Palacios de Madrid

Castillo de Viñuelas: siete siglos de historia y un viejo torreón

El actual castillo-palacio tiene su origen en una torre defensiva, aunque el edificio actual es del XVII

Vista general del Castillo de Viñuelas
Vista general del Castillo de ViñuelasMadrid Film Office

Pese a que lo que se ve en la actualidad poco o nada tiene que ver con sus orígenes, el edificio que hoy conocemos como castillo o palacio del Soto de Viñuelas es uno de los edificios con más pedigrí de Madrid, con sus siete siglos de historia a sus espaldas.

El origen de la propiedad, con su antigua torre vigía, su extenso monte, que aún perdura, y el cazadero, se remonta al sistema defensivo que crearon los musulmanes por debajo del Sistema Central para defender Toledo.

Tras la toma de Madrid y de buena parte de la zona centro de la península por parte del Alfonso VIII, el monarca otorgó a la Orden de Santiago una serie de espacios, por el apoyo prestado durante la Reconquista, entre los que figuraba el monte de Viñuelas.

En la Edad Media, la finca perteneció al segoviano Sexmo de Manzanares, después señorío del Real de Manzanares, propiedad de la Casa de Mendoza, aunque en el siglo XVI pasó a manos del emperador Carlos I, que se la vendió a Arias Pardo de Saavedra, mariscal de Castilla.

En las Relaciones Topográficas de época de Felipe II, en el siglo XVI, se refieren a la dehesa de Viñuelas y destacan la existencia de una casa con torre y un corral.

En 1692, su dueña, la condesa de Castellar, vendió la finca a Cristóbal Alvarado Bracamonte. Ya entonces, la torre estaba en estado ruinoso. Cinco años más tarde, Alvarado vendió la propiedad a su sobrina, María Teresa Alvarado y Bracamonte, quien encargó el derribó de la vieja torre defensiva y la construcción del castillo-palacio, para facilitar la estancia de Felipe V, atraído por su riqueza cinegética. Este palacio es el origen del que hoy conocemos.

Desde entonces, fue uno de los sitios predilectos de Carlos III por su abundante caza, encargando al arquitecto Carlos Antonio de Borbón que mejorara las instalaciones y que, se supone, hizo mejoras en la casa para adaptarla a los gustos del monarca. También fue este arquitecto el que dejó la primera imagen del castillo.

En mayo de 1751, la Corona se hizo con los terrenos, incorporándolos al Real Sitio de El Pardo y cerrando todo el perímetro con una tapia de mampostería que abarcó 40 kilómetros. Décadas después, en el XIX,, tras la caída de Isabel II, el paraje fue subastado.

Uno de sus propietarios fue Joaquín de Arteaga y Echagüe, descendiente del primer marqués de Santillana y fundador de la Compañía Hidroeléctrica Santillana. Destacó también por su lucha contra el expolio y abandono del patrimonio arquitectónico español. Para la restauración y ampliación del castillo compró los restos de la iglesia de San Francisco de Cuellar, en 1918, eligiendo a Vicente Lampérez para abordar el proyecto y convertir la antigua casa en una mansión museo. Entre 1919 y 1923 se llevaron a cabo las obras.

Así, el viejo caserón se amplió a ambos lados, este y oeste, de tal manera que fue transformado en un palacete-museo, en donde el duque exponía sus colecciones de armas, tapices y otras obras de arte. En esta ampliación se integraron partes completas de la iglesia de Cuellar y otras construcciones. Por ejemplo, el Salón gótico con sus bóvedas de crucería con los escudos de los Mendoza , sus arcos de salida a los jardines y sus grandes ventanales góticos y el arco de ingreso al resto del edificio, es un espacio de gran valor e interés. Se redecoraron todos los salones y habitaciones.

Ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil, el castillo sirvió de cuartel general al Ejército Republicano, tras haberlo incautado el Gobierno de la II República. Después, el propio Francisco Franco lo llegó a habitar mientras se habilitaba la que sería su residencia oficial, el Palacio Real de El Pardo. Tras este breve periodo, la finca fue devuelta a sus antiguos propietarios y, desde entonces, ha pasado por diversas manos, pero sigue siendo propiedad privada y se utiliza para la realización de eventos, rodajes...

El palacio tiene una altura de tres plantas, aunque las torres se elevan por encima. De sus cuatro fachadas, es la norte la que tiene mayor valor artístico y ornamental: un panel superior central que integra un escudo, un balcón corrido en la primera planta apoyado sobre columnas que conforman un pórtico y dos garitas rematadas por chapiteles. En su interior destaca la Sala de Armas.