
Gastronomía
Aguirre, la casa de comidas de una ex alta ejecutiva a la que volver
Teresa Aguirre dejó su puesto en AMC Networks International para abrir este espacio en Pozuelo en el que sirve una cuidada cocina casera con guiños vascos

Cuando nos sentamos a la mesa por primera vez en un establecimiento en el que al irnos ya sabemos que enseguida vamos a volver es reconfortante en un momento apabullante con una oferta gastronómica en la que parece que todo vale, pero no. Qué va. La satisfacción es máxima cuando, además, se encuentra en una zona de Pozuelo de Alarcón en la que no existía restaurante alguno, ni siquiera un bar apetecible. Les cuento. Detrás de Aguirre (C/ Segundo Mata, 1. Tel.: 911 527 529. aguirrepozuelo.com) está Teresa Aguirre, quien, como toda vasca, es una apasionada del buen comer y beber. Su abuelo, Víctor Martínez, fue durante una década jefe de cocina del mítico hotel Londres, de San Sebastián, y ella ha heredado su pasión por la buena cocina. Durante muchos años ejerció de directora de marketing de AMC Networks International, pero, como dice, decidió apagar el ordenador de la oficina para encender el personal y dedicarse a su pasión: «Al llegar la pandemia, pensé, ahora o nunca», nos confiesa una persona que siempre busca «nuevos retos gracias a una necesidad interna de crecer, así que me lancé», prosigue. Abrió el establecimiento en abril de 2022 con la idea «de llevar a la mesa el disfrute del buen comer, buen beber y buen vivir tan clásico de San Sebastián, ya que allí existe una maravillosa vida social en torno a ella». Y lo ha conseguido.
Comercios locales
Aguirre, con un Solete Repsol, es una casa de comidas para cuya decoración y montaje ha contado con los comercios locales. En ella, se respira la tradición donostiarra y el trato es tan cercano y familiar como profesional. Lo cuidan a diario, lo mismo que la oferta gastronómica, de ahí que ya cuente con unos clientes fijos, ya sean los residentes de la zona como quienes trabajan en las oficinas cercanas a los que llaman por su nombre y hacen sentir como en casa. Por eso, la cocina está abierta desde las ocho de la mañana de lunes a viernes para servir la primera comida del día a quienes lo deseen antes de ponerse delante del ordenador o prefieren hacer un paréntesis a media mañana. El café, Baqué y cien por cien Colombia, aquí se acompaña con un buen pan de masa madre con aceite de oliva virgen extra y tomate bien emulsionado, un pincho de tortilla de patata, riquísima y ya famosa en la zona, con o sin cebolla (es posible encargarla para llevar) o con un bocadillito, como el «donostiarra», con atún piparra y anchoa, o el «inglesito», con jamón, queso, lechuga y tomate, ambos nuestros preferidos sin dejar de lado a las piezas de bollería (croissant de mantequilla, los pequeños «aguirretxus», con chocolate blanco o negro…). Ya al mediodía, destaca una honesta propuesta casera con algún guiño vasco. Para diseñarla, Teresa ha realizado una selección de los proveedores con el objetivo de alimentar las recetas con las mejores materias primas. Las mismas que componen el menú del día, cuyo precio es de 16 euros (con copa de vino, cerveza o agua. El refresco lleva un suplemento de un euro). No falta el pescado fresco de la pescadería Aparicio, que siempre merece la pena degustar, porque los días que siente nostalgia de su San Sebastián del alma toman la mesa maravillosos platos, como la porrusalda de bacalao o el bonito con tomate. Los jueves, son de cocido.
No hay mejor modo de comenzar que con la gilda «vitaminada», con anchoa de Codesa, a degustar con el vermut de Ana Caballo, elaborado en Badajoz, y que llega bien frío en un pequeño frasco. Y tras ella, el pincho San Sebastián, preparado con torrezno a baja temperatura y huevo de codorniz. Es uno de esos bocados del que repetirías y te obligan a volver, aunque sea ese día que tienes minutos para comer y devoras un par de ellos en la barra con, incluso, el vino con la etiqueta de la casa. Y, si lo acompañas con la ensalada César, mejor. O con la verde con calabaza al horno, queso de cabra, mostamiel y mostaza. O con las croquetas de cecina o de chipirón, de mordida perfecta y con todo el sabor. No prescindimos de la chistorra, de Arbizu, ni de la tortilla de bacalao, cuajada en su punto, ni de la albóndiga. Tampoco nos levantamos sin probar la tarta de queso. En breve, incorpora a la carta los boletus a la plancha con una yema de huevo, será un imprescindible, como también lo son los cortes de carne: la chuleta madurada durante 40 días, servida con pimientos rojos asados y con patatas fritas, las mismas que acompañan a una jugosa entraña. Asimismo, Aguirre (teresa@aguirreplace.es), en cuyo local es posible celebrar todo tipo reuniones y celebraciones, además de contar con un cátering, posee una agradable terraza, que en breve volverá a ser punto de encuentro de quienes quieran asegurarse un almuerzo o cena divertida y bien atendida al aire libre. Momento en que volveremos para compartir los baos, con carme mechada, pepinillo, cebolla frita y rúcula; el talo, un pan de trigo con carne macerada, cebolla y salsa sweet chili y los saam crujientes, de carne o de langostinos y verduras. Y, qué decir de la hamburguesa de ternera gallega. Caerá.
Otro planazo: el «pintxo-pote» es un clásico vasco en el que en días y horarios determinados se ofrece un pincho y un pote de bebida (zurito de cerveza o vino) a un precio especial. Aquí, tiene lugar los jueves por la tarde-noche y los sábados al mediodía. El San Sebastián, el de rabo de toro y el de ensaladilla, entre otros, cuestan un euro y el pote de cerveza Keler donostiarra o un vino, 1,50. Antes de abandonar el local, eche un vistazo a los caprichos a la venta (juegos de cuchillos, platos portugueses, gildas, vinos...).
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