florida. Y siguiendo con el hilo de la clandestinidad, las bebidas se sirven en en prismáticos, pelotas de béisbol o armas con sus interiores vacíos. El castellonense, y ganador del premio mundial Patron Perfectionist 2019, cuenta que su carrera le ha facilitado viajar mucho y fue conociendo los lugares con más tradición speakeasy, como Londres Roma, Buenos Aires y Nueva York, cuando nació su interés en este tipo de negocios.

Calle 365

Volviendo a Madrid, otro speakeasy, pero con un concepto muy distinto es Calle 365. Situada en Echegaray, número 18, esta aparente botillería que en realidad aguarda una discoteca con cócteles, tacos y una fuerte presencia de la cultura mexicana; cambia cada poco tiempo su contraseña de acceso, por lo que también se recomienda estar pendiente de sus redes sociales (@calle_365).

Calle 365 está decorado con los graffitis del artista Spaik
Calle 365 está decorado con los graffitis del artista SpaikCalle 365

Este local del grupo Rosi la Loca World (Rosi la Loca, Inclán Brutal Bar y Lovo) puede albergar hasta 280 personas, cuenta con una alegre decoración interior a cargo del grafitero Spaik (Israel Guerra) y con una enigmática historia como hilo conductor: la de Margarita y Guillermo, quienes montaron una botillería en el Madrid de 1880 donde vendían distintas bebidas a los viajeros que pasaran por la ciudad... hasta que Guillermo desapareció sin dar explicaciones.

Para conocer el desenlace de la historia, se debe acudir al local de domingo a jueves, de 18:00 a 03:00 horas; y los viernes, sábados y festivos, hasta media hora más tarde. Entre sus cócteles, destaca el llamativo Dragón, que emula a un alebrije mexicano, representa liderazgo, vitalidad, fuerza y pasión y lleva tequila curado, shrub de mango y coco, una soda de jengibre y pimentón, por un precio de 13 euros.

Hemingway Cocktail Bar

De Margarita toca pasar al mismísimo Ernest Hemingway, autor de obras como El viejo y el mar (1952) o Por quien doblan las campanas (1940). El novelista y periodista estadounidense da nombre a Hemingway Cocktail Bar. Para sumergirse en el universo del escritor, hay que entrar en los baños unisex del hotel NH Collection Madrid Suecia (C. del Marqués de Casa Riera, 4) y deslizar una puerta corrediza.

En este espacio, con suelo de animal print, sillones de terciopelo rojo, lámparas Art Decó y paredes de espejo envejecido; se pueden conocer las creaciones del bartender de Casa Suecia, Chema Insausti, antes en Museo Chicote. Sobre la chimenea, se pueden ver algunas de las obras más emblemáticas de Hemingway, que se hospedó en el por aquel entonces Casa de Suecia la última vez que estuvo en España.

La carta, con unos precios que parten desde los 12 euros, también rinde homenaje al escritor, con una edición especial del daiquiri que bebía en El Floridita, un bar y restaurante de la ciudad de La Habana, Cuba, que funciona desde 1817. La bebida es un Papa Doble a base de ron, pomelo, marrasquino y azúcar. Entre diario, esta coctelería abre desde las 19:00 hasta las 00:00 horas; y los fines de semana alarga el horario hasta las 03:00 horas.

Punch Room

Siguiendo con los hoteles, en The Madrid Edition (Pl. de Celenque, 2) se encuentra Punch Room, una sala especializada en ponches de autor y cócteles clásicos. El espacio, escondido junto al vestíbulo del suntoso hotel, alberga los fundamentos de los ponches tradicionales, pero incluye también combinaciones de bebidas espirituosas y de sabores inesperados a partir de una selección más amplia de extractos naturales, por lo que elementos como el whisky y el jerez convergen con el pisco, la cachaça o los licores de agave en bebidas elaboradas por Simone Ruta, bartender de Punch Room.

Junto a su equipo de mixología, este se encarga de preparar ponches como el Corsair Punch, inspirado en el famoso corsario Jean-François Roberval, con pisco Puro Italia, Grand Marnier, piña, cava, Drambuie, Maraschino y lima; o The Spanish Match Punch, que incluye una mezcla de Single Malt Speyside Scotch, manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, vodka, calvados, lima, ginger ale y té oolong; así como el White Elephant Punch, con tequila reposado, whisky de centeno, mango, semilla de comino, piña, bergamota y Cynar.

Anónimo Club

Por último, la planta baja del italiano Fellina (C. de Caracas, 21), que le debe su nombre al cineasta Federico Fellini, esconde Anónimo Club, una coctelería que adapta sus horarios a los clientes del restaurante y cuenta con DJ los viernes y los sábados.

Su público tiene entre 28 y los 35 años y solo se puede entrar con un código secreto que los comensales pueden conseguir. Así, y bajo el lema Disappear here, Anónimo (grupo Le Cocó) se presenta como el final perfecto y clandestino para quienes acudan a Fellina.