El Madrid de

Adrián Orr: «Se habla mucho del amor romántico, pero no de la amistad»

El cineasta habla de su largometraje «A nuestros amigos», cuyo enfoque conecta con una realidad en la que poder verse reflejado

Adrián Orr, director de cine
Adrián Orr, director de cine Gonzalo PérezLa Razón

Entre las calles de Ciudad de los Poetas, más conocida como Saconia, y los límites del Barrio del Pilar, un adolescente empezaba a construir su propia mirada cinematográfica. Allí, Adrián Orr aprendía a observar los matices de la vida cotidiana. Muchos años después, ese mismo espíritu late con fuerza en «A nuestros amigos», su último largometraje, una obra que ha tardado cinco años en completarse. «Siempre he filmado desde mi barrio, desde lo que conocía, desde lo que tenía cerca. Empecé grabando a mis amigos, porque era lo que podía hacer y, sobre todo, porque era lo que me salía de forma natural», explica Orr. Hoy, con una trayectoria más consolidada, reflexiona sobre ese anclaje emocional con su origen: «A veces siento que vivo entre dos mundos: mis amigos de la infancia, con los que sigo en contacto, y la gente del cine. Estoy justo en medio».

Cuenta Adrián Orr que no siempre supo que quería hacer cine. De hecho, «entré a la universidad sin haber visto ‘El Padrino’ ni saber quién la dirigía». Fue un amigo quien le animó a grabar historias de su barrio. Aquel impulso se convirtió en su primer corto y, más tarde, en Niñato (2017), su primer largometraje, un retrato documental íntimo de un joven padre y músico que encarnaba el espíritu de su generación. Desde entonces, su cine ha oscilado entre la no ficción y la ficción, explorando nuevas formas narrativas con una coherencia artesanal: «No me interesa etiquetar mis películas. Creo que el cine documental y la ficción no son opuestos, sino lenguajes que se pueden combinar. Lo importante es que lo que cuentes conecte con una verdad, aunque tengas que construirla desde la mentira».

Su última obra, «A nuestros amigos» (2024), es una película que ha sido programada en festivales como FICUNAM, Visions du Réel, Doclisboa o SEMINCI. Retrata a Sara, una joven del extrarradio madrileño que comienza a estudiar teatro en la universidad mientras mantiene el vínculo con su grupo de amigos del barrio. El paso del tiempo, la amistad, el descubrimiento del mundo cultural y la transformación interior son los ejes de este filme tan íntimo como político. «En las películas se habla mucho de amor romántico, no de amistad, yo quería ponerla en valor», añade. Además, «con Sara me pasó algo muy bonito porque empezamos a rodar sin saber qué iba a pasar. Luego llegó la pandemia y eso nos obligó a repensar todo, a escribir desde la experiencia de estar aislados, de no poder estar en la calle. Eso le dio mucho sentido a la película, porque ‘A nuestros amigos’ va precisamente de eso: del deseo de compartir, de estar con otros».

Este contexto, junto con el crecimiento profesional de Orr, explica sus orígenes, esos que recuerda grabando a sus amigos porque algo merecía ser contado. «En mis películas hay mucho de mí, de mis amigos, de los cambios que vivimos cuando empezamos a estudiar, a salir del barrio, a descubrir otros mundos. Y eso tiene que ver con esa doble identidad que tenemos muchos: vienes de un entorno muy concreto y entras en otro que parece lejano. Y a veces sientes que no encajas del todo en ninguno».

Adrián Orr, director de cine
Adrián Orr, director de cine Gonzalo PérezLa Razón

Desde su ciudad natal, considera que Madrid tiene algo muy especial porque es una ciudad que permite estar en la calle, caminar y encontrarse. «Me da pena que cada vez haya menos espacios públicos para los chavales, menos plazas donde estar sin consumir. En mi adolescencia nos pasábamos el día en la calle, y eso te forma. El espacio público es clave para la comunidad».

Una de las claves de su cine es el tiempo, para rodar, para escribir, para equivocarse. «La industria no está pensada para hacer películas así. Yo no tengo grandes presupuestos. Eso me obliga a rodar en casas reales, con gente real, y a hacerlo a lo largo de años. Pero también me da libertad, la que permite experimentar, rehacer escenas, buscar nuevas formas de contar». Preguntado por si cambiaría su estilo con más medios, lo tiene claro: «Seguiría haciendo un cine parecido. Quizá podría delegar más, trabajar con otros departamentos, pero no renunciaría a esa forma de hacer basada en el ensayo y el error, en el proceso compartido».

Proyectos futuros y favoritos de Madrid

Mientras la película «A nuestros amigos» de Adrián Orr recorre salas y festivales, el cineasta prepara un nuevo proyecto con su compañero de profesión y amigo Luis Bertolo, el mismo que lo animó a filmar por primera vez. Mientras tanto, en su tiempo libre, Adrián Orr destaca los museos de la ciudad, así como las salas y exposiciones que luce Matadero. «La Filmoteca es otro de mis lugares favoritos, muy bonito como espacio y también por la programación que ofrece», detalla a LA RAZÓN. Además, confiesa que uno de los restaurantes que más visita y más le gusta para compartir con amigos es Bodegas Rosell, ubicado en el barrio de Arganzuela.