
Agricultura
El caso de Arganda del Rey y los 25 años cultivando sin tierra
El centro de investigación agraria ensaya técnicas hidropónicas en el municipio

Es un espacio pionero. Se trata del invernadero hidropónico de la Finca Experimental La Isla, gestionada por el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), en Arganda del Rey. Celebra ya sus 25 años y se ha consolidado como un referente en innovación agraria al permitir el cultivo sin suelo y ofrecer a los agricultores madrileños una alternativa sostenible frente a la degradación de los terrenos tradicionales.
A lo largo de estos 25 años, el invernadero ha demostrado que es posible incrementar la producción hasta en un 20% respecto al cultivo convencional y, además, desestacionalizar la huerta madrileña. Gracias a este sistema, los investigadores del Imidra han conseguido mantener la producción durante todo el año mediante sustratos artificiales como la fibra de coco, la lana de roca o la perlita. En lugar de tierra, las plantas se nutren de agua enriquecida con nutrientes, lo que permite un control más preciso de las condiciones de crecimiento y una reducción del uso de fertilizantes.
En el vivero se cultivan actualmente cinco variedades de berenjena, cuatro de pimiento, ocho de tomate, tres de pepino y diferentes tipos de acelga. El experimento se amplía también a plantas aromáticas como orégano, perejil o albahaca, y a flores cortadas como gerberas y rosales, que no solo tienen valor ornamental, sino también gastronómico. Los resultados obtenidos en estas dos décadas y media han convertido el espacio en un banco de pruebas esencial para el desarrollo de nuevas técnicas agrarias en la región.
Tal y como explica la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, el Imidra recoge cada temporada datos de producción, calibre y categoría comercial de los frutos. Los resultados se comparan con los de cultivos tradicionales para evaluar la calidad y la viabilidad del método hidropónico. Una vez concluido el proceso de análisis, las hortalizas se destinan al Banco de Alimentos y al programa Madrid Rural, una iniciativa que impulsa el consumo de proximidad y refuerza el tejido agrícola local.
El modelo ofrece ventajas significativas en un contexto de cambio climático y escasez de recursos. La reducción del laboreo, la optimización del agua y la ausencia de enfermedades asociadas al suelo permiten que los agricultores trabajen con mayor estabilidad y eficiencia. Aun así, el sistema requiere un alto nivel técnico y una inversión inicial considerable, algo que limita su expansión más allá del ámbito experimental.
Desde el Gobierno regional se defiende que proyectos como el de Arganda del Rey sitúan a Madrid «a la vanguardia de la innovación agraria» y muestran el compromiso autonómico con un sector que busca reinventarse frente a los desafíos ambientales.
El invernadero de La Isla se ha convertido en un símbolo de esa transformación: un espacio donde la tecnología y la sostenibilidad se encuentran para abrir nuevas vías de comercialización a los productores locales.
Opción viable
En la práctica, este tipo de cultivos representa una opción viable para terrenos agotados o contaminados, donde la agricultura tradicional resulta inviable. Al eliminar la dependencia del suelo, se facilita la expansión de la producción a zonas periurbanas y se reducen los riesgos de contaminación agrícola. El ahorro en fertilizantes y el aprovechamiento eficiente del agua completan un modelo que, según los técnicos del Imidra, «marcará el futuro de la horticultura madrileña», añade la Consejería.
En este aniversario, el balance es doble: por un lado, el orgullo de mantener vivo un proyecto pionero; por otro, el reto de extender sus beneficios más allá de la experimentación. La Comunidad de Madrid se enfrenta al desafío de trasladar este modelo a explotaciones reales, garantizando que la innovación llegue a los agricultores que más la necesitan.
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