Muslo o pechuga
Alameda o el producto cariñoso
La verdad es que escribir de un sitio del que únicamente se recuerdan grandes platos, excelentes vinos y maravillosos momentos resulta más difícil que si hubiese carencias, por no caer en la ñoñería
Como Indiana Jones en busca del arca perdida me encuentro muchas veces, viajando y luchando frente a adversidades para encontrar un restaurante honesto de verdad, o ese Santo Grial que reúna los pilares gastronómicos que lo conviertan en verdadero templo.
En estos días en que uno anda por el Norte, entre pañuelos rojos, carreras y encierros de todos los tipos, es obligado hablar de un venerado lugar entre los entendidos. El restaurante Alameda en Fuenmayor, o un verdadero lujo de sitio para el viajero, el local o el loco apasionado en busca de un acierto seguro.
Calidez, producto, mimo, tiempos, vinos, sala, huerta, cariño… en este lugar que nació con alma de asador y que sin duda va mucho más allá, se disfruta de coquinaria de la buena. Un lugar en el que el tiempo es casi un hilo conductor del «savoir faire». Tiempos de cocción, tiempo en la sala, temporada de cada producto, tiempo de guarda de cada vino, tiempo para cada cosa importante en un restaurante. Esther y Tomás han conseguido, con un largo recorrido, que Alameda sea un destino obligado. Sus guisos tradicionales delicadisimos, la huerta cercana del Valle del Ebro donde cada producto encaja en su momento idóneo y en punto perfecto, las carnes y pescados en un manejo glorioso de su orgullosa brasa.
Es casi un restaurante francés al estilo riojano, por su sutileza en todo, hasta en una rotunda chuleta.
Lugar de encuentro para los mejores bodegueros del país, no en vano está rodeado de grandes bodegas. En su extensísima carta de vinos uno puede encontrarse todo, primando la Rioja como es lógico, y a unos precios sorprendentes. Realmente esas hojas de papel piden a voces que pares el tiempo y disfrutes de cada uno de los ejemplares que la completan.
La carta de comidas parece sencilla, propia de un asador, pero al profundizar en ella y consultar los siempre ineludibles «fuera de carta», uno descubre un larguísimo e intenso recorrido en ella. Sin duda hay que hacer un completo (probar de todo) si uno va en buena compañía.
Alguna verdura hará el momento más delicado de la comida, uno de sus guisos (garbanzos con carabineros, callos y morros…) pondrá el toque de medida intensidad y buena mano cocinera, el pescado es la perfecta y deliciosa antesala al remate carnívoro de su afamada chuleta. Siempre uno, que es atrevido, intercala alguna que otra recomendación más en justa medida para que el disfrute absoluto no pare. Y no olvidar el casamiento de los citados vinos con cada plato o fase, que si no la experiencia se nos queda a medias.
La verdad es que escribir de un sitio del que únicamente se recuerdan grandes platos, excelentes vinos y maravillosos momentos resulta más difícil que si hubiese carencias, por no caer en la ñoñería. Pero en realidad me da igual, este restaurante riojano es realmente cojonudo en el más amplio de los sentidos. Vayan, déjense llevar y disfruten. Pongamos de relieve estas joyas históricas, pues llevan más de treinta años haciendo las cosas bien, que por desgracia cada vez hay menos.
La bonhomía de Tomás, la discreta eficacia de Esther son alicientes inconfundibles en este lugar inefable. Un secreto a voces para los gourmets de carné. O cuando la parrilla y el guiso hablan un lenguaje invisible. La atención de la sala además es tan de casa, gracias a Víctor, que cualquier ruta pasa por Alameda. O pensar a lo grande, con los garbanzos con bogavante, cococha a las dos brasas y huevo, patitas de cordero, y la impresionante borraja con almejas, alcachofas con cigala y la parrilla eterna. ¿Alguien quiere más?
Alameda
Dónde Plaza Félix Azpilicueta, 1
26360
Fuenmayor
(La Rioja)
Precio 75 euros
LAS NOTAS
BODEGA 9
COCINA 9
SALA 8,5
AMBIENTE 8,5
FELICIDAD 9,5
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