Historia
Así se alumbró la catedral de La Almudena
Un templo que aporta relevancia a la capital española y es heredero de la Real Basílica Colegiata de San Isidro
Madrid es una ciudad «nueva». El asentamiento musulmán, que luego fue reemplazado por gentes venidas del norte tras la conquista cristiana, nunca, en aquellos siglos, pudo hacer sombra a la imperial ciudad de Toledo. Solo la voluntad de un rey, Felipe II, con vocación de imperio y gestión centralizada, facilitó la importancia creciente de la que hoy es capital de España. De ahí que la ciudad tuviese, además de palacios o residencias para el monarca, iglesias y numerosos templos... aunque no una catedral similar a la de otras capitales europeas. Al menos hasta tiempos recientes. Una historia que cambió sin duda la imagen religiosa y la importancia eclesiástica de la capital española.
De hecho, la Real Basílica Colegiata de San Isidro, también llamada Colegiata de San Isidro el Real, fue la catedral provisional de la ciudad hasta 1993, año en el que se consagró la catedral de la Almudena.
En su origen, y pese a su protagonismo actual, la ya conocida por todos como catedral de Santa María la Real de la Almudena comenzó a gestarse el 22 de diciembre de 1868 cuando la Congregación de Esclavos de la Virgen de la Almudena solicitó al arzobispo de Toledo permiso para construir otra iglesia dedicada a la Virgen de la Almudena, ya que la primera había sido derribada en la revolución del año 1868. Los cambios políticos del momento facilitaron el protagonismo de la religión católica con un templo en el que mostrar su importancia.
Un dato artístico relevante que muestra la sucesión y la voluntad de «levantar» una catedral y su relación con aquella antigua colegiata, es que detrás del altar mayor se sitúa el Cristo Crucificado de Juan de Mesa encargado por el Colegio Imperial de Madrid y que, al igual que la sillería del coro, situada a ambos lados del altar, procede de la colegiata de San Isidro. Se podría decir, sin equivocarnos, que la Almudena es una sucesión de aquella.
Así las cosas, la Congregación acudió a la Casa Real a pedir ayuda para esta construcción y los reyes se comprometieron a ceder parte de los terrenos que estaban frente al Palacio Real para el nuevo templo. Un lugar principal por lo demás.
El fallecimiento repentino de la reina animó al rey Alfonso XII a una rápida construcción pues el nuevo templo que ya había comenzado como parroquia sería también lugar de enterramiento de María de las Mercedes.
Mención especial merece que, bajo la catedral de la Almudena, se encuentra la cripta proyectada por Francisco de Cubas. Es una construcción toda de piedra de bóveda de cantería con 558 columnas, 50 de ellas monolíticas. Todos los capiteles son diferentes y están tallados. La cripta está llena de sepulturas de familias relevantes. Entre ellas destacan las de los dos arquitectos mas significativos de la catedral, el propio marqués de Cubas y Chueca Goitia. El altar mayor está presidido por una imagen de la Virgen de la Almudena de 1948.
En la cripta, además, se conserva la imagen de María más antigua de Madrid: la Virgen de la Flor de Lis, que procede de la primitiva iglesia de Santa María. Es una pintura mural que fue descubierta en el año 1623, cuando los reyes Felipe IV e Isabel de Borbón iban a acudir a la Iglesia y los sacristanes movieron el retablo para limpiarla. Datada en el siglo XII-XIII nos muestra una pintura mural de la Virgen como trono del Salvador con una flor de lis en la mano y, bajo sus pies, con una cruz roja, recordando la colaboración de la Orden de Calatrava en la reconquista de la Villa.
Una catedral de la Almudena que es, en definitiva, una de las catedrales españolas más recientemente construidas, junto a la de San Cristóbal de La Laguna de Tenerife y la catedral de María Inmaculada de Vitoria.
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